Diabéticos y obesos diabéticos estarán cada vez más en peligro cuanto más avance el Calentamiento Global. Confirman la fuerte reducción que la enfermedad produce en el manejo de la temperatura corporal.
Cluster Salud. Los días en que el sol martilla desde lo alto abandonan en abril el hemisferio austral y parten sobre la línea del Ecuador. Lo hacen luego de que la reciente aventura “extramarital” entre el efecto de “El Niño” y el calentamiento planetario produjeran el mes de febrero más caluroso del cual se tenga registro. Y en todo el mundo.
Aún así, para mucho millones esto de un planeta más caliente sigue pareciendo un problema tan lejano como ajeno. Pero si el lector es obeso y ya tiene diabetes, o ella está saludándolo desde el horizonte, el ese problema en realidad podría estar a la vuelta de la esquina. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, de los 500 millones de personas en todo el mundo los cuales se calcula que tienen diabetes, el 90% sufre diabetes tipo 2. Y tal cifra se espera que, tan pronto como en 2020, se incrementará de forma dramática.
¿Qué significa eso? Un nuevo trabajo, de un grupo de investigadores de la Universidad de Ottawa, en Canadá, ha confirmado algo que en la práctica se observaba, pero muchas veces se asociaba a elementos subjetivos internos o variables externas: los diabéticos pueden llegar a perder gran parte de la capacidad de su cuerpo para termorregularse.
En un paper llamado “Regulación de la temperatura corporal en la diabetes”, el Dr. Glen Kenny pone de relieve que ya no puede negarse que la enfermedad conduce a una relativa incapacidad para regular adecuadamente la temperatura central.
No es un tema menor. Como lo afirma el trabajo, esto puede tener un profundo impacto en la capacidad de las personas con diabetes para trabajar (con o sin calentamiento global) y jugar, si son niños, en entornos adversos; lo cual incluye a los trabajadores en muchas industrias vitales donde se exponen con regularidad a condiciones ambientales duras, por exceso de calor.
Kenny no es un recién llegado. Durante los últimos 20 años ha dirigido sus actividades de investigación en la comprensión de cómo las poblaciones vulnerables: adultos mayores y personas con problemas de salud crónicos responden y se adaptan a ambientes agresivos y de temperaturas extremas. En colaboración con Ryan McGinn de la Universidad de Ottawa (personal con formación médica) y el Dr. Ronal Sigal de la Universidad de Calgary (endocrinólogo, experto mundial en la actividad física y la diabetes), su trabajo -publicado en la revista Temperature- analiza los efectos de la diabetes sobre la capacidad del cuerpo para disipar el calor.
Esta información es particularmente oportuna, teniendo en cuenta que el aumento de la temperatura ambiente ha sido identificado como una importante amenaza para la salud mundial, especialmente en los grupos de población más vulnerables. Y los datos no dejan dudas: las personas con diabetes tienen un riesgo significativamente mayor de morbilidad y mortalidad relacionada con el calor en comparación con la población general. Se nota que, en comparación con los adultos jóvenes, adultos activos incluso relativamente sanos de ≥ 40 años, los diabéticos tienen una capacidad reducida para disipar el calor durante la exposición a ambientes cálidos, tanto en reposo como bajo actividad física. Ello, aunque su diabetes tipo 2 esté bien controlada.
Importa aclarar que la diabetes tipo 2, a menudo, se acompaña de una o más otras condiciones de salud (obesidad, hipertensión, enfermedad cardiovascular) lo que puede afectar aún más la capacidad de un individuo para disipar el calor durante un estrés por temperatura.
Mientras que la investigación sobre este tema sigue siendo relativamente limitada, los autores señalan que existe una importante necesidad de desarrollar una comprensión sólida de las relaciones de causa y efecto entre los resultados ambientales y de salud térmicas a nivel de población, incluyendo la identificación basada en la evidencia de "alto riesgo" condiciones ambientales para activar adecuada a corto plazo (sistema de alerta de salud, plan de respuesta de emergencia) y a largo plazo (estrategias de adaptación para las personas vulnerables) organizar actividades de gestión de la respuesta que mejorarán nuestra capacidad para planificar y responder a las temperaturas extremas y, por lo tanto, proteger nuestro poblaciones vulnerables.
El trabajo realizado por el Dr. Kenny emplea un enfoque único para evaluar la función termorreguladora en individuos con diabetes. Concomitante con las medidas tradicionales de la función termorreguladora (flujo sanguíneo de la piel, la tasa de sudoración, temperatura corporal), sus estudios integran el uso de un calorímetro de todo el cuerpo, único en su tipo, para medir con precisión las tasas de pérdida de calor corporal y la los cambios resultantes en el almacenamiento de calor. Este nuevo enfoque ha permitido a su equipo de investigación para lograr una visión sin precedentes de la medida en que la diabetes puede deteriorar la función termorreguladora.
Si bien tiende a verse como un problema médico y personal, dada la verdadera epidemia en que se ha convertido la diabetes por las desastrosa combinación de dietas altas en azúcares y carbohidratos refinados, con consumo fuerte de grasas no saludables, en muchas industrias vitales, lo anterior supone el desarrollo de nuevas estrategias de gestión adaptadas a proteger a sus trabajadores vulnerables por el envejecimiento y por la diabetes, los que representan una proporción creciente de la fuerza de trabajo del mundo.