Por Camelia Ilie, decada de Executive Education de INCAE y directora del Centro de Liderazgo Colaborativo y de la Mujer.
El modelo de liderazgo colaborativo no se refiere al trabajo en equipo, tampoco a tener reuniones para consultar cualquier decisión, estrategia que algunas empresas, con las mejores intenciones, implementan para resolver los problemas de silos. El liderazgo colaborativo debe buscar, en cambio, mejorar la capacidad de ejecución de la estrategia de las instituciones y para ello debe perseguir varios objetivos estratégicos.
En primer lugar, debe ayudar a las personas a desarrollar su trabajo y tomar decisiones pensando en el propósito de la organización, más allá de su puesto, equipo o unidad de trabajo. Cuando las personas trabajan con este alcance se sienten más motivadas, desarrollan un mayor nivel de empatía y toman decisiones pensando en el impacto que éstas pueden tener a nivel transversal en la organización.
A través de esto, se logran resolver los conflictos que surgen internamente por decisiones tomadas con alcance parcial, en una unidad de negocio, y se disminuyen los costos relacionados con la gestión de conflictos. De esta forma se reduce de forma natural el trabajo en silos. Además, al trabajar con el propósito de la organización desde las unidades comerciales, se puede mejorar de forma importante la relación con los clientes y ganar alcances mayores de los proyectos.
En segundo lugar, una cultura de liderazgo colaborativo es una forma natural de inclusión de las personas con género, educación y experiencia diferentes. Esto permite aportar distintos enfoques en la toma de decisiones en la empresa y reducir los riesgos de perder de vista aspectos importantes que puedan impactar negativamente en la empresa, en sus resultados o reputación. Se acostumbra decir en los foros de reflexión que quizás la crisis económica de 2008 hubiese sido menor si Lehman Brothers se hubiese llamado Lehman Brothers and Sisters.
En tercer lugar, el modelo de liderazgo colaborativo ayuda a las empresas a obtener el mayor retorno a la inversión realizada en sus empleados, dado que está científicamente probado que los hombres y las mujeres tienen fortalezas de pensamiento complementarias.
Cuando se cuenta con la diversidad de género en un equipo gerencial, se asegura en mayor grado la capacidad de tomar una decisión ejecutiva completa, que incluya la visión estratégica, la solución creativa, el riesgo mesurado, la capacidad analítica, la ejecución eficiente así como la empatía con las personas afectadas por una decisión.
En conclusión, la cultura de una organización basada en liderazgo colaborativo ayuda a las organizaciones a ejecutar mejor su estrategia, a tener empleados más motivados y clientes más contentos.