Tener una amplia visión de los negocios es lo que le ha permitido a esta vinícola crecer en poco tiempo.
Tru Miller, una holandesa que ha hecho de México su hogar permanente desde hace 20 años, es una emprendedora en toda la extensión de la palabra.
La pérdida de un hijo y su admiración por el país fue lo que la trajo hasta allí para fundar Adobe Guadalupe junto con su fallecido esposo Donald Miller. Pero no sólo se trata de vinos, ya que Miller ha logrado desarrollar un concepto integral en torno a este producto, el cual incluye degustaciones y paseos a caballo, además un hotel boutique de seis habitaciones, spa, organización de eventos e, incluso, un food truck –que hizo en colaboración con Leda Gamboa-, el cual ofrece desde pintxos, tapas y chapatas gourmet hasta vinos y cervezas, incluyendo la Golden Strong Ale de Adobe Guadalupe –misma que fue lanzada hace poco más de un mes–, sin descontar la crianza de caballos y la elaboración de productos como aceite, vinagre, mezcal y mermeladas, además del próximo lanzamiento de un tequila, para lo cual estableció un emprendimiento conjunto o joint venture con una empresa de Jalisco.
Aun cuando el viñedo es joven, ya que inició operaciones en 2000, las plantaciones en los valles de Guadalupe, Ojos Negros y San Vicente son suficientes para producir seis vinos de alta calidad, cuyas uvas, sembradas en 22 hectáreas, son cosechadas por 58 personas.
Su portafolio está integrado por seis productos: Uriel, un rosado de varietales Tempranillo, Syrah, Mourvedre, Cinsault, Barbera, Sauvignon Blanc y Grenache; además de los tintos Gabriel, elaborado con Merlot, Cabernet Sauvignon y Malbec; Serafiel, hecho con Cabernet Sauvignon y Syrah; Miguel, producido con Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Grenache y Merlot; Kerubiel, de varietales Syrah, Cinsault, Grenache y Mourvedre; Rafael, a base de Cabernet Sauvignon y Nebbiolo, además de Jardín Secreto, hecho con uva Tempranillo; esto, sumado a las marcas de mezcal Lucifer, Lucy la Esposa, Lucinda la Quedada y Lulú la Loquilla, siendo Gabriel y Jardín Secreto los productos principales de la compañía.
Sin embargo, Rafael, un vino lanzado en 2008, está ganando mercado en México y EU, por lo que en unos años podría ser las estrella del portafolio por tratarse de un vino premium, según destacó Luis García, director operativo de la firma.
La compañía produce, en promedio, diez mil cajas de vino. Con respecto a futuras inversiones, estas contemplan la apertura de una nueva bodega, un proyecto que impulsa junto con el enólogo Daniel Lonnberg.
"Tenemos mucha competencia, pero nosotros vamos como un caballo que tiene anteojeras; tratamos de hacer el mejor vino que podemos y vamos adelante. Somos honestos, hablamos bien de todo el mundo y así tratamos de tener nuestro lugar en el mundo del vino, Creo que vamos muy bien”, dijo.
Pero la fundadora de Adobe Guadalupe tiene una visión más global de los negocios y está propiciando que, junto con otros viñedos de la entidad se pueda abrir mercado tanto en Holanda, su país de origen, como en otras naciones del continente europeo.
De la amistad al negocio
Aun cuando Miller y su esposo no tenían en mente instalar un Bed & Breakfast, la idea surgió a raíz de que su hacienda contaba con cuartos extra donde albergaban a sus amigos europeos en varias ocasiones, hasta que llegó el punto en que tuvieron la idea de ofrecer un espacio para que los amantes del vino pudieran descansar, en un entorno tan cálido como un nido y rodeado de comodidades. Y lo hizo con tanto éxito, que obtuvo un reconocimiento por parte de Hoteles Boutique de México en 2005.
Este espacio fomenta la integración de los huéspedes, ya que ofrece diversas actividades para que no se aíslen en sus habitaciones que, por cierto, están decoradas con toques iraníes y mexicanos. Es así que todos pueden convivir en la sala de televisión, la cocina comunitaria, el comedor, la sala de lectura y patio, además de que pueden disfrutar de catas, paseos a caballo, clases de yoga, o bien relajarse en la alberca, el jacuzzi o disfrutar de un masaje.
"Las habitaciones no tienen teléfono ni televisión, es muy simple, pero muy elegante. (Al principio) no había la idea de un Bed & Breakfast. En aquel entonces no había hoteles ni nada, pero nos dimos cuenta cuánto cuestan las botellas, los corchos y las etiquetas al lado del vino; entonces necesitábamos más dinero para hacer lo que queríamos hacer y lo pensamos”, relató Miller.
Sobre el avance que ha tenido la marca en los últimos dos años, Luis García dijo a Excélsior que ésta ha tenido un “nuevo impulso”, en especial porque en conjunto con todas las actividades que ofrece cada año se lleva a cabo la cena de gala de Adobe Guadalupe, la cual, a diferencia de la Vendimia, tiene fines altruistas como el otorgamiento de becas a universitarios de Ensenada o para el mejoramiento del asilo de ancianos, los caminos, el parque del Valle de Guadalupe y la Cruz Roja local.
Por ello, “es un esfuerzo de Adobe combinado con otras vinícolas de la zona. Alrededor de 20 o 25 empresas donan vino, incluyendo Monte Xanic, Las Nubes y Lafarga, entre otros, por lo que se hacen lotes de varias bodegas en una sola botella, para después hacer hace una presentación con caballos y una subasta”.
Esfuerzos que marcan resultados
Con el fin de incrementar su participación de mercado, y que su marca sea reconocida por los consumidores, Miller ha redoblado esfuerzos para poner en alto su marca en ciudades como el DF, Guadalajara, Cancún, Los Cabos, Hermosillo y Monterrey, que ha alcanzado gracias a la consistencia de sus productos, la cual se logra mediante la producción de uvas propias.
"Sabemos cómo va a ser el vino, no tenemos que comprar, entonces la consistencia es importante”, indicó Miller.
Además, la cadena de distribución es un punto neurálgico, la cual realizan por medio de dos empresas: una en EU y México. “Son vinos de gama alta, entonces tratamos que se vayan a los mejores hoteles o high-end restaurants. No hay etiquetas como algunas otras vinícolas, que tienes de menos de 200 pesos. El promedio es de 400 a 450 pesos”, dijo García.
Incluso, han logrado colocarse en restaurantes prestigiados como el Pujol y Máximo en el DF, Misión 19 en Tijuana y Bracero, del chef Javier Plascencia, en California, además de tener presencia en Chicago y Nueva York, en EU.