Tras haber dejado el sillón presidencial en el año 2010, Vásquez tiene por objetivo dar continuidad a las líneas sociales y económicas izquierdistas de una forma más "ejecutiva" que su antecesor José Mujica.
Montevideo. Tabaré Vázquez llega por segunda vez a la presidencia de Uruguay comprometido a dar continuidad a las líneas sociales y económicas izquierdistas con su propio sello y perfil, más ejecutivo y protocolar que su popular y procaz antecesor José Mujica.
Luego de asegurar la continuidad de la izquierda con un triunfo sobre su rival conservador en las elecciones de noviembre, Vázquez, a sus 75 años sucede al ex guerrillero de 79 años que amplió la agenda progresista con la aprobación del aborto, el matrimonio gay y la legalización de la marihuana.
Sus desafíos se concentran en mejorar la educación, la infraestructura, la salud y la inseguridad, así como cuidar que la economía siga manteniendo un ritmo de crecimiento que ha promediado un 6 por ciento en la última década desmarcándola de los tiempos de desaceleración en la región.
Este padre de cuatro hijos, nacido en un barrio obrero de Montevideo, se involucró en la política a los 40 años y hoy es la figura que logra consenso en una coalición de izquierda donde conviven posiciones extremas.
Tranquilo y de trato afable, su estilo contrasta con el del agudo presidente Mujica, a quien le entregó la banda presidencial en el 2010 y quien se la devolvió el domingo.
Hace algunos años reconoció que de niño nunca se planteó dedicarse a la política y que siempre quiso ser médico oncólogo, una meta que se fijó y logró años después con la muerte de sus padres y su hermana por cáncer.
No obstante, la dictadura de 1973 a 1985 lo marcó y comenzó a trabajar con los socialistas en la clandestinidad.
"Hay valores y principios que en estos tiempos del mundo deseo reivindicar, asumir y llevar a la práctica: libertad, igualdad, justicia, democracia, autodeterminación de los pueblos, ilustración, fraternidad, solidaridad, integración, respeto y tolerancia hacia los otros".
"Son mandatos que emanan del pensamiento artiguista y que intentaré aplicar". Con estas palabras concluyó el domingo el discurso que siguió a su juramento a defender la Constitución y en el que puso énfasis a los 30 años de democracia ininterrumpida en Uruguay.
HA APRENDIDO
El médico oncólogo que implementó una exitosa campaña antitabaquismo por la que el país enfrenta una demanda millonaria de Philip Morris, fue el primer presidente de izquierda de Uruguay, entre 2005 y 2010, y terminó su mandato con un 70 por ciento de aprobación popular.
"Es evidente que Vázquez en el primer período fue ejecutivo y creo que eso se va acentuar por sus características naturales, va actuar con una capacidad de decisión rápida y directa; le va a dar una ventaja sobre Mujica, que fue más dialoguista", dijo a Reuters una fuente de la coalición de izquierda Frente Amplio.
De formación lógica y científica, y según versiones de prensa integrante de la masonería, viene desarrollando su liderazgo desde la adolescencia, cuando a los 18 años fundó junto a un grupo de amigos el club de fútbol "Arbolito".
"Es una gran persona y cuando tuvo que jugarse por el club, lo hizo. Es una persona de pueblo, muy trabajador y solidario", dijo su amigo personal José Pelufo.
Sin embargo, durante su primer mandato algunos criticaron la centralización de los temas y un espacio reducido para la discusión de las ideas.
Víctor Rossi, ministro de Transporte en su primer presidencia y ahora en la segunda, consideró que Vázquez "ha ido madurando en cómo pararse, qué rol jugar o cómo actuar".
"Vázquez siempre fue un hombre de equipo, pero ahora seguramente ha acumulado conocimiento y experiencia que le permite incidir más directamente en la definición de los temas", agregó.
Vázquez aspira a profundizar las políticas sociales que han sido la base del capital político del Frente Amplio, pero además tendrá el desafío de ampliar la integración latinoamericana que comenzó a trabajar Mujica y recomponer sus relaciones con Argentina, un país clave para la pequeña economía uruguaya y con el que tuvo agrios enfrentamientos en su primer mandato.
También tendrá que avanzar con las reformas progresistas aprobadas por Mujica como la despenalización del aborto que Vázquez había vetado en su primer gobierno. Igualmente deberá vigilar la nueva ley sobre producción y comercio de marihuana, que ha tenido problemas de implementación.
Tras haber iniciado su camino en la política en 1983, fue jefe de la comuna capitalina en 1990-1995, donde se destacó por un buen vínculo con un conflictivo sindicato aunque luego perdió tres intentos de elecciones nacionales hasta 2005.
Vázquez es hijo de un sindicalista de la única refinería de petróleo del país, de origen humilde, y es el prototipo de quien empezó de abajo, logró estudiar en la universidad estatal y llegó a ser un profesional exitoso.
"Me parece una buena persona, creo que es más estricto que Mujica pero es alguien solidario", dijo Mary Núñez, una jubilada de 62 años que votó por él.