Los científicos tienen claro que la COVID-19 se transmite a través de las gotitas ‘grandes’ de saliva, pero no existe consenso sobre si los aerosoles, las diminutas partículas que emitimos al respirar y se mantienen un tiempo en el aire, también desempeñan un papel importante.
A finales de la semana pasada los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indicaron en su página web que el coronavirus se podía transmitir, además de por las gotitas de saliva que lanzamos a corta distancia, a través de otras partículas mucho más pequeñas llamadas aerosoles, que permanecen más tiempo en el aire y viajan más allá de los seis pies (1,83 metros), considerados hasta ahora como distancia de seguridad.
Pero este lunes, tras informar sobre ello la CNN, esa actualización se retiró de la web y se volvió a colocar la versión que había, donde se señala que la principal vía de contagio son las gotas respiratorias producidas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla y llegan sus secreciones con el virus a otra situada cerca. Responsables del CDC admitieron que se había cometido un error al publicar un borrador que todavía no ha sido revisado por los técnicos, según recoge el Washington Post y la propia CNN, a quien un funcionario federal dijo que no había presiones políticas tras ese cambio.
En cualquier caso el incidente ha vuelto a poner de actualidad el debate que mantiene la comunidad científica sobre la importancia (o no) de la denominada vía aérea, los aerosoles, en la propagación de una enfermedad que ya ha matado a cerca de un millón de personas en todo el mundo.
Planteamos aquí cinco cuestiones clave para contextualizar y entender este asunto.
1. ¿Qué mecanismos de transmisión del coronavirus se contemplan?
En principio hay tres vías posibles de contagio, aunque la frontera entre las dos primeras es difusa: gotitas respiratorias o de saliva ‘grandes’, otras mucho más pequeñas (aerosoles) y a través de superficies contaminadas.
Las gotitas grandes, también llamadas balísticas, son partículas de saliva o fluido respiratorio expulsadas por las personas infectadas al toser, estornudar y, en menor medida, al hablar. Vuelan como un proyectil e impactan en la boca, las fosas nasales o los ojos. Si no golpean a nadie, caen rápidamente al suelo a uno o dos metros (a menos de 6 pies, en el mundo anglosajón).
La vía aérea del aerosol es la que se debate. También son partículas de saliva o de líquido respiratorio, pero de un tamaño más pequeño, a veces se llaman núcleos de gotitas. Por esta razón, pueden permanecer más tiempo en el aire –desde decenas de segundos hasta horas– y viajar a distancias más largas, dependiendo de su tamaño. Tras emitirse al hablar o cantar, por ejemplo, infectan cuando se inhalan por la nariz o la boca, o se depositan en los ojos (menos probable).
Respecto a las superficies, también conocida como vía fómite (cualquier objeto contaminado con el patógeno), puede ocurrir por tocar, por ejemplo, la manilla de una puerta, un interruptor o cualquier otra cosa donde se ha depositado el virus, y luego llevarse las manos a la boca, fosas nasales o los ojos.
2. ¿Cuál es la diferencia de tamaño entre una gotita respiratoria y el aerosol?
No hay consenso. Tradicionalmente el límite se sitúa en 5 µm (micras o micrómetros): si es mayor es gotita salival o respiratoria y si es menor, aerosol. Así lo considera la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los CDC en sus documentos. Sin embargo, expertos de los propios CDC admiten que partículas de 10 micras pueden permanecer más de ocho minutos en el entorno, por tanto, no caen rápidamente.
Por su parte, un grupo de investigadores independientes, entre los que figura el español José Luis Jiménez de la Universidad de Colorado (EE UU), hace tiempo que consideran que es un “gran error” establecer la frontera en 5 micras. Según estos expertos, el límite real entre las gotas balísticas y los aerosoles está en los 100 μm, teniendo en cuenta la capacidad de las partículas de permanecer o no en el aire durante un período prolongado y la accesibilidad a la fracción respirable del pulmón.
Representación esquemática de las vías de infección por gotitas balísticas (azul) y aerosol (verde, amarillo y rojo) para una enfermedad respiratoria. Ambos viajan a través del aire desde la persona infectada hasta la persona susceptible, pero las gotitas balísticas infectan por impacto y los aerosoles por inhalación. Se muestran dos situaciones sin y con el uso de mascarilla.
3. ¿Qué vía de transmisión es la más importante?
Tampoco hay consenso. Los CDC afirman que las gotitas respiratorias son el principal mecanismo de propagación, indicando como posible el contagio a través de superficies. Sin contar lo que publicaron por error, descartan que los aerosoles sean una vía relevante fuera de los entornos hospitalarios, donde se producen contactos estrechos con los pacientes, por ejemplo al aplicar técnicas de intubación.
Respecto a la OMS, coincide en que las gotitas salivales o respiratorias y los fómites son las vías dominantes, y establece la distancia de un metro para evitar el contagio. En julio, después de que cientos de expertos presionaran a través de una carta en el New York Times, esta organización también admitió que es posible la transmisión aérea del coronavirus por aerosoles en entornos cerrados mal ventilados, pero que se necesitan más investigaciones para confirmarlo.
El grupo de científicos ‘disidentes’ no está de acuerdo. Piensan que, según sus evidencias (resumidas en una página web), la vía de los aerosoles es al menos tan importante como las otras dos, si no más. De hecho algunos, como Jiménez, consideran que puede ser la principal, con alguna contribución de los fómites y menos de las gotitas balísticas, aclarando que la COVID-19 se puede transmitir por aerosoles sin que tenga que ser a un ritmo tan elevado como el sarampión, por ejemplo.
4. ¿Qué consecuencias tendría confirmar que los aerosoles es una vía importante de transmisión?
Si las partículas con patógenos pueden permanecer en el aire más tiempo del que se piensa y llegar más lejos, habría que incidir mucho más en la importancia de ventilar de forma exhaustiva los espacios interiores, trasladando el mayor número de actividades posible al exterior, según los científicos que defienden la vía 'aerosol' de contagio.
En el artículo que firmaron los expertos en julio en New York Times también se señala que es posible que se necesiten mascarillas en zonas interiores, incluso en entornos socialmente distantes. Los trabajadores sanitarios podrían necesitar mascarillas avanzadas (como las N95) que filtren hasta las gotitas respiratorias más pequeñas mientras atienden a pacientes con coronavirus.
Los sistemas de ventilación en escuelas, hogares de ancianos, residencias y empresas pueden necesitar minimizar la recirculación de aire y agregar filtros nuevos y potentes. Incluso es posible que se necesite luz ultravioleta para matar las partículas virales que flotan en pequeñas gotas en el interior.
5. ¿En cualquier caso hay que seguir con las medidas de protección actuales?
Sí, el distanciamiento interpersonal, el lavado de manos y el uso de mascarillas siguen siendo fundamentales para evitar la propagación de la enfermedad. Además, respecto a las mascarillas, hay que insistir en su buena colocación (nunca por debajo de la barbilla o sin tapar la nariz) y en el correcto ajuste a la cara para evitar ‘fugas’ del aire que expulsamos al exhalar. Experimentos realizados en la Universidad Tecnológica de Delf (Países Bajos) han evaluado la eficacia de diferentes tipos de mascarilla y constatado el riesgo que puede correr una persona situada detrás de otra que la lleve mal ajustada.
Además, las evidencias más recientes indican que es importante limitar el círculo social de personas con las que mantenemos contacto estrecho, procurar que los encuentros con estas personas sean en lugares al aire libre y ventilar frecuentemente los espacios cerrados, donde debemos ser estrictos con el uso de mascarillas.