Flexibilización de los currículos, orientación académica, nuevas tecnologías y una mejor infraestructura son algunas de las estrategias adoptadas por las universidades del país para garantizar el derecho a la educación de las personas en condición de discapacidad.
Según el informe sobre discapacidad de la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial, más de mil millones de personas tienen algún tipo de limitación física o mental. Hoy, en medio de desarrollos científicos y tecnológicos, la academia ha logrado convertirse en un lugar estratégico para que jóvenes y adultos en condición de discapacidad materialicen su derecho a la educación y logren cumplir su sueño de ser profesionales.
En Colombia, donde se estima que el 6,5% de la población tiene alguna discapacidad, las instituciones de educación superior han dado un paso adelante para sumar esfuerzos y transformarse en espacios de inclusión. En esa búsqueda se creó en 2005 la Red Colombiana de Universidades por la Discapacidad (RCUD), una organización que reune actores del sector público y privado para socializar estrategias de educación inclusiva.
Aunque un estudio realizado en 2011 por la Universidad del Rosario sobre inclusión y participación de estudiantes en condición de discapacidad reconoce la disposición de las universidades para investigar y crear políticas integrales, Karin Garzón, profesora y miembro del grupo de investigación en ciencias de la rehabilitación de esa institución, cree que aún son muchos los desafíos para lograr una educación universal.
“Antes, pensar en la universidad para una persona en condición de discapacidad era algo imposible. Hoy el panorama es distinto. La educación superior se ha diversificado y la discapacidad se ha convertido en un asunto de toda la comunidad universitaria. Ahora se necesita romper paradigmas para crear verdaderos espacios de participación y convivencia”, explica.
Actualmente se han estructurado planes de acción y programas en campus como el del Rosario, para que los estudiantes, reciban acompañamiento desde el proceso de admisión hasta que culminen el programa académico. Además disponen de recursos, softwares especializados y dispositivos que codifican el sistema braille y facilitan el desarrollo de trabajos y exámenes en caso de discapacidad visual.
Otras universidades como la Javeriana han consolidado mesas interdisciplinarias de trabajo para analizar políticas de integración institucional. Es el caso de Incluir, un grupo que se ha encargado de fomentar prácticas inclusivas antes, durante y después del paso de los estudiantes por la institución. “Trabajamos en múltiples direcciones con el fin de identificar a las personas en situación de discapacidad y apoyar sus procesos. Realizamos anualmente foros académicos para compartir experiencias educativas y políticas de inclusión. Además preparamos talleres permanentemente con los profesores para fortalecer sus metodologías y los procesos de aprendizaje de los alumnos”, cuenta Viviana Aldana, directora del programa Universidad Saludable de la institución.
Adaptar los procesos académicos y los espacios físicos para un fácil acceso ha sido una de las premisas de la Universidad El Bosque. Alejandro Martínez, coordinador de voluntariado estudiantil y de tutorías del programa de apoyo al estudiante, señala que desde el primer semestre se hace un acompañamiento individual y tutorial para asegurar su acoplamiento al proceso académico.
Además, los edificios y aulas se han ido ajustando a las normas internacionales y cuentan con recursos tecnológicos que favorecen su estudio. “Estas acciones han permitido en los últimos años la graduación de estudiantes con diferentes tipos de discapacidad, no sólo física sino sensorial y motora, en carreras como ingeniería de sistemas, música, psicología y pedagogía infantil”.
Finalmente, la Universidad Nacional, una de las primeras instituciones en el país con programas reglamentados para la inclusión de poblaciones vulnerables, ha establecido distintos acuerdos para beneficiar a estos estudiantes en los costos de la matrícula y garantizar su libre acceso a los servicios del campus. Según su rector, Ignacio Mantilla, se han implementado cambios en la docencia, la investigación, la administración y la movilidad.
“La universidad realiza exámenes de admisión a personas en condición de discapacidad en situaciones especiales. Hay algunas con limitaciones físicas o que no pueden oír o ver y no son de ninguna manera discriminadas por eso. En el desarrollo de las carreras, la institución tiene un principio y es que a nadie se le califica de manera diferencial por sus limitaciones. Todos los estudiantes deben responder académicamente bajo las mismas condiciones”, concluye.