A 40 años de la desaparición de Héctor Oesterheld, ese viajero de la eternidad
Jueves, Abril 27, 2017 - 08:36
Activo militante de Montoneros, fue emboscado y secuestrado en la ciudad de La Plata. Ya habían sido asesinadas por la dictadura militar sus cuatro
El 27 de abril se cumplen 40 años de la desaparición de Héctor Germán Oesterheld, militante, escritor y guionista de “El Eternauta”, obra maestra y emblemática de la historieta argentina: si bien nunca se conoció el paradero de su cuerpo, se cree que fue asesinado en 1978 por la dictadura militar, siguiendo el mismo destino trágico de sus cuatro hijas.
"El único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo", decía en el prólogo de su obra cumbre realizada junto al dibujante Francisco Solano López, que cuenta la historia de Juan Salvo, viajero de la eternidad, quien se materializa frente a un historietista para narrarle las vivencias de resistencia ante una invasión extraterrestre en la ciudad de Buenos Aires, a través de una nevisca mortífera.
La historieta publicada inicialmente en 1957 en la revista Hora Cero Semanal ofrece un acuciante final que, con el paso del tiempo, no solo resultó mítico sino insoslayable en el marco de las dictaduras militares que se sucedieron en América latina. Al momento de su distribución se promocionaba como "la historia del hombre que viene de regreso del futuro, que lo ha visto todo, la muerte de nuestra generación, el destino final del planeta”.
“Esto significa que la nevada mortal caerá sobre la Tierra en 1963.. que, dentro de cuatro años, los Ellos descargarán sobre nosotros su espantosa invasión... ¿Qué hacer? ¿Qué hacer para evitar tanto horror?”, desliza el personaje del historietista, sobre el final de la obra, luego de escuchar el relato de Juan Salvo, el viajero de la eternidad.
"Escuché. Todo el resto de aquella noche no hice más que escuchar y sí, cuando el Eternauta concluyó su relato ya todo estaba claro, tan claro como para llenarme de pavor, y de una enorme piedad, por él, por mí, por tí, lector. Pero no adelantaré nada... es necesario que se conozca la historia del Eternauta tal como él me la contó", reza el comienzo de la emblemática obra, para muchos el primer relato de ciencia ficción de la literatura argentina.
Nacido en Buenos Aires el 23 de julio de 1919, Oesterheld fue geólogo pero desde muy joven escribió cuentos infantiles. A principios de los años 50 se volcó al género de la historieta de aventuras, en el que se reveló como un guionista prolífico y original. Entre sus creaciones se incluye "Sargento Kirk", "Ticonderoga" y "Ernie Pike", con dibujos de Hugo Pratt; "El Indio Suárez", junto a Carlos Freixas; "Randall the Killer", con Arturo del Castillo; "Sherlock Time" y "Biografía del Che", con Alberto Breccia; "Joe Zonda" y "Rolo, el marciano adoptivo", también con Francisco Solano López.
Activo militante de Montoneros, tras vivir meses oculto y cambiando de viviendas -por momentos se refugiaba en el Tigre y por eso eran varios los que notaban sus borceguíes embarrados- fue emboscado y secuestrado en la ciudad de La Plata el 27 de abril de 1977. Durante la dictadura militar también fueron secuestradas y desaparecidas sus cuatro hijas -Diana, Marina, Beatriz y Estela-, dos yernos del escritor, y los hijos que dos de ellas llevaban en su vientre. Oesterheld habría sido fusilado en Mercedes en 1978 y aun hoy está desaparecido.
“Emocionalmente, no puedo separar el hecho de ser su nieto al momento de emitir una opinión sobre la obra de Héctor Oesterheld, mi abuelo, pero considero que es una de las figuras centrales de la cultura argentina, del siglo pasado y de siempre”, dijo a Télam el escritor y poeta Fernando Araldi Oesterheld, hijo de Raúl Araldi y Diana Oesterheld.
“Tenemos la suerte (para él merecidísima) de ver cómo su obra se expande día a día, en argentina y en el mundo; una obra que abarca el formato de historieta y el de la literatura más convencional, siempre en el género de la aventura, o de ciencia ficción, como por ejemplo su libro recientemente publicado 'Más allá de Gelo', que recopila todos sus cuentos de ciencia ficción escritos para diversas revistas también en el extranjero. Por eso para mí es un escritor con todas las letras, con todo lo que eso significa, no solo un guionista de historietas”, agregó.
“Sabemos que su obra más emblemática y popular, 'El Eternauta', a partir del contexto histórico en el que el país entra en la década del 70, y justamente por ser él mismo actor activo junto a sus cuatro hijas de la lucha armada, se lee en clave política, y sobre todo porque la segunda parte, escrita ya en la clandestinidad y dictada muchas veces por teléfono público tuvo la intención de ser escrita de esa manera. Pero afortunadamente también es una obra que abarca muchas maneras de leerla”, esbozó.
Por su parte, las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, autoras de “Los Oesterheld”, una biografía coral sobre esa familia aniquilada por la última dictadura militar, señalaron a Télam: “Si 'El Eternauta' es una historieta tan excepcional como clásica hay algo de eso en el propio Oesterheld: con su aspecto de abuelo, aún siendo joven y juvenil, y su parsimonia para hablar, siempre estaba corrido de la norma, de lo normal, de lo esperado. Era, en definitiva, excepcional”.
“Como guionista de historietas planteó una nueva manera de abordar el género, por fuera de los parámetros norteamericanos de superhéroes y villanos, trayendo las historias al ámbito local, pero, sobre todo, como decía él, poniendo como héroes a personas comunes que tienen que enfrentar situaciones fuera de lo común. Como el Juan Salvo de 'El Eternauta' y Ernie Pike”.
Sobre el ámbito privado, que muy detalladamente abordan en su libro, dijeron que “también era un padre diferente: cariñoso y cercano, trabajaba en su casa -algo extraño en la década del cincuenta para un hombre- y pasaba mucho tiempo con sus hijas, a las que les escribía cuentos y cartas. Esa unión se manifestó luego en la vida militante. Si bien cada uno de ellos hizo su propio camino dentro de Montoneros, él estuvo cerca y en algunos momentos incluso acompañó la militancia de sus hijas. No era muy común un militante de su edad dentro de Montoneros, Héctor los reconfortaba, les daba calma y hasta les habilitaba cierto espacio para plantear dudas o certezas en cuanto al camino que estaban siguiendo".
Según las autoras de "Los Oesterheld", "él nunca dudó de su decisión de unirse a la lucha armada, pero desde su perspectiva, había cierta rigidez militante que valía la pena quebrar en pos de lo humano. Porque, en definitiva, era un humanista y lo fue hasta sus últimos días, como atestigua Marcela, quien con doce años había sido detenida y trasladada a los centros clandestinos el Vesubio y Sheraton y en su recuerdo atesora a Héctor como su salvador: en pleno cautiverio, él le contaba historias, le hacía practicar lecciones como si asistiera a la escuela y hasta le enseñó a jugar al hockey con un palo y un bollito de papel. Todo para que esa niña pudiera seguir siéndolo en medio del terror. Mientras esto ocurría, a fines de 1977, a sus hijas ya las habían desaparecido. Y él lo sabía".
El escritor Juan Sasturain, uno de los principales especialistas y difusores del genero historieta, prefirió recordar al guionista a través del prólogo de su libro “El Aventurador (una lectura de Oesterheld)”, en el que recoge gran parte de los textos que escribió sobre Oesterheld desde mediados de la década de 1970 hasta la actualidad: “Héctor Oesterheld fue un notable contador de aventuras y, por sobre todas las cosas, un hombre bueno y sensible”, señala allí.
“Cuando Oesterheld escribía -desde los primeros cuentitos infantiles en La Prensa o la colección Bolsillitos, a sus historietas militantes puras de los últimos meses de la clandestinidad- no imaginaba ni inventaba ni conjeturaba; Oesterheld aventuraba. Toda su vida fueron formas de aventurar. Aventurar es imaginar, suponer, proponer con riesgo: poner la convicción y el cuerpo detrás de la imaginación, de la invención. Es decir, hacerse cargo de lo que se crea (y se cree). Oesterheld fue un aventurador. Uno que concibió la vida como una aventura y la vivió hasta las últimas consecuencias”, escribió Sasturain.