Por Alejandra Aranda, socia fundadora y gestora de Humanitas Executive Search.
En España, durante 2009, Daniel Lyons y Montse Ventosa, fundadores de la prestigiosa empresa Employee Branding, crearon el "happyshifting", expresión de un nuevo movimiento en el mundo laboral donde el trabajo no es una condena ni un sacrificio para las personas.
Los cultores de esta tendencia son quienes entienden el trabajo como un camino complementario para conseguir la felicidad y lo enfrentan con una actitud positiva, proactiva y llena de optimismo, buscando sentirse agradados en todos los niveles de la vida, sobre la base de tener un trabajo en el que se esté cómodo, a gusto y en que cada uno se sienta útil para desarrollar todas sus habilidades; en definitiva, un trabajo que satisfaga a la persona que lo realiza.
Sin embargo, en muchas empresas esta realidad todavía se encuentra más acentuada en el campo conceptual de la filosofía que en la práctica, pero a juicio de los especialistas el movimiento seguirá abriéndose camino, ya que los jóvenes talentos no se irán a una compañía que no les garantice un entorno laboral grato y tampoco se van a resignar a pasar ocho horas diarias en un empleo que les reporte escasos beneficios.
Las empresas necesitan del talento, creatividad, adaptabilidad y capacidad de innovar de sus trabajadores. Y la gente, paralelamente, requiere de un trabajo que lo satisfaga y contribuya a incrementar su nivel de felicidad. Lograrlo puede ser menos difícil de lo que imaginamos.
En España, durante el 2008, el Instituto de la Felicidad de Coca-Cola elaboró una macroencuesta sobre felicidad, donde entrevistó a un universo de 3.000 personas que contestaron 900 preguntas cada una. De las conclusiones que se desprendieron de este estudio en lo que a empleo se refiere, se concluyó que para ser felices en el trabajo había dos factores clave: sentirse útiles (concordancia entre lo que la persona hace y aquello que es propio de su formación e intereses), y que reciba el reconocimiento de los superiores y compañeros.
La mayoría de los happyshifters son jóvenes y ellos no se comprometen con una compañía en particular, sino que lo hacen con un trabajo cuyo cargo implica el desarrollo de un proyecto, ya que en caso de no sentirse a gusto, lo abandonan sin mayores problemas.
Si bien el secreto universal de la felicidad no existe, los expertos están convencidos de que en el trabajo se necesita un equilibrio físico que tiene que ver con las condiciones en las que se realiza y, un equilibrio mental, que implica desarrollar esa actividad con interés y un sentido claro. De estos aspectos se deduce que los trabajadores más felices son aquellos que lo hacen por vocación, identificándose con la labor que ejecutan.
Tomar conciencia de esto y abrir un diálogo franco servirá para alinear las posturas disímiles que existen entre empresas y personas en nuestra cultura, proceso que vale la pena, entendiendo que en promedio una persona vive 700.000 horas y ocupa 56.000 de ellas trabajando.