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Descarbonización del cemento en construcción
Viernes, Julio 12, 2024 - 16:33
Planta Unacem Condorcocha-Unacem

La industria cementera se ha trazado como meta ser carbono neutral para el año 2050. El reto no será nada fácil, tomando en cuenta que es uno de los sectores con mayor índice de emisiones de CO2. A continuación, dos cementeras latinoamericanas nos cuentan cómo avanzan en su hoja de ruta.

Después del agua, el cemento es el segundo material más usado en el mundo y el principal para la industria de la construcción. Por ello, su uso intensivo en esta industria ha puesto en la mira su impacto ambiental. Según McKinsey, la producción de cemento libera alrededor del 8% de las emisiones totales de CO2 en todo el mundo, una de las huellas de carbono sectoriales más grandes del planeta.

Ante ello, la descarbonización de la industria se ha vuelto un punto importante en las cementeras de todas las regiones. Un reto bastante complejo, tomando en cuenta que el cemento es particularmente difícil de descarbonizar, ya que en los procesos químicos durante su producción libera directamente CO2.

“Tenemos una responsabilidad gigante como industria de descarbonizar nuestras operaciones y de emitir menos CO2. ¿Pero, qué sucede? El cemento no tiene cómo escaparse del CO2, porque para producirlo se quema piedra caliza que está compuesta por CO2. Por otro lado, tenemos el CO2 que se emite al calentar el horno para calcinar la caliza a temperaturas muy altas. El compromiso que ha asumido la industria cementera a nivel global y nosotros, en el Grupo UNACEM a nivel particular, es de ser carbono neutral para el 2050. Esto es una ambición gigantesca”, afirma Julia Sobrevilla, directora de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Grupo UNACEM, conglomerado empresarial de origen peruano.

En este contexto, según María Isabel Cárdenas, directora corporativa de Sostenibilidad de Cementos Argos, las cementeras están llamadas a liderar la transición energética y, en general, el cuidado de la naturaleza. “Estas tienen el potencial de adoptar tecnologías avanzadas y mejores prácticas, como la captura y almacenamiento de carbono y el uso de combustibles alternativos, para reducir su huella de carbono. Además, pueden contribuir a la economía circular mediante el uso de materiales reciclados y subproductos industriales, invertir en energías renovables, y apoyar la construcción de infraestructuras sostenibles”, dice la ejecutiva de la cementera colombiana.

Acciones en concreto

Al 2030, UNACEM, que cuenta con un portafolio de compañías en negocios de cemento, concreto, energía y servicios, con presencia en Perú, Ecuador, Chile, Colombia y Estados Unidos, tiene como meta alcanzar emisiones netas de 500 kg de CO2 por tonelada cementicia. En 2023, las emisiones fueron de 607 kg de CO2 por tonelada cementicia.

“Lo vamos a hacer con cinco palancas: la reducción del factor clínker (producto que se forma a partir de la calcinación de caliza, y arcilla y otros componentes minoritarios, a temperaturas que oscilan entre los 1.350 y 1.450ºC), el uso de combustibles alternativos, la mejora de la eficiencia eléctrica y térmica, la captura de carbono y la innovación”, resume Sobrevilla, quien destaca que una de las ventajas del grupo es que cuenta con su brazo energético, CELEPSA, empresa de energía que a a través de sus centrales hidroeléctricas alimentan de energía renovable algunas plantas de producción, como la de Atocongo, la instalación más grande del grupo ubicada en Lima.

En el caso de Argos, después de un proceso de auditoría, la iniciativa Science Based Targets (SBTi) validó su meta de reducir en un 21% las emisiones de CO2 a 2030, reconociendo la validez de su hoja de ruta en cambio climático con proyectos específicos probados. “En 2022 avanzamos en proyectos de optimización del uso del clínker y eficiencia energética, incremento de combustibles alternativos, disminución del factor clínker cemento y aumento del gas natural”, afirma Cárdenas.

Por el lado de la mitigación de emisiones, la cementera viene expandiendo capacidades en un piloto para evaluar nuevos sistemas de cultivo de microalgas, apuntando a capturas de aproximadamente 890 toneladas de CO2 /ha por año. 

“Nuestra meta es tener una planta piloto en funcionamiento en Cartagena para finales de 2024 que nos permita validar la cadena de transformación del CO2 a biocrudo. Junto con la Universidad de Antioquia, obtuvimos una patente que protege nuestros avances en la producción de biocombustibles a partir de biomasa de microalgas”, señala María Isabel Cárdenas.

Sustituir para mitigar impactos

El clinker no es solo el principal insumo para la fabricación de cemento, sino que es el mayor contaminante. Y es que su proceso de producción implica calcinar caliza y arcilla, lo que emite la mayor cantidad de CO2 en la fabricación.

Por ello, las cementeras han emprendido una carrera para encontrar sustitutos del clinker que ayuden a reducir las emisiones de CO2 del proceso de fabricación de cemento. Una misión titánica, tomando en cuenta que el clínker representa hasta un 95% de los polvos que componen el cemento, sin que este pierda sus características principales: la resistencia y durabilidad. 

En ese sentido, ya muchas están encaminadas en el desarrollo de cemento verde o alternativo a la par que convencen a algunos sectores de la industria de la construcción que se muestran reacios  sobre el uso de nuevos materiales.

"Vamos a  innovar con otros materiales porque el cemento que producimos, en su mayoría, tiene mucho clinker. En nuestro caso, en Ecuador, hay un material que se llama puzolana que es básicamente lava, es caliza que ya se calcinó y ya botó todo el CO2. Entonces, todas las zonas volcánicas tienen mucha puzolana que es un excelente reemplazo sin CO2. Nuestro cemento va aumentando en puzolana y en nuestra planta en Ecuador, que está ubicada en una zona volcánica y tiene mucha puzolana", dice Julia Sobrevilla.

Para María Isabel Cárdenas, el impacto ambiental del cemento es innegable y la búsqueda de alternativas que se adecúen a la realidad del cambio climático y al respeto por los recursos naturales y la biodiversidad "es una necesidad para seguir operando en el largo plazo".

En ese sentido, Cementos Argos ya tiene avanzado el proyecto de cemento verde, en el cual ha invertido más de US$ 78 millones y que incorpora arcillas activadas térmicamente en la fórmula tradicional de fabricación del cemento. "Estas arcillas disminuyen el uso del clínker y permiten obtener un material más amigable con el medioambiente, dado que durante el proceso se reducen hasta en un 38 % las emisiones de CO2 y hasta en un 30% el consumo de energía. Con esta innovación estamos a la vanguardia en el compromiso con el cambio climático y nos adelantamos al nuevo paradigma de materiales cementantes sustitutos en la industria, al tiempo que logramos mayor flexibilidad para ofrecer a nuestros clientes la posibilidad de personalizar los cementos de acuerdo con los requerimientos de sus proyectos" explica Cárdenas.

Por el lado energético, a principios de 2022 en la de Planta Piedras Azules, en Honduras, Argos realizó con éxito una prueba de inyección de hidrógeno en el horno. "Esta tecnología presenta grandes oportunidades para la reducción de gases de efecto invernadero en la producción de cemento, debido a que, con la inyección de pequeñas cantidades de hidrógeno, se logró una reducción del 2% en el consumo de combustible fósil y una mayor eficiencia en la combustión, lo que permitió incrementar el uso de llantas como combustible alternativo. Adicionalmente, se aumentó en un 3% la producción de clínker", afirma la directora corporativa de Sostenibilidad de Cementos Argos.

Gracias a estos resultados, en el segundo semestre implementamos la inyección de hidrógeno de manera permanente en el horno, con una inversión de US$ 1,1 millones. "Este proyecto se convierte en el punto de inicio que nos permite soñar con su implementación en otras geografías para continuar reduciendo nuestras emisiones de CO2", concluye Cárdenas.

Autores

Natalia Vera Ramírez