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¿Por qué leer a un marxista?
Martes, Noviembre 6, 2012 - 14:34

Historia del siglo XX,de Eric Hobsbawm, es uno de los ensayos históricos más lúcidos y honestos sobre este periodo, y una clave ineludible para entender el que vivimos hoy.

Que el siglo XXI tiene características distintivas y autónomas del tristemente célebre siglo XX es algo incontrovertible. Y una de
estas características o fenómenos distintivos del siglo que nos precede es el comunismo, ese sistema que naufragó en las experiencias de los socialismos reales. Los tiempos en que existía la Unión Soviética parecen tan pretéritos que incluso
nos hacen olvidar que todavía existe –al menos nominalmente– una China comunista. Otro rasgo que marcó el siglo, al menos durante la segunda mitad, la amenaza nuclear, no es ni la sombra de lo que fue, incluso en un Israel amenazado por Irán o en un Japón asolado por un maremoto y terremoto de gran magnitud.

Y América Latina tampoco es ya absolutamente un crisol de sociedades en tránsito entre un pasado colonial y rural, y un futuro malamente urbano e incierto en la división mundial del trabajo. ¿Entonces por qué detenerse en la lectura del recientemente fallecido historiador Eric Hobsbawm, un hombre del siglo XX y, como tal, comprometido con las causas de su época? Simple.

Pues porque su Historia del siglo XX representa uno de los ensayos más lúcidos y honestos acerca de los fenómenos que compusieron la época estudiada. Al punto que una lectura atenta preludia nuestro propio siglo y nos permite entenderlo, ofreciendo una visión de todas las condiciones –políticas, económicas, sociales y culturales– que caracterizan nuestra experiencia
como contemporáneos al siglo XXI.

Hobsbawm escribe, además, con el rigor de la tradición historiográfica británica, que acude tanto a las series estadísticas como a la autocrítica epistemológica, aquella donde el observador se obliga a explicitar todos sus sesgos. La otra gran vertiente de pensamiento seguida por este autor es, por cierto, el materialismo histórico, que guste o no, obliga a hablar desde una perspectiva profundamente económica, la que sin dudas mejora la comprensión del entorno de hoy.

Hobsbawm se detiene en el éxito de los sistemas económicos occidentales que surgen después de la Segunda Guerra Mundial, bajo los principios liberales clásicos, pero modificados en respuesta a la competencia de la planificación soviética (que parecía contracíclica y una alternativa atractiva para las ingentes demandas sociales desatadas durante la primera mitad del siglo). Según el historiador, ese periodo, la “Edad de Oro”, se caracterizó por la ausencia de contradicciones entre una economía y una sociedad en expansión, cuya relación creaba mercados de consumo en los propios trabajadores que alimentaban los circuitos productivos.

Sin embargo, la explosión demográfica, la tecnificación de la producción y su consecuente reducción de trabajadores, terminaron por desajustar la ecuación, produciendo oleadas periódicas de crisis. Éstas, sumadas a otros efectos de profundos cambios políticos, sociales y culturales, que Hobsbawm explica magistralmente, llevaron a nuevas épocas de conflictos profundos.

El mundo se encontró entonces con dos alternativas impotentes: las viejas recetas keynesianas, totalmente inocuas frente al problema, y las nuevas recetas de Von Hayek, con principios activos más potentes, pero también tan peligrosos como para temer que el remedio sea peor que la enfermedad. ¿No está el mundo acaso todavía resolviendo esa fórmula?

Autores

Andrés Almeida