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Varios tipos de animales en extinción aún forman parte de la dieta en Bolivia
Domingo, Febrero 22, 2015 - 11:13

A pesar de que existen leyes que prohíben su caza y captura, en la dieta del país -e incluso en tradiciones y fiestas religiosas- se encuentra el uso de un centenar de especies en franca posibilidad de desaparecer.

En la diversidad de la gastronomía boliviana existen al menos siete tipos de animales en peligro de extinción que son utilizadas para un amplio consumo, pese a que la Ley de Medio Ambiente prohíbe su caza o captura.

“El wallake, en su mayoría, se prepara con el karachi; el ispi y el mauri se comen fritos, y el pacú es comida a la parrilla. También se hacen tortillas de peta (tortuga) o flamenco, chicharrón de lagarto y otros que se consumen de forma ilegal en todo el país”, explica Susana del Carpio, presidenta de Animales SOS.

La activista, que hace un seguimiento a la captura y comercialización ilegal de diferentes animales silvestres, señala que en la lista del Libro Rojo también está la rana del lago Titicaca, que es vendida en la feria 16 de Julio y esporádicamente en la Ceja, ambas en El Alto, como pócima medicinal.

“Si no ponemos un alto, en treinta años estos animales serán parte de la historia”, advierte la activista.

El viceministerio de Medio Ambiente y Biodiversidad presentó en diciembre de 2009 el Libro Rojo de Vertebrados Silvestres de Bolivia, en el que se identifican casi 200 especies en riesgo de desaparecer, entre peces, reptiles, anfibios, mamíferos y aves. 

Verónica Vargas, responsable de Vida Silvestre de la citada cartera, especifica que en la compleja lista figuran los peces pacú, karachi, mauri e ispi, dos especies de monos, al igual que el lagarto que no proviene de criaderos, el venado, el tatú, la peta y el flamenco, los últimos dos por el consumo de sus huevos.

“Desde hace varias décadas algunos peces, mamíferos, aves y reptiles, entre otros, son parte de la gastronomía boliviana. Su alta demanda para el consumo en los mercados pone en peligro su sobrevivencia”, dice Vargas.

Del Carpio recuerda que a pesar de la existencia de la ley, la Constitución Política del Estado permite el consumo de especies silvestres a los pueblos indígenas originarios para su subsistencia, pero prohíbe la comercialización. Ahí existe una clara puerta de escape que facilita el cuadro que se vive actualmente.

Un simple recorrido por la zona del Cementerio en La Paz, donde habitualmente se vende todo tipo de pescados crudos y cocidos, permite observar que los puestos comercializan diariamente un centenar de platos de wallake con karachi.

La mercadería llega todos los días fresca. Con el wallake se prepara una sopa que se sirve con el karachi, todo acompañado de papas, chuño y k’oa (hierba del occidente que le da un sabor más intenso al caldo). Esta preparación es bastante demandada en el altiplano paceño.

En Beni, los huevos de peta se comercializan en varios puntos conocidos, al igual que los de   tortuga acuática. Ambos productos son el ingrediente principal para algunas comidas, como las tortillas que se sirven en el desayuno o almuerzo beniano. Hay lugares como Pando en los que comen tortuga en caldo.

En tanto, las ranas del lago Titicaca son licuadas y preparadas como pócimas que supuestamente sirven para curar una larga lista de males, por lo que ostentan una alta demanda en las calles de El Alto y en Desaguadero. 

La Policía Forestal de Medio Ambiente (Pofoma) realiza con frecuencia un trabajo de investigación para decomisar ejemplares de la fauna silvestre que son comercializados. 

Sin embargo, en la institución explican que no poseen tuición sobre los platos que se preparan con las especies prohibidas, originándose allí un segundo vacío legal en la realidad descrita.

“El ministerio de Agricultura debe establecer qué tipos de carne se pueden comercializar para preparar comida y los que elaboran éstos deben tener un permiso. Mientras no haya esto, sólo podemos evitar que se vendan los animales silvestres vivos, disecados o como adornos de trajes folklóricos u otros”, precisa el director de Pofoma, coronel Roberto Guardia.

La autoridad policial indica que por el momento se realiza un seguimiento a los comercializadores del licuado de rana. “En este tema se tiene que manifestar el ministerio de Salud y decir si realmente es bueno para la salud o decir que es nocivo porque es su competencia, pero no hay nada”.

La responsable de Vida Silvestre en el ministerio de Medio Ambiente y Biodiversidad,  Verónica Vargas, coincide con el uniformado.  Dice que para evitar la extinción de los peces, tanto de los ríos de tierras bajas y del lago Titicaca, la cartera de Agricultura debe establecer la veda para que las hembras en periodo de oviposición depositen sus huevos. 

En la cuenca lacustre existen 80.000 millones de toneladas de peces.

Entre los animales en riesgo de desaparecer se encuentran casi 400 tipos de mamíferos en una lista roja, pero unos 60 se encuentran en una situación extremadamente grave. En las aves, unas 1500 especies sobre las que hay que tener cuidado, poco más de cuarenta entraron a un momento muy crítico de sobrevivencia, especialmente por la caza furtiva.

En los peces la realidad es similar. De las más de 700 especies existentes en Bolivia, poco más de cuarenta están en peligro de extinción, particularmente las que viven en el Titicaca.

Como deslizó el director de Pofoma, el otro uso complejo para la existencia de animales es en los trajes de bailes para festividades religiosas. Caparazones de quirquinchos, plumas de flamencos y pieles de zorros, venados, jaguares  y tigrecillos son sólo algunos de los tipos de elementos por los que también sufren las especies.

Autores

La Razon/ LifeStyle