De acuerdo con informe de Randstad, los jóvenes entre 25 y 34 años son los con menor predisposición a tener una jornada fija (40%), seguidos por los entrevistados de 35 a 44 años (35%), y por aquellos entre 45 y 55 años (20%).
A propósito del proyecto que busca reducir de 45 a 40 horas semanales la jornada laboral en Chile, la consultora multinacional de RR.HH. Randstad realizó una encuesta a más de 2 mil 800 personas con el fin de evaluar su percepción sobre esta iniciativa y conocer cuáles creen que serán sus implicancias de llegar a ponerse en marcha, aparte de otras aristas relacionadas con las preferencias de los trabajadores en este sentido.
De acuerdo al estudio, 78% de los participantes señaló que si tuviera la oportunidad de elegir optaría por un trabajo flexible que sea medido en base al cumplimiento de objetivos y no tener que acatar un horario solo porque así lo establece la ley. En cuanto a las diferencias por rango etario, los jóvenes entre 25 y 34 años son los con menor predisposición a tener una jornada fija (40%), seguidos por los entrevistados de 35 a 44 años (35%), y por aquellos entre 45 y 55 años (20%); mientras que en los profesionales con más de 55 años cae a 4% y en los de 18 a 24 años a 1%.
Al respecto, Natalia Zúñiga, directora de marketing & comunicaciones de Randstad, dice que "más allá de la buena disposición que tengan algunas compañías para hacer modificaciones en este aspecto, la posibilidad de implementar una modalidad por objetivos dependerá de las complejidades de cada empresa, de los estilos de liderazgo, de la capacidad de llevar los indicadores de cada área a métricas justas y reales, de la penetración que tiene la tecnología para facilitar el trabajo a distancia y, sin duda, de aspectos culturales".
Por otro lado, agrega Zúñiga, también tiene que ver con las características del rubro y las responsabilidades o funciones de determinados cargos, ya que hay posiciones que están más atadas a un horario. Algunos ejemplos son recepcionistas, secretarias de gerencia y juniors administrativos; e industrias, como la salud o el retail.
Todas las medidas que vayan en dirección a aumentar la flexibilidad, no solo son positivas en términos de incrementar la motivación y el compromiso de los colaboradores, sino que también repercuten en los indicadores de producción, siempre y cuando sean prácticas que vayan acompañadas de una estrategia para medir el rendimiento de los trabajadores, implementando una evaluación de desempeño por resultados cuantitativos y cualitativos que se apegue fielmente al cumplimiento de las metas propuestas, no solo de impacto en negocio, sino que con el desarrollo de las habilidades que la compañía ha declarado como claves.
En cuanto a las diferencias por rangos etarios, entre los 25 y hasta los 44 años la elasticidad se valora especialmente por la independencia que da el trabajo por objetivos Si a esto se le suma la tecnología, que permite estar conectado desde cualquier parte, el lugar físico donde se encuentre la persona ya no es un impedimento para realizar correctamente las funciones y deja de ser necesaria la práctica de ‘marcar’ asistencia o firmar un libro.
Asimismo, hay que considerar que la fuerza laboral está cambiando, por lo tanto, promover y propiciar este tipo de cambios es fundamental para que las compañías se mantengan competitivas a ojos de los candidatos. De hecho, dice Zúñiga, "ya en 2015 se percibía que, en el futuro, un porcentaje significativo de trabajadores sería independiente, pues estarán buscando más flexibilidad y hacer lo que realmente disfrutan, impulsados por sus principales motivaciones, preocupaciones e intereses”.
Respecto a otros resultados del estudio, 49% de los participantes asevera que con la iniciativa de las 40 horas su productividad aumentará, 44% sostiene que se mantendrá y 7% dice que bajará. Sin embargo, contrariamente a lo que opina la mayoría de los encuestados, según la Comisión Nacional de Productividad, en un horizonte de 4 a 5 años, se producirá una caída de este indicador de 1% a 3,5%, aparte de una baja en los salarios mensuales reales de 3% en promedio.
Pero, de acuerdo con la ejecutiva de Randstad, la solución a estos y otros asuntos laborales no pasa por la distribución de las horas de la jornada o por tener más o menos tiempo en la oficina, que en Chile ya es bastante, sino que va por cambiar la mentalidad empresarial, generando una cultura de engagement y trabajo por objetivos.
Hay ejemplos claros de esto, como Alemania, país europeo que solo trabaja 1.363 horas al año, pero que suma una de las productividades más altas de la OCDE. En tanto, Chile, con 1.941 horas anuales, aparece entre las 10 economías con menor expansión productiva. En otras palabras, un trabajador en el país genera US$27, mientras que el promedio de la Organización en esta materia es de US$55. Por otro lado, Irlanda está dentro del top 12 de las jornadas más extensas, no obstante, produce más del triple que los trabajadores nacionales, con casi US$100 por hora laboral.