Poner en práctica la estrategia empresarial es muy difícil, por lo que aprender a lidiar con las tensiones es fundamental.
Tensión número uno: un estado final inspirador contra metas desafiantes
Una visión de un “estado final” inspirador es esencial para que la gente se comprometa con el cambio: un discurso sencillo que no solo articule por qué cambiar es necesario, sino que también exprese cómo lucirá y se sentirá la vida una vez que ese cambio se implemente de manera exitosa.
Sin embargo, también se requieren metas agresivas de “estadio medio” para proporcionar dirección y para desafiar a las personas con el fin de que lo den todo. Entre los trabajadores, es probable que un estado final inspirador sin metas desafiantes provoque la respuesta: “Lo intentaré, y ya veremos adónde llegamos”. Eso no es óptimo. Sin embargo, al mismo tiempo, las metas desafiantes sin un estado final inspirador llevan a un ajetreo pesado en el que los trabajadores a menudo se preguntan: “¿Por qué estoy haciendo esto?”
Tensión número dos: el control jerárquico contra la democratización del cambio
Cuando todos en la organización se sienten empoderados para tomar decisiones que pueden influenciar el cambio, se crea una energía palpable: la gente tiende a trabajar más, ofrecer más ideas e involucrarse mucho más en el proceso. Si todas las actividades son resultado de una orden que viene desde arriba, la empresa corre el riesgo de drenar la energía de todos. No obstante, la contraparte puede ser acabar con una multitud de grupos de agentes de cambio entusiastas que van en todas las direcciones sin la menor coordinación.
Tensión número tres: desarrollo de capacidades contra presión por obtener resultados
Muchas estrategias requieren cambios significativos en la manera en que trabaja una empresa, lo cual plantea preguntas acerca de si la organización necesita desarrollar nuevas capacidades. Sin embargo, la presión por entregar resultados inmediatos a menudo es tan intensa que las organizaciones pueden verse obligadas a seguir trabajando con sus capacidades actuales.
Tensión número cuatro: la creatividad contra la disciplina
La creatividad es parte de cualquier estrategia distintiva. Con el temor de que la disciplina sofoque la creatividad no es poco común que los ejecutivos elijan dejar que “los creativos operen con libertad”. En el mejor de los casos, eso puede producir percepciones y resultados no esperados pero, en el peor, puede ocasionar caos y una ausencia de responsabilidad total respecto de los resultados. De hecho, la creatividad y la disciplina no son mutuamente excluyentes.
De cualquier manera, esta tensión puede ser la más difícil de equilibrar. Es mucho más probable que las empresas que pueden lograr un equilibrio entre fuerzas opuestas lleven a cabo estrategias exitosas que perduren.
FOTO: PEXELS.COM