Un examen de los restos dentales confirmó que efectivamente murió en 1945. La historia trata no solo del fin de los nazis, sino también de la propaganda y crueldad de la Guerra Fría.
Adolf Hitler tenía dientes extremadamente malos. Lo que puede sonar como uno de los innumerables detalles que avivan la espeluznante fascinación del público con el líder nazi es en realidad una evidencia en nuestro conocimiento histórico del suicidio de Hitler el 30 de abril de 1945.
Recientemente, se le permitió a un equipo de patólogos franceses inspeccionar un conjunto de dientes guardados en Moscú que se recuperaron en Berlín a principios de mayo de 1945. Esta es la primera vez que las autoridades rusas permitieron que alguien examinara los restos en más de 70 años. Y las conclusiones de los investigadores, publicadas a fines de la semana pasada en el European Journal of Internal Medicine son inequívocas.
"Los dientes son auténticos, no hay ninguna duda", dijo el patólogo principal Philippe Charlier a la agencia de noticias AFP. "Nuestro estudio demuestra que Hitler murió en 1945", agregó.
El equipo de investigación también pudo observar fragmentos del cráneo de Hitler para confirmar los medios por los que se suicidó. Los dientes coincidían con las descripciones proporcionadas por el dentista de Hitler y no revelaron rastros de carne, lo que es consistente con el hecho de que el Führer era vegetariano.
Los nuevos hallazgos deberían –aunque probablemente no lo harán– ponerle fin a las ideas descabelladas de que el líder nazi de alguna manera escapó de la destrucción de los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. "Podemos darle un alto a todas las teorías de conspiración sobre Hitler", dijo Charlier. "No huyó a Argentina en un submarino, no está en una base oculta en la Antártida o en el lado oscuro de la luna", apuntó. En cambio, la historia de Hitler terminó como todos los historiadores respetables creen: con un suicidio conjunto en el búnker del Führer en las ruinas de la capital nazi.
Identificando el cuerpo
Para el 30 de abril de 1945, las tropas soviéticas habían avanzado hasta 500 metros del centro de comando subterráneo de Hitler en el corazón de Berlín. Rodeado y apenas capaz de comunicarse con los restos de la Wehrmacht, Hitler se dio cuenta de que sus sueños de un imperio de mil años, o Reich, habían terminado.
A primera hora de la tarde, Hitler se retiró a su habitación privada con su amante de larga data y esposa de menos de dos días, Eva Braun. Allí ingirieron cápsulas de cianuro y se dispararon. Sus cuerpos, junto con los dos perros de Hitler, fueron descubiertos a las 3:15 p.m. Consciente de que los italianos habían profanado el cadáver de Benito Mussolini, Hitler había dejado instrucciones sobre cómo iban a deshacerse de su cuerpo y el de Braun. Fueron llevados fuera del búnker y quemados. No sería hasta el 5 de mayo que las fuerzas soviéticas descubrieron un cuerpo carbonizado en un cráter de bomba y lo identificaron como el de Hitler.
"Los dientes de Hitler eran tan excepcionalmente malos que solo estos permitieron identificar su cadáver", escribió en un artículo el patólogo forense Mark Benecke, contratado por la National Geographic para investigar los restos de Hitler. Benecke agregó que la caries dental y la enfermedad de las encías fueron probablemente las razones del notorio mal aliento del Führer.
Los soviéticos compararon los dientes del cadáver, que contenían prótesis y puentes inusuales, con descripciones proporcionadas por la asistente dental Kathe Heusermann. Más tarde, el dentista personal de Hitler, Hugo Blaschke, confirmaría la información a los Aliados.
"Sus dientes estaban tan mal que su dentista estaba con él en el búnker", dijo Liubov Summ, nieta de la intérprete rusa de Heusermann, Elena Rzhevskaya, al periódico Times of Israel. "Hay fotos que son muy desagradables para mirar", añadió.
Los niños del Brasil
A Rzhevskaya le confiaron los dientes de Hitler porque, según su versión, se temía que los miembros masculinos del Ejército Rojo se emborracharían y los extraviarían. Ella trajo los restos a Moscú. Sin embargo, aunque los soviéticos estaban seguros de que Hitler estaba muerto, Stalin ordenó que se suprimieran las noticias para sembrar incertidumbre y permitirle difundir rumores de que los Aliados occidentales habían ayudado secretamente a Hitler a escapar.
"Fue una farsa, un extraño intento de disfrazar el hecho de que su cuerpo había sido encontrado", escribió Rzhevskaya en sus memorias, que aparecieron en ruso en 1965, pero que solo se publicaron en inglés el pasado marzo.
Los rusos llamaron a la campaña de desinformación "Operación Mito". "La estrategia de Stalin, evidentemente, fue asociar a Occidente con el nazismo fingiendo que los británicos o los estadounidenses debían estar ocultándolo", escribió el historiador Anthony Beevor en su libro Berlín, la caída: 1945.
Cuando se combina con el hecho real de que nazis prominentes como Adolf Eichmann y Josef Mengele huyeron a Latinoamérica, el engaño de Stalin fue el origen de las teorías conspirativas de que Hitler de alguna manera había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial. Tales ideas fueron popularizadas por la película de 1976 Los niños del Brasil (The Boys from Brazil), en la que Mengele clona a Hitler como parte de una trama nacionalsocialista para lanzar su regreso.
La triste historia de Heusermann
Aunque la ficción era absurda, la realidad fue trágica. Rzhevskaya, que más tarde se convirtió en escritora, tendría que esperar hasta mucho después de la muerte de Stalin para contar su historia. Y Heusermann sufriría un destino mucho peor. Como parte de la campaña de Stalin para reprimir la verdad, fue llevada a la Unión Soviética y sentenciada a 10 años en un gulag (campo de trabajo forzado), seis de ellos en confinamiento solitario, por ayudar a Hitler. "Le dijeron que, al ayudar a reparar los dientes de Hitler, ella contribuyó a la continuación de la guerra, y que lo que debió hacer era haberlo golpearlo en la cabeza con una botella", dijo Summ a The Times of Israel.
La historia es una amarga ironía, ya que, según Rzhevskaya, Heusermann era todo menos una nazi; ella había escondido a un dentista judío y antiguo empleador en su casa durante el Tercer Reich. Heusermann murió en Düsseldorf en 1995 después de haber desempeñado un papel menor en la historia y haberse convertido en una de sus innumerables víctimas.