Los encargados siempre culpan a las circunstancias u otros problemas, pero evaden la razón principal.
Una de las principales preocupaciones de las organizaciones es la retención de talento. Para el Dr. Travis Bradberry, es increíble escuchar cuando los jefes se quejan de que sus mejores empleados les renuncian.
A través de un post en LinkedIn, Bradberry expone algunas de las cuestiones que los líderes no toman en cuenta (además de quejarse), y que sólo obligan a los trabajadores modelo a irse.
Los encargados siempre culpan a las circunstancias u otros problemas, mientras siempre evaden la razón principal: Las personas no dejan los trabajos, renuncian a los jefes.
Pero lo más triste es que, en lugar de enfrentar estos problemas, sólo deciden evadir la realidad.
A continuación, seis cosas que hacen los jefes que provocan la renuncia de sus empleados:
1. Mayor carga de trabajo
Nada desgasta más a los mejores empleados que el darles una mayor carga de tareas. Es tan tentador hacer que el mejor trabaje mucho, que los jefes frecuentemente caen en esta trampa. Grandes cargas laborales hace sentir a los buenos empleados como que son castigados por hacer las cosas correctas.
Una investigación de Stanford encontró que cuando la semana laboral sobrepasa las 50 horas, la productividad decae. Baja más cuando se exceden a 55 horas.
2. No reconocen las aportaciones ni recompensan el buen trabajo
Es fácil subestimar una palmada en la espalda. Sobre todo con los buenos empleados, pues siempre necesitan estar motivados. Los jefes deben comunicarse con sus empleados para saber cómo se sienten (mal, bien o necesitan un aumento). Recompensarlos por lo que hicieron bien.
3. No les importan sus empleados
Más de la mitad de las personas que dejan sus trabajos es por su relación con los jefes. Las compañías inteligentes entienden bien que debe existir un balance entre la vida profesional y la personal. Están los jefes que celebran el éxito de sus empleados, empatizan con ellos en tiempos difíciles y los retan. Los que no cuidan a su talento, siempre tienen altas tasas de rotación. Resulta imposible trabajar con personas que no están involucradas y que sólo les preocupa el terreno de la producción.
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4. No cumplen sus promesas
Prometer coloca a la gente en el límite entre hacerlos felices o verlos partir. Cuando un jefe cumple sus promesas, crece ante los ojos de sus empleados como una persona honorable y confiable. Pero cuando no, sólo son tomados como una persona despreciable y que no se preocupa. ¿Quién le cumpliría a un jefe que no respeta su palabra?
5. Contratan y ascienden a la gente incorrecta
Los buenos empleados siempre quieren trabajar con los más profesionales. Pero cuando los jefes no cumplen con contratar a la gente adecuada, esto se convierte en un desmotivador pues entorpece el flujo de trabajo. Ascender a la gente incorrecta es peor aún. Cuando un empleado trabaja bien, lo hace porque tiene la esperanza de alcanzar un mejor puesto, pero resulta realmente desmotivador ver que la persona incorrecta es puesta en un lugar inadecuado. Un insulto.
6. No permiten que las personas sigan sus pasiones
Los trabajadores talentosos son los más apasionados. Facilitarles las oportunidades para que alcancen sus pasiones mejora su productividad y nivel de satisfacción con el trabajo. Pero muchos jefes quieren que sus empleados hagan sólo que deben y no más. Temen que la productividad disminuya si dejan que la gente expanda su foco de atención y persigan sus pasiones. Un miedo infundado.