La originalidad de este escritor de 77 años tiene correlato en Kostas Jaritos, el protagonista de la trilogía integrada por "Con el agua al cuello", "Liquidación final" y "Pan, educación, libertad", que hace foco en las andanzas del inspector Jaritos, un hombre alejado del arquetipo del detective solitario y proclive a los excesos.
Invitado estrella del Festival Buenos Aires Negra, el griego Petros Márkaris seduce a los lectores con una versión del género que se desmarca de la pesquisa policial en estado puro para ofrecer novelas donde la historia criminal es una excusa para abordar los problemas económicos de la Grecia actual.
La originalidad de este escritor de 77 años tiene correlato en Kostas Jaritos, el protagonista de la trilogía integrada por "Con el agua al cuello", "Liquidación final" y "Pan, educación, libertad", que hace foco en las andanzas del inspector Jaritos, un hombre alejado del arquetipo del detective solitario y proclive a los excesos.
En este trío de novelas publicado por Tusquets, Márkaris narra una serie de crímenes cometidos bajo un paisaje social dominado por la quiebra económica de Grecia y el avance de grupos neonazis que amenazan a la población europea, mientras el euro agoniza y los países plantean la recuperación de sus antiguas monedas.
Además de consagrado escritor y cronista social, Márkaris fue el guionista de uno de los directores insignia de la cinematografía griega, Theo Angelopoulos, con quien trabajó en los guiones de "Días de 36", "Alejandro Magno", "La mirada de Ulises" y "La eternidad y un día".
"Escribo historias sobre el sufrimiento de la gente común. De hecho, la trilogía se completará con otro libro que narrará los errores que cometieron en la última crisis ya no los políticos sino los griegos ordinarios", adelanta el escritor.
- ¿Sus novelas tienen una recepción distinta en aquellos países que han atravesado crisis económicas como las que describe?
- Definitivamente, mis novelas se leen de manera muy diferente en España, Italia, Grecia y la Argentina respecto a la manera en que son recibidas en Holanda o Alemania. En los pocos días que estuve en Bueno Aires, vi claramente eso.
Los alemanes leen mis libros para entender justamente lo que sucede en estos países porque no están familiarizados con ese tipo de contextos críticos. Cuando hablo con un español, un griego o un argentino, prevalece un sentimiento en común que es el sentido del sufrimiento. Cuando en cambio hablo con un centroeuropeo hay un proceso mental en común pero no hay empatía con el sentimiento.
- En el caso de los lectores griegos o argentinos ¿Los móviles clásicos del policial aparecen desplazados por el interés que genera la descripción de ese contexto de inestabilidad social?
- Sí, claro, por lo general a este tipo de lectores les interesa más el contexto y no el argumento criminal de la novela: el quién mató a quién está relegado a un segundo plano. En esta trilogía, los lectores griegos o italianos entienden mejor a la familia del policía Kostas Jaritos que los alemanes, porque para ellos el concepto de familia no es tan importante y para nosotros sí.
- Su obra, justamente, se ha desmarcado de la interpelación típica del género en torno al móvil de un crimen ¿Cuáles son las preguntas que articulan sus ficciones?
- Escribo novelas político-sociales, donde la historia criminal se utiliza para abordar los problemas económicos y políticos de los países a los que se alude.
En la trilogía, quería contar tres historias diferentes conectadas con la crisis. La primera centrada en los bancos, la segunda en la evasión fiscal y la tercera en la clase política en Grecia después de la dictadura griega. A la vez, mi objetivo era mostrar en el transcurso de las tres novelas cómo cambió la realidad cotidiana de la gente y cómo se deterioraron las condiciones diarias de la vida.
La última novela arranca con el nuevo auto de Jaritos, al que debe dejar estacionado porque ya no lo puede usar debido a que los costos son imposibles de sobrellevar con la crisis. Esto le pasó justamente a miles de griegos que tuvieron que entregarlos o dejarlos estacionados porque ya no los pudieron mantener.
- ¿La elección de referentes políticos y geográficos tan reconocibles genera algún tipo de condicionamiento o plus durante el proceso de escritura?
- No podría hacerlo de otra forma. Hay una sola manera de entender el pasado en Grecia. Se trata de remontarse al pasado y ver qué ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial y cuáles fueron los efectos sobre el presente de la guerra civil que sacudió a Grecia.
Se trata de que el lector deje su enojo y su frustración para tratar de comprender, porque lo que hizo toda la clase política es impedir que la gente entienda lo que estaba pasando.
Sería muy fácil echarle la culpa a los alemanes o la Unión Europea, pero lo que debemos hacer los griegos es aceptar los errores propios. Los alemanes juegan un rol en todo eso porque justamente los griegos cometimos errores.
- El gran articulador de la trilogía es el dinero ¿Se podría decir que sumado al poder degradador de la moneda que usted denuncia se ha dado también una globalización económica que ha propiciado una globalización del crimen?
- Absolutamente. El crimen ya no es como en la época de Agatha Christie. Hoy el crimen es global. Países como Grecia a lo largo de su historia siempre fueron pobres pero decentes. Tenían una cultura de la pobreza. El problema es que no había cultura de riqueza, entonces cuando entre 1979 y 2010 tuvieron dinero se volvieron locos. Pensaron que no iban a sufrir más, pero ese fue un gran error.
El problema es que cuando tiraron por la borda la pobreza también tiraron los valores asociados a ella: ahora están volviendo a la pobreza sin los valores. Se deshicieron de los valores y ya no hay defensa.
- ¿Es el policial moderno una de las formas más apropiadas para retratar la sintomatología de esta época?
- La evolución de la novela policial va hacia atrás, es un camino hacia la novela del siglo XIX. Muchas de las novelas de esa época comienzan con una historia policial para hablar luego de la sociedad, entre ellas "Los miserables" de Victor Hugo y varias de las obras de Dostoievski. Hoy, muchos de nosotros arrancamos de una historia policial para hablar de otras realidades.
La ficción hecha con partículas de la realidad. Es una construcción, pero el material es la realidad porque no se contradicen. Aún así, la ficción no es igual a la realidad. Un escritor necesita de la realidad para construir su ficción.