
El presidente del banco de inversiones español desmiente una inminente recesión global por los aranceles de Trump y cree que la carrera por la inteligencia artificial tiene un largo camino por recorrer.
El retorno sorpresivo de Donald Trump a la Casa Blanca ha venido cargado de contradicciones. Una de las más evidentes es la tendencia del presidente estadounidense a impulsar una desregulación económica, mientras que adopta una retórica proteccionista a favor de aplicar aranceles a los vecinos de Washington. Para Juan Carlos Ureta, presidente del banco de inversiones español Renta 4, esta política no es casualidad.
“Si bien la economía global ha venido funcionando bien durante los últimos 10 ó 15 años, al punto de superar situaciones adversas como la pandemia, también ha incubado desequilibrios importantes. Uno de ellos es el exceso de peso del sector público que también se ha traducido en gastos excesivos y esa es una idea que el Trumpismo propone combatir mediante la desregulación”, declaró Ureta a AméricaEconomía, durante su paso por Perú.
Estados Unidos no fue ajeno a esta práctica: la administración del demócrata Joe Biden (2021-2025) ejerció un gasto total de US$ 25,98 billones, mostrando un incremento del 36,11% con respecto al periodo anterior y convirtiéndose en el máximo registro de cualquier mandato presidencial, según un estudio del Banco Base. Estos desembolsos de dinero se financiaron a través de deuda pública, lo que disparó los gastos en intereses.
La política de recortes de Trump se ha manifestado en acciones como la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE en inglés), así como la eliminación del 83% de programas internacionales de USAID, medida criticada por el impacto negativo que supone para poblaciones vulnerables en todo el mundo.
Sin embargo, en otros momentos, Trump oculta la bandera liberal y enarbola el estandarte del proteccionismo. Así lo refleja en decisiones como la imposición de aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio, así como las tensas negociaciones con México y Canadá para acordar condiciones preferentes.
Ante este panorama, Ureta considera que había un modelo de comercio internacional en el que EE.UU. absorbió gran parte de las compras globales, lo que generó un déficit comercial muy grande. Esto explica la política de Trump, mas no la justifica necesariamente.
“Si bien Estados Unidos no puede absorber los superávits de otras economías, la estrategia de imponer aranceles a todo el mundo de forma indiscriminada no parece que vaya a funcionar y de hecho, es lo que están discutiendo los mercados financieros actualmente”, añade.
El temor a una nueva recesión en la mayor economía del mundo ha generado pánico en sus principales bolsas de valores. Este martes 11, el índice S&P 500, que incluye a las mayores empresas estadounidenses, cayó un 2,69% al cierre de la sesión. Mientras tanto, el Dow Jones perdió un 2,08% y el Nasdaq se hundió un 4,0%, lo que supuso el mayor desplome diario desde 2022.
Aun así, Ureta descarta que el mundo sufra una crisis financiera equivalente a la de 2008. El motivo es simple: la caída de las bolsas estadounidenses sucede a máximos históricos de cotización entre 2023 y 2024. De hecho, el S&P llegó a registrar alzas superiores al 20% durante este periodo.
“Las bolsas estadounidenses están corrigiendo esas subidas extraordinarias, mientras que en 2008, la banca americana y global se habían quedado con niveles de capital muy bajos, en algún caso nulos. Actualmente, las políticas de Trump parecen ser el único factor de su caída, pero la realidad es que las bolsas deben corregir su sobrevaluación en algún momento”, explica Ureta.
Por otro lado, un efecto colateral de la guerra comercial de Trump implicaría que los nuevos aranceles del 20% a las importaciones chinas generen mayor inflación en este país. Como consecuencia, las políticas ultraexpansivas y el crecimiento económico del gigante asiático se verían afectados, perjudicando a la demanda de commodities que exportan países latinoamericanos como Perú.
Asimismo, Ureta criticó la tendencia china de recurrir al dumping para favorecer la masificación de sus bienes a nivel internacional. En Perú y Chile, este fenómeno se ha manifestado a través de la venta del acero y sus derivados a precios menores al valor del mercado. En otras latitudes, China recurre al dumping a través de los bienes manufacturados.
“China subvenciona los autos eléctricos que producen sus empresas y luego los vende en Europa, comptiiendo con vehículos que no están subvencionados. Por prácticas como esta, la decisión de Trump de imponer aranceles a Pekín también se relaciona con la idea de forzar al país a que cumpla ciertas normas en el comercio internacional. Esto difiere de los casos de México, Canadá o Europa”, añade Ureta.
Según el economista español, las disputas comerciales traerán una competencia por inversiones en diversas regiones del mundo. Por ejemplo, hace una semana, el fondo de inversión estadounidense BlackRock compró dos puertos en el Canal de Panamá, en medio de las acusaciones de Trump de que este se encuentra en “manos chinas”.
Algo similar podría darse en el Pacífico Sur: Estados Unidos, receloso de la creciente influencia china mediante el Megapuerto de Chancay en Perú, podría invertir en proyectos como la remodelación del Puerto chileno de San Antonio para contrarrestar la presencia del dragón asiático. “No estamos solo frente a una guerra comercial, sino también de infraestructura como pueden ser los grandes puertos”, analiza Ureta.
Finalmente, el tercer eje de la guerra “blanda” entre EE.UU. y China es la tecnología, siendo el desarrollo de la inteligencia artificial generativa un punto clave. En los últimos meses, el lanzamiento del modelo de lenguaje chino DeepSeek causó revuelo por su precisión para resolver operaciones y razonamientos complejos. El hecho que sea completamente gratuita la diferencia de las alternativas estadounidenses como ChatGPT de OpenAI y levanta incógnitas sobre su capacidad para destronar a la creación del equipo de Sam Altman.
Ante este fenómeno, Ureta cree que aún es prematuro para dar como ganador a China en la carrera por la inteligencia artificial. “DeepSeek ha demostrado que se puede elaborar un modelo de IA a menor costo en base a otros desarrollados por compañías estadounidenses. Creo que es un caso demasiado particular para pensar que puede perjudicar la enorme inversión que han realizado gigantes como OpenAI. Además, DeepSeek tiene aún muchas lagunas y errores, aunque no podemos desconocer su ingenio”.