Con cuatro millones de años, esta maravilla natural en medio de colinas y montañas se ha convertido en uno de los atractivos más llamativos del norte de Santander.
A cinco horas de Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander, se encuentran Los Estoraques. Un parque declarado Área Natural Única en 1988 por el Sistema de Parques Nacionales debido a su belleza escénica y paisajística. Una reserva que reúne míticas figuras esculpidas por la erosión en la piedra rojiza y pedestales de diversas formas a las que la creencia popular ha llamado de varias formas: la cueva de los esqueletos, el barco, la ciudad perdida e incluso el sendero de la virgen.
El carácter exótico, único y fantasmagórico de sus formaciones geológicas, producto del viento, la lluvia y los movimientos telúrico, lo convirtieron en un destino frecuentado por artistas que encuentran inspiración en sus paisajes. Los largos veranos de enero a abril y de julio a septiembre cubren las 640 hectáreas de terreno desértico en el que habitan aves, reptiles y algunos mamíferos.
Estas tierras también son el hogar de árboles nativos como el mantequillo, el rampacho, el guayabo, el loqueto y el encenillo, que crecen acompañados por una vegetación de bosque seco premontano, hierbas y arbustos. A pesar de que la temperatura usualmente ronda los 22° C, se mantienen húmedos y frescos gracias al agua de quebradas como La Media, La Vaca, Volcán Blanco, Pantanillo, Caldo Huevo y Del Medio.
Aunque los paisajes erosionados y quebradizos, formados hace cuatro millones de años, son un extraordinario atractivo, desde 2010 han estado más solos que nunca. Las actividades masivas de senderismo y observación de fauna y flora silvestre se vieron interrumpidas debido a un litigio jurídico en el que se encuentra el parque. Las personas que lo visitan actualmente lo hacen bajo su responsabilidad, pero por la dificultad de los senderos no pueden realizar el recorrido completo.
Debido a la anterior, los seis kilómetros de superficie en donde se han encontrado vestigios arqueológicos como urnas funerarias, momias, cuevas con osamentas y petroglifos permanecen muy bien conservados. Sin tanta afluencia de visitantes es más fácil preservar las frágiles formaciones y su biodiversidad, única entre los ecosistemas semidesérticos del país.
Aún no se sabe con certeza cuándo será la reapertura de Los Estoraques al público, lo único claro es que este paraje rocoso de los nortesantandereanos ya no será, por un buen tiempo, el destino ecoturístico de propios y extranjeros, sino un extraordinario refugio que alberga la historia y el poder creador de la naturaleza.
* Fotografías parquesnacionales.gov.co / Alfonso Castillo / Alejandra García