Según una proyección publicada recientemente, los casos de la enfermedad aumentarían desde el 2020 en Asia, Europa, América del Norte y Australia.
Una investigación publicada por Nature Microbiology proyecta el comportamiento del dengue para los años 2020, 2050 y 2080 usando estadísticas que se apoyan en la base de datos más extensa sobre los casos registrados hasta el 2015. Teniendo en cuenta, además, el cambio climático, la densidad poblacional y las perspectivas socioeconómicas para cada año, el estudio prevé que para el 2080, más de 2 mil millones de personas estarán en riesgo de contraer la infección en relación con el 2015.
A partir del 2020 los casos de dengue aumentarían en lugares como en Asia, Europa, América del Norte y Australia, que actualmente tienen una incidencia baja del virus. En Centro América, parte de Sudamérica, la zona central de África y en países como China e India, en donde ya existe una alta presencia de esta enfermedad, los casos se incrementarían de forma significativa.
El aumento en las temperaturas a nivel global y el rápido incremento de las zonas urbanas han hecho que el mosquito Aedes, que infecta a las personas con dengue, se propague por todo el mundo, haciendo que la probabilidad de contraer esta enfermedad sea mayor.
Desde hace 60 años esta afección de origen viral se ha extendido por todos los ecosistemas tropicales del planeta, que usualmente superan los 36 grados de temperatura. Hoy en día afecta a más de la mitad de la población mundial, causando al menos 10.000 muertes y 100 millones de síntomas infecciosos por año en más de 125 países, según la Organización Mundial de la Salud. De hecho, el dengue es la enfermedad más transmitida por insectos y artrópodos.
El incremento de las temperaturas atribuido al cambio climático aumenta la probabilidad de que el mosquito portador se propague más rápido en zonas endémicas y tenga una mayor supervivencia, creando temporadas de transmisión más largas y con mayor número de afectados.
“Descubrimos que la población en riesgo de dengue crecerá de manera sustancial y desproporcionada en muchas áreas que están en desventaja económica y que tienen menos capacidad para hacer frente a las crecientes demandas de los sistemas de salud”, dijo Simon I. Hay, director de Ciencias Geoespaciales en el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington y supervisor de la investigación.
Los factores socioeconómicos son otra variable que influye en la transmisión del dengue, lugares de hacinamiento, de pobreza urbana en los que hay un suministro de agua deficiente (distribución con carro tanques o almacenamiento en pozos) y una infraestructura inadecuada para la salud pública, se convierten en espacios potenciales para la propagación del virus.
Así se construyeron los mapas
Para realizar esta proyección, los investigadores tuvieron en cuenta un total de 13.604 ubicaciones en donde se presentaron, de manera recurrente, casos de dengue, entre los años 1960 y 2015. Esta información, extraída de la base de datos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPPC), fue la base para crear un mapa de idoneidad ambiental para 2015, que en palabras sencillas, son los lugares con una alta probabilidad de observar el dengue a largo plazo. El mismo modelo se utilizó para calcular qué sucedería en 2020, 2050 y 2080, si la emisión de gases que causan el calentamiento global sigue las tendencias actuales.
Además, se tuvieron en cuenta variables como la disposición de la temperatura para la transmisión del dengue, las lluvias anuales en esos lugares, la humedad de cada región, el Producto Interno Bruto (PIB) de cada país y su densidad poblacional. Como resultado se obtuvo un mapa global que registra entre 0 y 1 la presencia del mosquito.
Gracias a este análisis, se concluyó que 53% de la población mundial actual vive en áreas que son adecuadas para la transmisión del dengue.
El constante aumento de la temperatura, causado por la emisión de gases efecto invernadero está teniendo un efecto importante en la rápida transmisión de la enfermedad ya que le permite a los mosquitos asentarse en lugares donde antes no podían hacerlo, señala el estudio.
“Si controlamos mejor las emisiones [de gases efecto invernadero], podríamos detener o al menos limitar este tipo de propagación”, le dijo el investigador y coautor del estudio Oliver J. Brady al periódico The New York Times.
Invertir en modelos alternos para controlar la expansión del mosquito en los territorios y crear estrategias de mitigación son herramientas esenciales para tener aproximaciones claras de la distribución mundial actual y futura del dengue y así poder desarrollar políticas de salud pública efectivas.