Profesores y estudiantes de la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) contaron que en todos esos años la iniciativa fue replicándose en otras instituciones.
El amplio y luminoso edificio de la calle Vélez Sarfield al 600, en la populosa ciudad de Avellaneda, forma unos 2500 músicos que desde distintos puntos del país y de la región llegan a la EMPA para cursar la formación básica de tres años y otros cuatro de especialización, sin olvidar el primer año de nivelación.
Algunos de ellos buscarán especializarse como instrumentistas, otros se volcarán al profesorado y otros a la educación inicial, para dar clases en jardines de infantes; las dos primeras deberán optar una vez finalizada la formación básica entre Folclore, Jazz o Tango.
Para Hernán Possetti, profesor de Piano Tango en la EMPA, "no es lo mismo enseñar música a los chicos de Jardín de Infantes con una chacarera que con una obra clásica".
"La chacarera es nuestra y está viva, fue compuesta acá, no hace 500 años y en otro continente", señaló el músico, al explicar lo que se logra hacer, por ejemplo, con obras de (Horacio) Salgán, Peteco Carabajal o (Miles) Davis.
Profesores y estudiantes de la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) contaron que en todos esos años la iniciativa fue replicándose en otras instituciones y que hoy por hoy -en algunos conservatorios tradicionales- "aprender a partir de nuestras raíces" también forma parte del "corpus" teórico de la enseñanza.
"Al estar viva, la música popular te invita a aprender desde la creatividad, a relacionarte activamente con el oficio, tanto desde lo musical como de lo pedagógico. Ya arrancás rebatiendo el objetivo ideal", destacó Julián Peralta, profesor de Elementos Técnicos del Tango en la EMPA.
"No hay tal ideal, sino una construcción cotidiana del saber", definió el profesor. Aseguró que no obstante lo placentero de aprender de esta forma "la carrera del músico no deja de ser larga, y sacrificada, y si no hay muchas ganas, es probable que se ponga difícil hacer los ocho años que lleva terminarla".
La definición de que lo popular está vivo "no es una exageración", indicó el profesor y añadió "Todos hemos gozado de la música clásica pero hay una gran diferencia con lo popular, coincidieron alumnos y docentes al comenzar la charla en medio de la cursada". Lo que logré en una salita de cuatro con "Tutu", de Miles Davis, por ejemplo, no hubiera sido posible con un rondó, remarcó.
Para la cantante de Tango Natalia Bril, que estudia esa especialización en la EMPA, "la música popular se reinvendica a si misma constantemente a través de los compositores, lo cual involucra la expresión propia -individual y colectiva-".
"Si esa expresión y creatividad se pone al servicio de los chicos en las escuelas el aprendizaje musical es exponencial", estimó.
Docentes y estudiantes coincidieron en que ya todo está escrito en la música clásica. No sólo las notas, también la interpretación lo que hace de la relación con ese saber "un vínculo más rígido".
Kalem Ortiz, un estudiante de la EMPA que está a punto de comenzar su especialización después de haber hecho la formación básica sostuvo que su generación "está dando una batalla cultural" y reivindicó el tango y el folclore como parte de "nuestra historia".
La relación con la música hace de estos estudiantes portadores de un conocimiento que busca reparar las rupturas de la historia, las brechas generacionales y también los mitos cuyos ecos resuenan todavía en algunas aulas.
"Intentamos desde aquí desmitificar esa idea del don, de que si no estás tocado por la vara no podés ser músico", señaló Delfina Daverio, estudiante del profesorado de la EMPA, quien describió la mirada del profesor que te dice que 'vas a poder'.
"Esa mirada que abandona el "servís o no servís", también es un aporte de la música popular a la formación de músicos", completó Daverio.
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