Alimentarse con carbohidratos que elevan rápidamente el azúcar en la sangre perturbaría la actividad del factor de crecimiento insulínico, aumentando el riesgo de desarrollar la enfermedad. Tanto en fumadores como en no fumadores.
Cluster Salud. El consumo de una dieta con un alto índice glucémico, se asocia de forma independiente –respecto de otros factores– con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en blancos no hispanos. Así lo afirma un nuevo estudio epidemiológico de la MD Anderson Centro del Cáncer, perteneciente a la Universidad de Texas.
Según Xifeng Wu, médico, profesor de epidemiología y autor principal del estudio, la evidencia acumulada sugiere que los factores dietéticos pueden modular el riesgo de cáncer de pulmón. Es así cómo las dietas ricas en frutas y verduras pueden reducir el riesgo, mientras que un mayor consumo de carne roja, grasas saturadas y productos lácteos han demostrado aumentarlo.
Pero ¿de qué manera se conectan estos hábitos alimenticios con la incidencia de la enfermedad? El investigador parte por explicar que el índice glucémico (IG) es una medida de la calidad de los carbohidratos de la dieta, que se define por la rapidez se elevan los niveles de azúcar en sangre después de una comida. Estudios previos han investigado las asociaciones entre el IG y la carga glucémica (CG), una segunda medida, ésta relacionada con la cantidad de hidratos de carbono, con el mal. Para entender la diferencia entre ambos conceptos, importa señalar que la carga glucémica se calcula dividiendo el índice glucémico (IG) del alimento por 100 y multiplicando por la cantidad de hidratos en gramos que tiene esa ración.
“Las dietas altas en índice glucémico resultan en niveles más altos de glucosa en la sangre y de insulina, lo cual promueve perturbaciones en el factor de crecimiento insulínico (también conocido como Eje Hormona del Crecimiento/IGF-1, que se secreta principalmente en el hígado, como resultado de la estimulación de la hormona del crecimiento, GH)”, explica Stephanie Melkonian, estudiante de postdoctorado con el equipo de Wu y autora principal del estudio. Y agrega que “la investigación anterior sugerían que un aumento de los niveles de IGF estaba asociados con un mayor riesgo de cáncer de pulmón. Sin embargo, la asociación entre el índice glucémico (IG) y el riesgo de cáncer de pulmón era poco claro”.
Para aclarar las asociaciones entre IG, CG, IGF-1 y el riesgo de cáncer de pulmón, los investigadores encuestaron a 1.905 pacientes del centro médico MD Anderson, recién diagnosticados con cáncer de pulmón, y a 2.413 individuos sanos reclutados de las clínicas Kelsey-Seybold. Los participantes autorreportaron sus hábitos dietéticos regulares y sus historias de salud. Los índices dietarios de IG y CG se determinaron utilizando valores publicados del IG de los alimentos, y los sujetos fueron divididos en cinco grupos iguales, con base en sus valores de IG y CG.
Los resultados fueron reveladores. “Observamos un aumento del riesgo del 49% del cáncer de pulmón entre los sujetos con el más alto IG diario en comparación con aquellos con los niveles diarios más bajo”, dice Wu. Además, “las asociaciones fueron más pronunciadas entre los sujetos que no eran fumadores, los con diagnóstico de carcinoma de células escamosas o los que tenían menos de 12 años de educación”.
De manera muy interesante, no surgió ninguna asociación significativa entre la CG (Carga Glucémica) el riesgo de cáncer de pulmón. “Esto sugiere que se trata de la calidad media, en lugar de la cantidad, de hidratos de carbono consumidos lo que puede modular el riesgo de cáncer de pulmón”, señala Wu.
Al investigar los no fumadores en el estudio, los investigadores encontraron que aquellos en el grupo IG más alto tenían más del doble de probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón que los del grupo más bajo. Entre los fumadores, el riesgo únicamente se elevó un 31% por ciento en los dos grupos (alto y bajo IG). Al parecer, la razón es que los efectos de un factor de riesgo secundario, como el índice de IG, son más evidentes en la ausencia del factor de riesgo dominante, como el tabaco, explica Wu.
Los investigadores también observaron asociaciones más fuertes en las personas diagnosticadas con SCC (Squamous Cell Carcinoma) y en aquellos con niveles educativos más bajos. Los participantes en el grupo de IG más alto tenían un 92% más de probabilidades de desarrollar el subtipo SCC en comparación con el grupo de IG más bajo, posiblemente debido a la influencia de los IGF-1 (factor de crecimiento insulínico, en español) elevados en el desarrollo de SCC.
Entre los con menos de 12 años de educación, los sujetos en el grupo IG más alto tenían un 77% más probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón que los del grupo de IG más bajo. Esto contrasta con un riesgo elevado de sólo el 33% en los sujetos con más de 12 años de educación. En este caso, el equipo investigador arguye que el nivel educativo suele ser un dato relacionado con la situación socioeconómica, la cual se ha relacionado con comportamientos como la calidad de la dieta y el tabaquismo. Por lo tanto, las asociaciones entre el IG y la educación podrían reflejar el impacto conjunto de la mala alimentación y el tabaquismo sobre el riesgo de cáncer de pulmón en quienes poseen menos recursos.
De todas formas, este trabajo es sólo un comienzo. Wu y Melkonián aclaran que el estudio posee varias limitaciones. Primero, el estar limitado a los blancos no hispanos. Luego, el ser retrospectivo, sujeto a errores en el recuerdo de las dietas pasada, y, tercero, el no tener en cuenta para la diabetes, la hipertensión o enfermedades del corazón en los sujetos.
Por ello, con el fin de validar una relación causal entre el IG y el cáncer de pulmón, investigaciones futuras deben incorporar los estudios de cohorte prospectivos en otros grupos étnicos. Y, por supuesto, investigar más a fondo los mecanismos subyacentes concretos por los cuales IG, vía IGF-1, puede influir en el riesgo de cáncer de pulmón y otros cánceres.
Mientras ello tiene lugar, aunque recomendaciones dietéticas específicas no pueden hacerse con certeza sobre la base de estos resultados, los investigadores sugieren limitar los alimentos y bebidas con alto IG, como el pan blanco o los bagels, el maíz y arroz inflado, en busca de una dieta más equilibrada y para disminuir el riesgo de cáncer de pulmón y otras formas de cáncer y enfermedades crónicas. Ejemplos de alimentos con bajo IG incluyen el pan de trigo o centeno integral, avena enrollada sin azúcar o JMAF (Jarabe de Maíz de Alta Fructuosa) y la pasta al dente.
“Los resultados de este estudio sugieren que, además de mantener estilos de vida saludables, tales como evitar el tabaco, limitar el consumo de alcohol y mantener la actividad física, el reducir el consumo de alimentos y bebidas con alto índice glucémico (IG) puede servir como un medio para reducir el riesgo de cáncer de pulmón”, concluye Wu.