Verbalizar y expresar con convencimiento aquellas cualidades positivas del otro no sólo aumentará la productividad y la empatía, sino que generará relaciones sanas.
Por Donweb. Antes de comenzar a ahondar en el poder del discurso y la oratoria como herramientas de expresión de un mensaje, y en su capacidad de influir en logros de objetivos tanto empresariales como personales, habría que detenerse un momento a pensar en la importancia que una simple palabra – escrita u oral – puede llegar a tener en nuestras vidas.
Estamos acostumbrados a mantener relaciones laborales e interpersonales en donde la brevedad, la economía de caracteres y los temas más urgentes no sólo manejan nuestra agenda, sino que soslayadamente van modificando nuestra forma de ser y de pensar sin darnos cuenta siquiera.
Cuando alguien irrumpe con un mensaje motivador como un elogio o un argumento inteligente, o bien con una agresión directa, nuestro cerebro instantáneamente procesa esta información y la compara con los archivos de la memoria más arcaica. Acto seguido, adoptamos una actitud positiva o negativa hacia el emisor y a todo el entorno en general.
Este manejo de nuestra psiquis que se produce de manera inconsciente e involuntaria al escuchar ciertas palabras, tiene su origen en nuestra primera infancia, donde cual esponjitas íbamos absorbiendo el mundo de acuerdo a lo que veíamos y escuchábamos de nuestros padres y familia.
Así cada “No”, “cuidado”, “quédate quieto”, “te quiero”, “sos importante”, “estamos orgullosos”, e infinidad de otras frases dichas, son la causa de ciertos patrones de creencias disfuncionales y negativas , como creer que no valemos o no podemos, o bien por el contrario fueron la clave para tener una autoestima saludable, confianza y alegría.
Las palabras unen, separan, construyen o destruyen relaciones laborales y personales, y proyectos de negocios. Es por eso que utilizar un lenguaje adecuado es la base fundamental de nuestro diálogo interno, herramienta vital para triunfar en cualquier meta que nos hayamos propuesto.
Un poco de historia
Fue en la Grecia clásica donde el valor de la palabra cobró preponderancia de la mano de Sócrates, estandarte del discurso y el diálogo como herramientas principales para argumentar y lograr romper con líneas de pensamientos preestablecidos y muchas veces equivocados.
Con su método mayéutico, y mediante hábiles preguntas, Sócrates iba logrando que sus interlocutores pensaran en el real significado de las palabras que afirmaban. De esta manera, al encontrarse con un discurso contradictorio o falaz, podían finalmente conseguir la sabiduría y el conocimiento.
Por otro lado y dentro del mismo periodo helénico, los sofistas, encabezados por Protágoras y otros grandes pensadores, cobraban elevadas tarifas para poner toda su habilidad intelectual a merced de políticos y personas influyentes que necesitaran manipular o persuadir a los habitantes de la polis.
Han pasado siglos de historia y acontecimientos de toda índole, pero si algo ha permanecido inalterable, es la capacidad transformadora de las palabras para crear o modificar la realidad mediante el buen uso de aquello que decimos y nos auto decimos.
En el mundo de los negocios, y más aún en los emprendimientos que recién comienzan a dar los primeros pasos, poseer la capacidad de usar el discurso en favor de nuestras metas se torna fundamental para luego tomar las decisiones y acciones correctas que formen la sinergia necesaria para el éxito.
Claves para utilizar las palabras a nuestro favor
1. Diálogo interno optimista
Concebimos el mundo mediante palabras. Pensamos, nos describimos y reafirmamos en palabras. Es por ello que para alcanzar el esperado éxito en los negocios o proyectos personales, es fundamental decirnos a nosotros mismos aquellos términos que reflejen nuestras virtudes, logros y talentos. De este simple acto se puede transformar en positivas nuestras falencias, miedos o inseguridades.
2. Aprender a resaltar lo positivo de los demás
Ya sea un empleado, un jefe, socio, cliente o amigo, verbalizar y expresar con convencimiento aquellas cualidades positivas del otro no sólo aumentará la productividad y la empatía, sino que generará relaciones sanas, y un clima ideal para crear y triunfar.
3. Ser claro y firme
Las palabras transmiten nuestros pensamientos y estados de ánimo, por eso a la hora de expresar una idea, valorar el aporte de nuestro equipo o defender una postura es necesario hablar o redactar de una forma simple y directa, pero con determinación y seguridad.
4. Dar información útil
Todo proyecto requiere de personas que le pongan toda su energía y talento para que sea exitoso. Es por eso que toda información que se puede aportar en cuenta a un producto, una innovación, o un plan de negocios es valiosa, e impulsará la concreción de los objetivos.
5. Decir y hacer sin contradicciones
La palabra es el impulso inicial, que de nada sirve si a la hora de actuar no somos consecuentes con lo que decimos o sentimos. Por tal razón, el pilar fundamental de todos los logros en la vida se encuentra en la capacidad de tener valores y convicciones claras y precisas para luego actuar en consecuencia. y conseguir uno a uno nuestros deseos.
6. Dar el ejemplo es mejor que manipular
Si bien mediante el uso del discurso se puede convencer o persuadir a una audiencia de un punto de vista determinado, no es aconsejable caer en trampas lingüísticas para conseguir aceptación o personas leales a un proyecto. Sin una base sólida y sincera todo emprendimiento caerá por el peso de las propias palabras sin contenido. Dar el ejemplo, por el contrario, es una fuente de inspiración, fidelidad y credibilidad que son vitales a la hora de tener un negocio o proyecto de vida feliz.
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