Camilla Gonzaga, socia fundadora de Optimiza, que se especializa en la gestión financiera de las pequeñas empresas, refiere al respecto.
Sólo entre enero y octubre del año pasado más de 420.000 pymes cerraron según la Confederación Nacional de Comercio de Bienes, Servicios y Turismo. Aunque con diferente impacto, las franquicias no fueron inmunes. "Uno de los factores que explica esto es la falta de control y de planificación financiera del negocio," dice Camilla Gonzaga, socia fundadora de Optimiza, que se especializa en la gestión financiera de lsa pequeñas empresas que opera principalmente en el comercio minorista.
Para la experta, el control presupuestario es especialmente importante para las franquicias, ya que en general éste abre las puertas a la iniciativa empresarial y no siempre el nuevo empresario tiene nociones del área. De acuerdo con la especialista, existen tres señales a las que se debe estar atento.
1. Existe una rutina financiera
"Por regla general, las pequeñas franquicias, especialmente los franquiciados, no tienen el control de su departamento financiero", dice Camila. Una rutina financiera es una organización mínima de todos los procesos de entrada y salida de dinero en el negocio. Sin embargo, a diferencia de la contabilidad, que se hace a posteriori, este sector implica un plan que permite, por ejemplo, proporcionar detalles sobre los pagos a los proveedores y servicios relacionados con la operación de la empresa.
2. Faltan indicadores de desempeño
De alguna manera, necesitamos obtener datos objetivos que muestren el rendimiento del negocio, como margen operacional y rentabilidad por línea de producto o servicio, entre otros. "Mirar sólo la facturación puede dar la impresión equivocada de éxito", dice la especialista, citando el caso común de los centros comerciales que generan ingresos, pero sufren de altos alquileres y de la estacionalidad.
3. Cuidar solo de todo
Tomando las riendas del negocio, muchos empresarios se alejan de las actividades con las que tienen más afinidad. "El ejemplo clásico es el vendedor de la tienda que sabe todo acerca de cómo relacionarse con los clientes y de la gestión de inventario, y al abrir una franquicia se queda atascado con la parte financiera", dice Camila. La salida natural es contratar a una empresa especializada en la gestión del día a día, hecho por profesionales. Esto permite al empresario dedicarse a la actividad principal de la empresa: las ventas.