Por Ruth Rodríguez, para Excélsior.
El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió no tocar a los sindicatos del IMSS, ISSSTE y de la Secretaría de Salud (Ssa), es decir, a los que integran el sector salud. Y tal parecería que pactó con ellos para que puedan despedir sin problemas a miles de trabajadores, pero sólo de confianza. Ya anunciaron tres mil próximos despidos en el ISSSTE. Y nos comentan que vienen otros anuncios de despidos en el IMSS, que no incluyen a enfermeras ni médicos. El problema es que, al menos en el primero, se avecinan sin hacer ningún diagnóstico de capacidades ni de funciones de cada persona.
Al parecer, se busca un ahorro con el recorte de nómina. Pero se les olvida que a la larga hay aparentes ahorros que salen más caros. Porque si los recortes de personal no se hacen con base en diagnósticos, sino desde los escritorios de los administrativos, el resultado es que los servicios de salud van a empeorar todavía más.
Luis Antonio Ramírez, director general del ISSSTE, aseguró que van a despedir a tres mil trabajadores por “ociosos”. Tal parecería ahora que sólo los trabajadores de confianza son ociosos y que todos los sindicalizados son unos excelentes trabajadores que no piden permisos para salir temprano o para faltar y que tienen la mejor disposición para trabajar en las condiciones y horarios que se requieran. Pero no. El tema es más sencillo. Simplemente decidieron darle la vuelta a los sindicatos, que tienen el control de cientos de miles de trabajadores que pueden paralizar el sistema nacional de salud. Tan sólo el IMSS tiene 450 mil trabajadores y el ISSSTE, 85 mil. Sin sumar al Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Salud, afiliado a la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), que controla a un millón y medio de burócratas del país.
Claro, el trato privilegiado para los sindicatos no es gratuito. En administraciones pasadas eran los más reacios a abrirse a una cobertura universal de salud. Pero ahora han comenzado a ceder y los trabajadores de cualquier hospital, sea IMSS, ISSSTE o de la Ssa tendrán que atender a gente que no sea derechohabiente de sus instituciones en casos de emergencias.
El costo para los sindicatos será que sus trabajadores tendrán que absorber el trabajo que realiza el personal de confianza que será despedido. Y suena muy bonito que pongan a trabajar a los sindicalizados. Pero el tema aquí es ¿son los mejores capacitados, los más adecuados, los mejores para atender las necesidades de la población? Aclaro, no se trata de defender a los trabajadores de confianza por encima de los sindicalizados, porque, en ambos, hay quienes sí trabajan y quienes no lo hacen; sino que los recortes de personal deben partir primero de un diagnóstico puntual de capacidades y funciones de cada persona con el objetivo de tener al mejor personal de salud.
Abatelenguas
Hay preocupación por parte de las autoridades de salud porque todavía faltan tres semanas más para que se alcance el pico más alto de casos de influenza con predominio del virus AH1N1, y ya se registran más de mil 662 casos de influenza y 116 defunciones. Y nos dan tres datos: De los 31 millones de vacunas contra la influenza, sólo la mitad se ha aplicado. El 35% de los enfermos está llegando tarde con el médico. Y el virus de influenza AH1N1 está atacando con mayor impacto a la salud de personas de 40 a 49 años de edad. Si la tendencia sigue al alza, los hospitales se van a saturar.
Bajo el microscopio
Ya no habrá cuadro básico de medicamentos y en su lugar habrá una lista de medicinas —proyecto que se elabora desde el sexenio pasado— que tendrán que llevar todas las instituciones de salud. Se trata de un grupo de medicamentos para las enfermedades más comunes. Desde la atención de un catarro hasta padecimientos caros. El objetivo es hacer un uso racional de las medicinas y un mejor diagnóstico médico. Nos dicen, dentro del Consejo de Salubridad General, que lo que se busca es que ningún paciente se quede sin su medicina.