El mercado cubano se vuelve cada vez más interesante tanto para turistas como para inversionistas estadounidenses. Pero, ¿cuánto ha avanzado realmente la apertura económica en la isla?
Desde hace algunos años, Sol Martínez arrienda a turistas dos habitaciones en la planta alta de su casa, “pero la demanda nunca había sido tan alta como hoy”, dice. Tampoco Fran, quien transporta a los huéspedes de Sol al aeropuerto, se queja por falta de trabajo. Pese a que el taxi que maneja no le pertenece, gana tanto como un académico con un puesto fijo en Cuba.
Desde 2011, los habitantes de la isla pueden ejercer cerca de 200 actividades laborales, entre ellas algunas tan exóticas como recargador de encendedores. El sector turístico es uno de los más rentables, sobre todo desde que el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro, anunciaron el restablecimiento de las relaciones bilaterales en diciembre de 2014.
Desde entonces, visitantes de todo el mundo inundan a Cuba y también cada vez más estadounidenses viajan a la “isla prohibida”. Tan solo en los primeros dos meses y medio del presente año, se registró la cifra récord de más de un millón de turistas. Pese al aumento de los precios del hospedaje, los cuartos de los hoteles están agotados hasta el próximo año.
Incluso es cada vez más difícil conseguir alojamiento privado. Y en toda La Habana se abren nuevos bares y restaurantes.
Cuba atraviesa por un proceso de apertura económica: se autoriza más inversión privada y también se aprobó una ley que permite a empresas extranjeras invertir en todos los sectores de la economía nacional.
Falta de seguridad jurídica. El catálogo de inversiones, emitido por el gobierno cubano, comprende 326 posibles proyectos de inversión -desde la cría de gallinas hasta el desarrollo de vacunas y la construcción de parques eólicos- con un volumen total de poco más de US$8 mil millones. El interés es enorme. No obstante, pese a toda la euforia, las inversiones no están exentas de problemas. Regularmente empresas se quejan de obstáculos burocráticos y falta de seguridad jurídica.
A dos años de la apertura, en la zona económica especial de Mariel, ante las puertas de La Habana, apenas se han concretado doce proyectos. Allí tienen su sede tres empresas que trabajan con capital cubano: una empresa logística, un banco y la terminal de contenedores de Mariel, que fue construida con créditos brasileños y es gestionada por PSA International de Singapur. Asimismo, se han instalado en Mariel un productor de carne mexicano, un especialista en colores y barnices también de México, una empresa de transporte belga, un productor de alimentos español, una constructora brasileña y una empresa cubano-brasileña de tabaco.
Washington, el mayor freno. Poco antes de la visita de Obama a Cuba, Washington dio luz verde al fabricante estadounidense de tractores Cleber LLC para construir una pequeña fábrica en Cuba. Aparte del turismo y de la agricultura, sobre todo la biotecnología y la farmacéutica son sectores interesantes con potencial. Sin embargo, aún no está permitido introducir medicamentos cubanos o productos biotecnológicos al mercado estadounidense. Esto no lo permite el vigente bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. En general, la política de bloqueo de ese país es el mayor obstáculo para las inversiones.