De acuerdo con el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el conflicto entre las guerrillas de Sendero Luminoso y las fuerzas de seguridad peruanas dejó alrededor de 69.000 muertos y 15.000 desaparecidos, la mayoría de los cuales fueron indígenas de la etnia quechua.
Lima. La apertura días atrás del Lugar de la Memoria, un impresionante edificio de tres niveles donde se registran los hechos más destacados de la guerra fratricida que sufrió Perú, supone un paso más con el que los peruanos esperan cerrar las heridas del conflicto interno que padeció el país entre los años 1980 y 2000.
De acuerdo con el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el conflicto entre las guerrillas de Sendero Luminoso y las fuerzas de seguridad peruanas dejó alrededor de 69.000 muertos y 15.000 desaparecidos, la mayoría de los cuales fueron indígenas de la etnia quechua.
A la apertura de este centro, el pasado 17 de diciembre, asistieron el presidente peruano, Ollanta Humala; la representante regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Carmen Rosa Villa; y el presidente de la Comisión de Alto Nivel del Lugar de la Memoria, Diego García Sayán, entre otras personalidades.
"Es importante que haya reconciliación", expresó el presidente peruano durante la inauguración de este recinto histórico, donde se recogen algunas muestras de lo que significó la guerra civil que enfrentó a los peruanos a finales del siglo pasado.
Según el jefe de Estado, uno de los requisitos previos para alcanzar la reconciliación es la justicia, expresión que debe alcanzarse especialmente con las familias de los desaparecidos, algunos de cuyos cuerpos fueron encontrados en recintos militares como el cuartel Los Cabitos de Ayacucho, en la zona surandina de este país.
En el museo de la Memoria se exhibe información estadística según la que, hasta el momento, solamente se han desenterrado 3.202 cuerpos de desaparecidos, de los cuales se han logrado identificar, luego de varios años de investigación, los restos de 1.833 personas.
Las autoridades peruanas del Ministerio Público han entregado los restos de 1.644 desaparecidos a sus familiares, pero, pese a este esfuerzo, quedan por desenterrar alrededor de 4.000 fosas comunes donde aún permanecen enterrados miles de desaparecidos.
Humala exhortó a todos los peruanos a mirar hacia adelante y a apreciar este museo como un lugar de reflexión para que nunca más se repitan estas prácticas terroristas. Así, defendió que se debe zanjar el pasado para no volver a repetir la historia.
Según información mostrada en el flamante complejo, durante los años de violencia alrededor de 5.000 comunidades campesinas de las zonas andinas de la región sur de Perú fueron víctimas del fuego cruzado entre los senderistas y las fuerzas de seguridad.
De esta época, el Lugar de la Memoria también ha recopilado testimonios de campesinos y campesinas, quienes fueron víctimas de torturas, violaciones sexuales y ejecuciones, en el marco de la guerra.
El presidente de la Comisión de Alto Nivel del Lugar de la Memoria, Diego García Sayán, quien trabajó arduamente para hacer realidad este recinto, instó a todos los peruanos a hacer de este lugar un punto de encuentro y reflexión.
Sayán hizo un llamado a la reconciliación para superar la etapa más traumática de la guerra interna, que aún muestra las huellas dolorosas en los familiares de los que cayeron bajo las balas o las bayonetas.
"Algunos sectores politizados alientan la polarización y el enfrentamiento, pero entre los que han estado más cerca de la violencia hay una búsqueda de consenso y armonía", sostuvo ante las críticas de algunas posiciones radicales que solamente reconocen a un sector como víctimas.
También fueron invitados a la ceremonia inaugural 20 familiares de las víctimas de diferentes regiones del país, quienes durante el acto ofrecieron sus testimonios.
La muestra permanente, desplegada en los tres niveles del edificio, ofrece a los visitantes los testimonios grabados de quienes fueron protagonistas de este conflicto y las explicaciones del origen y cómo ocurrió la lucha, cuyas huellas han calado en todos los peruanos.
Una de las víctimas de esta guerra, la ahora diputada del Parlamento andino Hilara Supa, es una indígena quechuahablante que durante la década de los 80 del siglo pasado vivió de cerca el conflicto armado, en el que perdió a algunos de sus familiares.
Como miembro de la Comisión de Alto Nivel del Lugar de la Memoria también puso su aporte para que este museo se convierta en un lugar de tolerancia e inclusión social de los millones de indígenas peruanos que sufrieron por décadas la segregación racial y social.
Supa precisó que durante la guerra interna fueron destruidas comunidades campesinas, cuyas poblaciones inocentes fueron acusadas injustamente de apoyar a Sendero Luminoso. Con esta destrucción, además, se perdieron conocimientos ancestrales.
Las salas recuerdan a comunidades arrasadas por el fuego cruzado como Uchuraccay, que fue diezmada por Sendero Luminoso porque se habían organizado en comités de autodefensa, y otras como Putis y Acomarca, aniquiladas por soldados tras ser acusadas de apoyar a las guerrillas.
El lugar de la memoria es el resultado del trabajo de la Comisión de Alto Nivel del Lugar de la Memoria y del apoyo del Gobierno de Alemania, que aportó la financiación para la construcción de un lugar en el que los peruanos podrán reencontrarse, construir la reconciliación nacional y superar los traumas de la guerra civil.