Estados Unidos negoció durante siete años con once socios comerciales sobre la creación de la mayor zona de libre comercio del mundo. En su primer día en el cargo, Trump la anuló de un plumazo.
Para Trump, el TPP es la razón principal de la supuesta grave crisis económica por la que atraviesa Estados Unidos, de que muchas fábricas hayan cerrado y de que muchas empresas norteamericanas hayan trasladado la producción a países de sueldos bajos.
La respuesta de Trump a ello es tan sencilla como equivocada: ¡fuera! ¡Fuera del TPP, fuera del TTIP (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión), fuera del TLCAN! Y lo antes posible. Estados Unidos se aísla, quiere construir muros y levantar barreras comerciales.
La salida del TPP puede ayudar a Estados Unidos económicamente a corto plazo. Si muchos bienes producidos en Asia son gravados con altos aranceles, los norteamericanos deberán comprar más productos "made in USA”. Pero el disparo saldrá por la culata: en Estados Unidos, muchos bienes no pueden ser producidos tan baratos. Teléfonos móviles, electrodomésticos, coches: todo encarecerá. Y eso lo sentirán sobre todo los ciudadanos de menores ingresos.
Además, como reacción a las medidas de Trump, muchos otros países gravarán también productos norteamericanos. Lo que es veneno para las empresas exportadoras de Estados Unidos.
Un desastre, no solo económico
Un desastre es la señal también más allá del nivel económico. Trump ha comenzado a modificar los equilibrios en el mundo. En su contra. Porque, el TPP era un componente central de la estrategia "Pivot to Asia”, de Barack Obama, tendiente a limitar la influencia política, militar y económica de China en la región. Japón, Singapur, Vietnam, Malasia y otros países esperaban que del TPP partieran importantes impulsos económicos.
El cambio radical forzado por Trump hará que los países del Pacífico vean a Estados Unidos como país inconstante y poco confiable. Socios de muchos años reaccionan enojados y buscan nuevas alianzas, mientras Washington parece querer renunciar despreocupadamente a su influencia en el Lejano Oriente.
China, de pronto defensora del libre comercio
Justamente Australia, aliado de muchos años de Estados Unidos, ha propuesto, para salvar el TPP, sustituir a Estados Unidos por China. Económicamente, también ese "TPP alternativo” conformaría la mayor zona de libre comercio del mundo. Pero, sin los Estados Unidos. Los chinos ya se han colocado en posición de partida para llenar el vacío de poder dejado por Trump. La influencia económica, calcula China, siempre puede transformarse rápidamente en influencia política.
No puede sorprender entonces, que, con un muy alabado discurso en Davos, justamente Xi Jinping, el jefe de Estado chino –conocido por su rumbo económico proteccionista– se haya transformado repentinamente en defensor del libre comercio. Xi envió a los países asiáticos del TPP un claro mensaje: "Nosotros siempre seremos de la partida; los estadounidenses, cuando a ellos se les ocurra”. Trump demuestra claramente que no quiere. A Estados Unidos, eso le podría salir caro, tanto económica como políticamente.