Rotunda, expresiva, divertida, de fuerte carácter y una de las grandes divas del cine. A punto de cumplir 80 años Sophia Loren no ha perdido un ápice de su fuerza e italianidad, características que junto a su tremenda belleza y a su sensibilidad han hecho de ella una de las estrellas más brillantes del séptimo arte.
Forma parte de las estrellas del cine clásico, de esos grandes actores y actrices que con su sola presencia iluminan cualquier película y que han contribuido a que el séptimo arte sea de verdad ARTE con mayúsculas.
Pero la vida de Sofia Loren no siempre estuvo rodeada de glamour ni de éxito. Cuando está a punto de cumplir 80 años, la actriz italiana nunca olvida que nació como Sofia Villani Scicolone y que en su infancia pasó hambre.
Una infancia dura
"Cuando era pequeña, con mi madre y mi hermana no teníamos mucho dinero, ni siquiera para comer. Fue el momento más triste de mi vida. Si no tienes suficiente para comer, no tienes suficiente energía. No encuentras fuerza", recordaba Loren en una clase magistral en el último Festival de Cannes, en la que sin embargo hablaba con ternura de su infancia en Nápoles (oeste de Italia).
Una época dura de la que salió a base de esfuerzo. Despuntó pronto en concursos de belleza locales y regionales y en 1951 se presentó a Miss Italia 1951, donde no ganó -la eligieron Miss Elegancia-, pero conoció en el jurado al hombre que guió su larga carrera cinematográfica, el productor Carlo Ponti, 20 años mayor que ella y con el que se casó por poderes el 17 de septiembre de 1957 en México y con el que tuvo dos hijos: Carlo y Edoardo.
La joven actriz ya había comenzado su carrera en el cine antes de conocer a Ponti, en pequeñas apariciones, en varias ocasiones bailando. "Intentaba introducirme en ese mundo difícil del cine, pero al comienzo era muy difícil. Quería trabajo pero mi madre, mi hermana y yo no teníamos ni qué comer, así que cuando bailaba tenía tal dolor de estómago que estaba a punto de desmayarme", contaba la actriz sin adornar un pasado del que habla sin parar.
Pero su primera verdadera oportunidad en el cine llegaría pronto, cuando tenía 20 años. Fue en "L'oro di Napoli", donde interpretó a una "pizzaiola", un pequeño papel que le ofreció el que se convertiría en el director más importante de su carrera: Vittorio de Sica.
La proverbial aparición de Vittorio de Sica
"De Sica se reunió conmigo en Roma un día y me dijo: Estoy preparando 'L'oro di Napole', un libro bellísmo de (Giuseppe) Marota donde hay una secuencia de una pizzaiola que se llama como tú, Sofía", explicaba la actriz en Cannes.
Ella le dijo que no quería hacer pruebas porque cada vez que hacía una la rechazaban porque le decían que era muy alta o tenía la boca demasiado grande. Así que De Sica la contrató sin prueba alguna y tres días más tarde estaban rodando en Nápoles.
El realizador era un "hombre extraordinario", como ha repetido muchas veces la actriz, que ha reconocido siempre sin pudor que gracias a él se convirtió en la estrella que es. Porque cuando empezó a trabajar con él ella no era una actriz, no había recibido ningún tipo de preparación. "No sabía hacer nada", aseguraba en Cannes entre risas.
"Comencé a hacer el filme y De Sica, con su 'savoir faire' y con su modo de hacerte hacer las cosas, hizo de mí un personaje del que aún hoy se habla. Tuve la gran suerte de encontrar a un director como él", con quien haría otros 13 fantásticos largometrajes, como "Matrimonio all'italiana" o "Ieri, oggi, domani".
Loren se convirtió pronto en una de las actrices más solicitadas del momento y le llamaron de Hollywood para hacer filmes como "The Pride and the Passion" (1957), de Stanley Kramer, en el que compartió protagonismo con Cary Grant y Frank Sinatra, una película en la que hasta se atrevió a bailar flamenco.
"La Ciociara"
Pero su mejor trabajo y por el que recibió un Óscar, además de otra veintena de premios, fue el de Cesira en "La ciociara", un papel que a priori no era el más adecuado para la actriz, mucho más joven que la protagonista. Pero Anna Magnani no solo rechazó el ofrecimiento de De Sica, si no que recomendó que fuera Sofía Loren la que encarnara el papel.
Una durísima historia que demostró que Loren era una gran actriz capaz de muchos más registros que los de las comedia que hasta ese momento protagonizaba.
Fue un papel que, como ella reconoce, le cambió la vida como actriz. No solo le llenó de reconocimientos en forma de los principales premios cinematográficos -el Óscar, el Bafta o el de interpretación de Cannes, entre otros- si no que le hizo comprender que no había nada imposible de hacer para ella en el mundo del cine.
Una época que recuerda con mucho cariño, tanto como la noche en la que ganó el Óscar -el primero para un intérprete por un papel que no fuera en inglés- pese a que no estaba presente en la ceremonia.
"Pensaba que si por casualidad lo ganaba, me desmayaría. Y pensé que sería mejor desmayarme en casa que delante de todo el mundo, así que no fui. La noche fue muy larga, nos equivocamos con el horario. Pensábamos que a las 6 de la mañana todo había terminado y nos íbamos a la cama cuando suena el teléfono. Era Cary Grant: 'Sophia, has ganado". Y tras casi desmayarse, se dijo: "Soy una gran actriz y he ganado el Óscar".
El gran Marcello, su gran amor del cine
Fue sin duda el momento más importante de su carrera, pero a lo largo de sus más de 60 años de dedicación al cine, "la Loren" realizó muchos otros papeles importantes: "El Cid", "The fall of the roman empire", "Lady L", "Arabesque", "A countess from Hong Kong", "Verdict", "Brass Target", "Pret-a-porter" o "Nine", en las que compartió protagonismo con actores como Gregory Peck, Marlon Brando, Paul Newman, Gary Grant, Charlton Heston o Daniel Day lewis.
Pero si hubo un hombre importante en su carrera y un compañero junto al que se sentía bien, ese fue el gran Marcello Mastroianni, con el que hizo 12 películas, desde "Peccato che sia una canaglia" (1955) a "Pret-à-porter" (1994), su última aparición juntos.
De esa docena de películas destacan dos: "Matrimonio all'italiana" (1964), el título más popular de su filmografía, y "Una giornata particulare" (1977), una joya de sensibilidad dirigida por Ettore Scola.
"Hicimos tantas cosas juntos...", recordaba la actriz sin poder evitar las lágrimas al recordar a su "gran amor del cine". De él dijo en una ocasión: "Marcello es un hombre que piensa como un hombre, habla como un hombre, ¡es un hombre!. Tiene tal magnetismo que saca el verdadero alma de cada mujer".
Una amistad que perduró durante los años, hasta la muerte del actor en diciembre de 1996. "Es el día más triste de mi vida, junto con el día en que falleció mi madre", dijo Loren al conocer el fallecimiento de Mastroianni.
Palabras expresivas como las que siempre pronuncia una actriz que pese a su edad sigue conservando la vitalidad de sus inicios, porque, como ella dice: "La vida es bella y uno tiene que intentar hacer lo que te gusta".
* Reportaje EFE