Por Arnoldo R.Camacho, profesor de INCAE Business School.
Las empresas latinoamericanas en desarrollo han enfrentado exitosamente los retos de la apertura económica, la globalización de los mercados y la internacionalización de las operaciones. Sin embargo, no todas han aprovechado su potencial de creación de valor para los inversionistas ni la ola de inversiones hacia los mercados emergentes y países en desarrollo, los cuales se han intensificado durante las últimas dos décadas. Los inversionistas han sido alentados por el potencial de crecimiento en la demanda y la mejor combinación de riesgo-rendimiento que ofrecen empresas y proyectos en estos mercados.
Durante los 90 dominaron los enfoques Top-Down, en donde las consideraciones sobre riesgo país y exposición cambiaria eran los factores determinantes en la selección de inversiones. Como resultado se seleccionaban empresas en países política y económicamente estables, y empresas consolidadas en su mercado.
En la última década, y en particular en la era de la post-crisis económica y financiera, cada vez más los inversionistas parecen seguir enfoques Bottom-Up, los cuales se enfocan en el potencial de la empresa y de la industria, más que en las consideraciones sobre riesgo país.
La mejora en los fundamentos macroeconómicos y mejores herramientas para la gestión del riesgo cambiario han hecho que estos factores cedan paso a las consideraciones sobre el potencial competitivo de las empresas. El potencial competitivo está directamente relacionado con las oportunidades de mejora en la eficiencia operativa y la optimización de la estructura de capital. Muchas de las empresas latinoamericanas han destacado por sus altos niveles de eficiencia operativa, siguiendo las recomendaciones típicas del Análisis Dupont, logrando destacarse por sus mejores márgenes de utilidad y la mayor intensidad de uso de su capacidad instalada.
Sin embargo, el análisis comparativo con empresas de otros mercados revela que son relativamente menos las empresas que han aprovechado al máximo el apalancamiento financiero.
De hecho, un gran número de empresas latinoamericanas se caracterizan por altos niveles de liquidez y bajos niveles de endeudamiento, producto en gran medida del limitado acceso a los mercados de capitales en sus respectivos países. El acceso al mercado de capitales ha permitido a empresas de otros mercados emergentes y en desarrollo no sólo mejorar las condiciones del financiamiento y optimizar la gestión de liquidez, sino también reducir su exposición a riesgos de negocios y financieros.
Tradicionalmente se ha asumido que el limitado acceso al mercado de capitales parece producto tanto de las restricciones asociadas al nivel de ingreso de la economía y a la poca liquidez del mercado, como de la preferencia de los inversionistas locales para títulos del Estado e instrumentos de los mercados financieros internacionales. Sin embargo, estudios recientes revelan que en muchos mercados es más bien la ausencia de instrumentos financieros lo que limita el interés de los inversionistas y explica la baja profundidad y liquidez del mercado.
Parece entonces que la estrategia para crear valor en la empresa y posicionarse competitivamente ante los inversiones hacia mercados emergentes debe enfocarse en optimizar la estructura financiera mediante el acceso al mercado de capitales. Pero el acceso a estos mercados requiere como precondiciones el fortalecimiento de la operación y la mejora en la gestión de liquidez, para proceder entonces primero con la emisión de obligaciones financieras, y, segundo, optar por la oferta pública de acciones.