Entérese de cuáles son las actitudes que diferencian un buen líder de un simple gerente.
En vez de intentar ocupar un cargo de gerencia, ¿por qué no esforzarse para ser un buen líder, antes de todo? En la mayoría de las organizaciones, cualquier empleado puede ser promovido a gerente, sólo hay que seguir las reglas de la empresa. Pero, ¿por qué no destacarse como un líder y ganarse la confianza de los colegas? Eso es fundamental para mantenerse en cualquier puesto de liderazgo.
Algunas personas se contentan sólo con alcanzar una posición de gerencia, sin embargo, otras prefieren ser conocidas como líderes.
Entérese de cuáles son las actitudes que diferencian un buen líder de un simple gerente, y descubra a qué grupo usted pertenece.
1. Conectar diariamente el trabajo a grandes objetivos: Un gerente promedio se enfoca sólo en el corto plazo. Es más fácil mantener el foco para finalizar las urgencias, como hacen aquellos que no poseen un perfil de liderazgo, que invertir tiempo y energía en lo que tiene importancia a largo plazo. Los verdaderos líderes priorizan los resultados futuros a los requisitos burocráticos de la empresa.
2. Pensar en los otros como personas: Si usted se pasa llamando a los miembros de su equipo por los cargos que ocupan, esté atento, porque esa es una característica de un simple gerente. Mientras un buen líder escucha a los otros individualmente, intentando conocer la fortalezas y debilidades de cada uno, un gerente ve sólo cargos y títulos.
3. Merecer respeto. Un gran líder quiere merecer el respeto de su equipo, mientras que un gerente sólo espera ser querido. En algún momento, durante la carrera de un líder, para alcanzar los objetivos de la organización, es necesario que los empleados realicen tareas difíciles, pero que darán resultados. En casos así, los líderes pueden hasta perder la simpatía de los colegas, al principio. Pero, con certeza, tendrán el respeto de los buenos profesionales.
4. Impresionarse con los logros del equipo. Los simples gerentes entienden el éxito de los miembros del equipo como una amenaza. En vez de sentirse enojado por las realizaciones de los colegas, un verdadero líder se identifica con ese éxito y se enorgullece por el desarrollo de sus liderados.
5. Capacitar a los demás con honestidad y transparencia. Un gerente promedio tiene miedo de compartir su conocimiento con los subordinados, lo que perjudica el desempeño del equipo en general. Un líder, por otro lado, comprende el papel y la relevancia de cada integrante y ayuda a todos a hacer un buen trabajo, sobre todo porque el éxito del equipo refleja el avance de la empresa.
6. Ser responsable por el colectivo: Un gerente común y corriente que no consigue el respeto de sus empleados está siempre con la sombra del miedo, pues teme ser destituido y perder su posición de poder. Por eso, cuando su equipo falla, en vez de asumir la carga, él o ella deja la responsabilidad en los otros. Un verdadero líder, al ver que el equipo no llega a la meta, asume el error y motiva a los liderados a que sean mejores.
7. Preocuparse de los resultados: En ciertas compañías, los cargos de gerencia existen sólo para proteger los procesos y no para capacitar a los colaboradores. Pero ¿quien se preocupa de los procesos, si los resultados son positivos? Un líder de verdad valoriza la creatividad e innovación, y entiende que los procesos pueden ser adaptados, lo que sea mejor para la empresa.