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20 razones por las que caen las startups
Domingo, Junio 18, 2017 - 12:57

Un estudio realizado por CBinsights detectó los motivos principales que están tras la caída de una empresa emergente.

Decir que una startup cae por una sola causa es un poco absurdo dado que lo normal es que sea un cúmulo de circunstancias las que acaban con ella. No obstante, hay algunos motivos que parecen repetirse más que otros. Un estudio realizado por CBinsights detectaba un total de 20 motivos principales que están tras la caída de una startup.

De mayor a menor incidencia son estos:

No había una necesidad en el mercado (42%). Las startups de éxito son aquellas que resuelven un problema particular o mejoran la experiencia del usuario. Puedes tener muy buena tecnología, una buena base de datos, buena reputación…pero si lo que has creado no atiende a ninguna necesidad que demande el mercado ni tiene capacidad de ir escalando en el mismo, poco puedes hacer con ello.

Falta de financiación (29%). La falta de capital puede deberse tanto a la ausencia de inversores que apuesten por un proyecto como a la mala gestión del mismo. Muchas startups acaban cayendo incluso después de haber cerrado varias rondas de financiamiento por no haber llevado un buen control de la tesorería. Hay que saber dosificar los gastos y aumentar fondos adicionales conforme la empresa va creciendo y el mercado se complica.

No tener el equipo adecuado (23%). La falta de un equipo multidisciplinario donde la suma de las distintas habilidades permita sacar el proyecto adelante fue citado con frecuencia como uno de los puntos críticos. En este apartado es importante, también, analizar la motivación de todos los integrantes, si comparten o no la visión y el grado de compromiso con el proyecto.

Demasiada competencia (19%). Algo que debería revelar el estudio de mercado antes de lanzar tu idea de negocio o producto, parece pasar desapercibido a un importante número de startups. Cierto que, en ocasiones, la competencia surge posteriormente con actores en el mercado mucho más fuertes que una startup, pero otras veces se debe a un exceso de confianza en la ventaja competitiva que nuestro producto olvidando que ello no implica necesariamente descontento con lo que ya existe en el mercado.

No acertar en los precios (18%). Antes de tasar un producto hay que averiguar si el mercado está dispuesto a pagar por él y cuánto. Poner precio es una habilidad que busca el equilibro entre demasiado bajo o demasiado alto teniendo en cuenta que no es esta una variable que se preste a mucho juego por lo que la decisión es importante.

Desarrollo de un producto pobre o decepcionante (17%). Cuantas más expectativas levantas con el lanzamiento de un producto mayor es la obligación de cumplirlas. En este sentido siempre es mejor superarlas que rebajarlas, dado que un cliente impresionado sólo va a divulgar la bondades de tu marca para recomendarla a otros amigos.

No tener modelo de negocio claro desde el inicio (17%). Bien que en la dinámica del mundo de las startups se contempla el hecho de pivotar como algo consustancial, pero un modelo de negocio es importante por lo que las variaciones no deben ser muy radicales. Se puede diversificar la oferta, dar el salto a la digitalización, optar por los nichos que se manifiestan más activos…pero nadie entendería que, por ejemplo, una empresa nacida al amparo de la economía colaborativa pasase de repente a aplicar precios abusivos por sus servicios.

Falta de marketing adecuado (14%). Algunos fundadores piensan que con lanzar un buen producto es suficiente. Está claro que sin él, no hay marketing que valga, pero tampoco tiene sentido adentrarse en el mercado sin saber el público al que debes dirigirte. Además de enfocar las acciones de marketing a nuestro target específico, disponer de un bien perfil profesional en esta área puede salvar a la compañía de más de un atropello.

Ignorar a los clientes y estar enamorados de su idea (14%). Ignorar a los usuarios es una forma probada y verdadera de fallar. Igual que se decía en el apartado de la competencia, ocurre a veces que los emprendedores pasean su empresa como si se tratase de 'su bebé'. Enamorados de su idea, desoyen comentarios adversos de los clientes y lugar de recopilar sus avisos e incorporarlos en el producto.

Timing (13%). Igual que con el precio, la máxima es aquí ni demasiado tarde ni demasiado pronto. En el primer supuesto porque la demora de un lanzamiento permite a la competencia anticiparse y robarte esa ventana de oportunidad, mientras que se liberas un producto demasiado pronto puedes encontrarte con que el mercado no está lo suficientemente maduro como para absorberlo.

Perder el foco (13%). En una startup conviene ser flexible, rápido y valiente para acometer los cambios cuando se detecta que algo falla o aprovechar otras oportunidades que se identifican sobre la marcha. Pero no se debe olvidar que los cambios exigen nuevas inversiones, tanto de tiempo como de fondos, y que estos se pueden dilapidar con tanta prueba. Ya dicen los gurús que, casi siempre, el emprendimiento no es una carrera de velocidad, sino de fondo.

Falta de entendimiento entre los fundadores y los inversores (13%). Bien por ignorar las demandas que los inversores exigen, bien por un exceso de celo y control de los inversores, lo cierto es que, en un 13% de los casos, según el estudio que aquí se detalla, las startups terminan cerrando por falta de entendimiento entre las partes. Pero la discordia puede surgir también entre los cofundadores de la startup, un problema también fatal para las compañías.

Hacer cambios más o menos profundos en el modelo de negocio (10%). Puede recurrirse a ello en fases de crecimiento de la empresa, aprovechando la inercia. El riesgo radica en no hacer cálculos nuevos y hacerlos sobre datos concretos. Hay numerosos ejemplos de cambio que han funcionado extraordinariamente, como Instagram o Gillette, pero también las hay que se han perdido el tomar otro camino equivocado.

Falta de pasión y persistencia en el equipo fundador (9%). Es imprescindible que el equipo fundador comparta la pasión y el grado de compromiso con el proyecto. Cuando el interés se centra sólo en probar una aventura emprendedora, es fácil caer ante la primera adversidad.

Mala ubicación de la empresa (9%). No se trata solo de estar en el momento adecuado, sino de hacerlo también el lugar adecuado. Tiene que haber congruencia entre nuestra propuesta de negocio y el entorno y el cliente que nos rodea, aunque luego escales a otros mercados. Cierto que cada vez hay más equipos que trabajan en remoto haciendo un esfuerzo extra en la comunicación interna, pero conservan siempre un centro de operaciones.

Falta de interés por parte de los inversores (8%). Parece poco probable que un inversor arriesgue su capital en un proyecto que no le interesa, pero puede suceder que se guíe solo por motivos especulativos y de rentabilidad lo que les lleva a perder el interés por hacer un seguimiento y acompañamiento de la compañía una vez que han logrado lo que se proponía.

Cambio de legislación (8%). Mayor riesgo de verse afectado por esta variable en los modelos de negocio disruptivos y en los mercados emergentes.

Falta de contactos (8%). Afecta a muchos de los que se están iniciando en el mundo del emprendimiento que carecen todavía de una red importante de contactos. Esto es cuestión de tiempo y de ir haciendo networking por foros y encuentros de emprendimiento. El otro error es no saber los contactos que se tienen para generar sinergías que beneficien a todos.

Que se quemen por lo dura que es la vida del emprendedor (8%). Conciliar la vida personal y familiar con la laboral no siempre resulta fácil en la actividad de un emprendedor. La mayoría aprenden a manejar la situación, pero los hay también (al menos un 8%) que no están dispuestos a tanta renuncia así que acaban por abandonar.

Falta de flexibilidad (7%). Si antes se hablaba de los riesgos que conlleva pivotar, aquí se hace referencia al peligro de empecinarnos en seguir con algo que no funciona, por mucho que el mercado de pruebas de ello. Falta de perspectiva o el encariñamiento excesivo con nuestra idea acaba, en el 7% de los casos, con una empresa.

FOTO: PEXELS.COM

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