En un contexto de probables cambios estructurales en el mundo y de incertidumbre en torno a lo que pueda ocurrir con los giros de política en algunas de las potencias globales, proyectar el crecimiento de los países y diagramar lo que será el escenario económico internacional en 2050 es un reto enorme.
Sin embargo, ciertas tendencias difícilmente cambiarán, como el crecimiento demográfico; y tomarán mucha importancia la inversión en tecnología e investigación, los avances en los índices de competitividad o los costos y barreras de hacer negocios. En ese sentido, PwC ha actualizado el estudio respecto a la visión del mundo en 2050. Los resultados son desafiantes para los actuales líderes en términos económicos y dejan muchas incógnitas para el desarrollo de los países que aún no invierten lo suficiente en capital humano.
La más importante proyección es la de que Estados Unidos cedería su liderazgo económico ante el crecimiento esperado de China en valores constantes de 2016. El gigante asiático ya estaba visto como la gran potencia que busca consolidarse, al pasar de ser una economía sustentada en exportaciones de bienes e inversiones de capital a dirigirse hacia ser una impulsada por el consumo interno y exportaciones de servicios. Hoy las inversiones representan el 42% de su PIB, un peso muy relevante, y a pesar de que se dice que existe una sobreoferta de inversiones particularmente vinculadas a urbanización y transporte, lo cierto es que China tiene un espacio de crecimiento sustentado en que aún el 44,4% de su población es rural, y en que este país es uno de los principales destinos de inversión y expansión de mercado de las grandes multinacionales. A ello, debemos sumarle el notorio Plan Quinquenal, en el cual resalta el objetivo de crecer en los próximos años a 6,5%, a fin de lograr duplicar la economía en 2020, tomando como base 2010.
Si bien de China se ha escrito mucho, la gran sorpresa en este ránking de economías en 2050 es la salida del top 10 de países tradicionalmente muy sólidos, como tres de los integrantes del G7: Canadá, Italia y Francia, que ceden sus puestos para el ingreso de los emergentes Indonesia, México y Rusia.
¿Cómo podría suceder algo así? Si bien cada uno de estos países presenta retos en términos de reformas estructurales, gran dependencia de recursos naturales y niveles altos de pobreza, al mismo tiempo cuentan con poblaciones significativas, ubicaciones geográficas destacadas y economías sustentadas en altos niveles de inversión de capital, que repercutirían en altas tasas de crecimiento en las próximas décadas y una posición expectante en el largo plazo.
En medio de este contexto, vale preguntarse cómo se encuentra el Perú. Si bien este estudio no lo incluyó en el análisis, lo cierto es que nuestro país cuenta con un punto de partida en el que existe amplio espacio por construir, dados los aún altos niveles de pobreza, la necesidad imperante de continuar mejorando los niveles de educación, no solo básica sino también técnica y universitaria, los déficits de infraestructura presentes y altas posibilidades de inversión en servicios públicos eficientes.
Sin embargo, el salto no lo podremos dar si no construimos instituciones sólidas y confiables que generen un entorno político y de negocios justos con una regulación de primer mundo. Los ránkings del Banco Mundial están allí. Los objetivos son claros, trabajemos en ello.