La colombiana explica cómo se lleva a cabo Solidarity, el esfuerzo a contrarreloj de la OMS por encontrar tratamientos efectivos contra el Covid-19.
Desde hace más de 30 años, Ana María Henao Restrepo dejó Colombia para convertirse, según ella, en “una ciudadana del mundo”. Como epidemióloga ha trabajado en El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, África, Asia, Oriente Medio y Ginebra. En su trabajo, que se convirtió en una carrera contra el tiempo y contra la muerte, ha combatido infecciones como el poliovirus, que causa la poliomelitis o el sarampión, que en 2019 dejó cerca de 140.000 víctimas mortales en el planeta.
En 2014 fue la encargada de dirigir el estudio para probar la eficacia de la vacuna contra el ébola con un ensayo clínico realizado en Guinea y Sierra Leona, que demostró una efectividad contra el mortal virus del 100 % durante el estudio. En su paso por la OMS ha dejado ideas innovadoras, que, junto con su equipo, han marcado un hito en la historia de la medicina. El programa Ébola ya basta fue uno de ellos, una idea que se basó en la cooperación internacional con una misma meta en común: salvar vidas. “En vez de empezar nosotros inventando todo desde cero la idea central fue la colaboración”.
Hoy Henao se enfrenta una vez más a un virus que se llevó la vida de más de 40.000 personas. Un contagio masivo que aún es elemento de estudio y que paralizó a 177 países. Como líder de la iniciativa de la OMS para la investigación de vacunas, Henao espera aplicar el trabajo en equipo que le dio resultados antes. Solidarity (Solidaridad) Trial, en el que por ahora participan 50 países, es el ensayo clínico internacional que busca comprobar la efectividad de cuatro tratamientos contra el SARS-CoV-2. Tiene tres desafíos claves: reducir la tasa de letalidad, disminuir el tiempo de hospitalización para evitar colapsos en el sistema de salud y evitar que los pacientes tengan la necesidad de entrar en una Unidad de Cuidados Intensivos. De estos aspectos, la epidemióloga dio detalles a El Espectador.
-¿En qué consiste el ensayo clínico internacional Solidaridad?
-Está diseñado de una manera muy simple. Hay un sitio de internet con acceso a los investigadores. Ahí registran la información sobre el paciente, que previamente dio su consentimiento, el proceso se demora tal vez cinco minutos y la aleatorización ocurre. El programa le indica al médico si el paciente ha sido aleatorizado a recibir el tratamiento estándar que se da a los pacientes con COVID-19 en ese hospital o si ha sido aleatorizado para recibir el tratamiento de una de las cuatro drogas que estamos evaluando para tratar el coronavirus: remdesivir, cloroquina e hidroxicloroquina, ritonavir / lopinavir y ritonavir / lopinavir e interferón beta. Después no hay que poner más datos, solo cuando el paciente se da de alta o fallece se recogeinformación como cuál fue el estado, del paciente cuándo ocurrió, cuántos días estuvo, si recibió oxígeno o ventilación asistida. Es muy simple y está diseñado para que todos los hospitales puedan participar.
-¿Qué criterios cumplieron los cuatro tratamientos escogidos por la Organización Mundial de la Salud?
-Nuestro grupo de expertos miró tres aspectos: primero, que hubiera información sobre la seguridad de pacientes al tomar el medicamento. Luego debía haber datos de ensayos en laboratorio, estudios de animales y pequeños estudios en humanos que demostraran que esa droga tiene alguna actividad contra el coronavirus SARS-Cov-2. Y tercero, teníamos que asegurar el acceso del fármaco a la mayoría de los pacientes en el mundo.
-La cloroquina, particularmente, causó algunos revuelos ¿por qué la OMS decidió adherirla en el ensayo clínico?
-Entendemos que los médicos que tratan a los pacientes están siempre con la idea de ayudar a tener el mejor resultado de la enfermedad, entonces no los criticamos de ninguna manera. Pero lo que nosotros sí podemos decir es que revisamos la evidencia científica que existe en los tratamientos. La otra cosa que es muy importante con la cloroquina y con las otras drogas que están licenciadas para pacientes con malaria es que, si todos empezamos a utilizarla indiscriminadamente con la esperanza de que puede servir para el coronavirus sin tener la evidencia, vamos a exponernos a riesgos de efectos adversos y limitamos el acceso de la droga. Por eso es que hay que tener un poco de responsabilidad.
-¿Qué se sabe de la vacuna?
-La vacuna es una experiencia parecida a los tratamientos. En este momento hay casi 100 grupos de investigación y compañías en el mundo que están tratando de desarrollar vacunas contra este coronavirus. Estos grupos están en diferentes niveles de progreso, pero todos están todavía en lo que llamamos la fase preclínica con dos excepciones: una vacuna que fue desarrollada con una compañía que se llama Moderna, en Estados Unidos, y una vacuna que fue desarrollada en China. Esas son las dos que sabemos que están en estudios de fase I. También estamos trabajando con investigadores en el mundo para desarrollar modelos animales, porque muchas de estas vacunas son evaluadas primero en animales. Hay que crear el modelo del animal, que puede ser infectado con el virus, que desarrollan la enfermedad de manera parecida a los humanos para después vacunarlos y ver si la vacuna los protege. La tercera parte que estamos haciendo es trabajando con los científicos que desarrollan métodos de laboratorio para evaluar la respuesta inmunitaria de la vacuna para saber cómo vamos a medir los títulos de anticuerpos y los otros elementos de la respuesta inmunológica que son importantes para saber si una vacuna está causando el efecto que esperamos. Y, finalmente, así como en el estudio de Solidaridad, estamos trabajando en un protocolo mundial que tal vez nos ayude a revisar de manera efectiva y rápida vacunas contra el coronavirus, reclutando pacientes en todo el mundo de una manera simultánea.
-¿Solidaridad es similar al modelo que utilizó para encontrar la vacuna contra el ébola?
-Sí, el Solidaridad está inspirado en nuestra experiencia de ébola y muchos de los socios que nos apoyaron en ese momento lo hacen ahora. La idea de Solidaridad es la participación de todos los países por una meta común. “Ébola, ya basta”era exactamente lo mismo, una colaboración. En vez de empezar nosotros inventando todo desde cero teníamos por ejemplo en ese al grupo de expertos de Protección de la Salud del Reino Unido y del Hospital Bernal Nock de Alemania que son expertos en el laboratorio; teníamos el grupo de la Universidad de Berna en Suiza que son expertos en manejo de datos; teníamos el grupo de la Universidad de Florida y el London School que hacían el análisis estadístico. También era un protocolo simple. Cuando nosotros hicimos lo del ébola no recogimos muestras de sangre, solo nos enfocamos en si tenía efecto en la mortalidad o si tenía efecto en proteger contra esta enfermedad, no porque no pensáramos que fuera importante, sino porque nos enfocamos en la pregunta de salud pública mundial.
-¿Cuál es la pregunta de salud pública mundial que la OMS quiere responder contra el coronavirus?
-Queremos responder tres preguntas claves: si las drogas que estamos evaluando tienen algún efecto en la mortalidad, si la estadía en el hospital va a durar menos por recibir una de las drogas, si el paciente tendrá menor necesidad de recibir oxígeno o entrar en una Unidad de Cuidados Intensivos. Estas tres preguntas son muy importantes para la salud pública porque queremos evitar las muertes y si los pacientes duran menos tiempo en el hospital también enfrentamos las limitaciones que los sistemas de salud tienen ahora.
-¿Cómo adaptar Solidaridad al modelo de salud y las capacidades tan diferentes en todos los países?
-El ensayo de la Solidaridad es un ensayo simple. Está diseñado para que participen todos los países del mundo y nosotros pensamos que en ese sentido reconoce y da la oportunidad a equipos de salud en todo el mundo de trabajar porque se enfoca en algo que es básico y que es importante. Es posible que algunos equipos de médicos quieran agregar otras preguntas y poner información adicional, eso está aceptado pero lo que nosotros queremos es responder a una meta común: saber si estas drogas tienen realmente un efecto en la mortalidad.
-¿La tecnología ahora tuvo un papel mucho más significativo que el que jugó en comparación con el estudio de la vacuna contra el ébola?
-Lo primero es que la comunidad científica está más comprometida con la idea de compartir los datos sobre todo en epidemias, algo muy importante para desarrollar vacunas y drogas. Lo segundo es que es verdad que ahora la tecnología está en muchos lugares del mundo y puede ser utilizada fácilmente y lo tercero es que ahora hay plataformas en donde se comparte la secuencia genómica de una manera segura y esos tres factores combinados han facilitado bastante esta epidemia. También es importante reconocer la voluntad de los gobiernos afectados, como el caso de China, que fue clave porque sin esa voluntad también es muy difícil conseguir que se compartan datos.
-¿Hay alguna diferencia con Discovery, el ensayo clínico que se desarrolla en Europa?
-No realmente, de hecho, estamos en proceso de trabajar de manera más cercana. Nosotros empezamos con un ensayo clínico que era más elaborado en la medida en que necesitaba que se tomaran más muestras todos los días, que se tomaran más exámenes del sistema respiratorio para saber cómo el virus los afectaba y así hicimos un protocolo que lo compartimos en internet. Nosotros en algún momento consideramos que era muy bueno, pero era complejo para usarlo en muchos países el mismo tiempo. El estudio Discovery es nuestro ensayo original, ellos siguieron con esa misma idea, pero compartimos los mismos elementos como monitorear la mortalidad entre otros. Discovery no es el único, hay otros en Estados Unidos y van a haber otros, pero esto no se trata de competencia sino de cooperación porque cada uno está respondiendo a diferentes preguntas que son igual de importantes.
-¿Qué criterios tienen que cumplir para participar en el estudio? ¿Colombia presentó alguna solicitud?
-No tienen que tener criterios específicos, nosotros estamos invitando a los gobiernos a participar y, en cada país, los hospitales más grandes y con más casos son los más idóneos para participar. Estamos empezando por sitios donde hay más pacientes, pero no se trata de un criterio de exclusión, se trata de una realidad desafortunada. En América Latina hay mucho interés, esta semana vamos a tener una llamada con los interesados en participar para discutir los pasos a seguir. Hemos recibido contactos de algunas instituciones de Colombia, pero también de otros países de la región. Sería buenísimo si América Latina contribuyera a esta meta mundial.
-¿Qué significa para usted estar en la OMS y de alguna manera representar al país?
-Llevo más de 30 años que no vivo en Colombia, pero mi familia esta allá. He tenido la suerte de trabajar con la ONU y OMS y he vivido en varios países del mundo y tengo la oportunidad de trabajar con expertos. Es un trabajo muy interesante y me siento muy privilegiada de trabajar con expertos de categoría mundial. Yo siento que el trabajo que uno hace no es solo una persona es un equipo y estoy contenta de hacer parte de esos equipos. Diría a la gente del país que sigan las medidas de salud pública que es el mejor ejemplo de ser buen colombiano. Diría que la mejor manera de protegerse es esa. Así todos pueden decir que contribuyeron a combatir el COVID-19 tanto como yo lo estoy haciendo aquí. La única manera de ganar la batalla a este virus es con solidaridad.