Con el año nuevo, todos esperamos que la crisis financiera mundial quede atrás. También debemos trabajar más para asegurar nuestro futuro.
Más allá de nuestros actuales problemas económicos y financieros, hay cuestiones de largo plazo que todos conocemos, pero que reciben escasa atención en tiempos en que los responsables de las políticas están tan totalmente abocados a la penosa tarea de resolver los problemas más inmediatos. Lamentablemente, las cuestiones de largo plazo que no se atiendan hoy se convertirán en las crisis de mañana.
Así que será mejor extender nuestro foco de atención, observar qué se vislumbra en el horizonte y desplegar más esfuerzos para dirigir la economía mundial hacia un rumbo mejor.
Otro día para morir
Los responsables de las políticas de todo el mundo han estado trabajando denodadamente para reparar sus economías. En el año entrante, tendrán que seguir apuntalando el crecimiento y, al mismo tiempo, corrigiendo los desequilibrios, para lo que deberán:
*Establecer políticas monetarias flexibles.
*Encontrar un equilibrio en materia de ajuste fiscal, aplicando restricciones cuando sea posible pero procurando apuntalar el crecimiento de corto plazo.
*Terminar de sanear el sector financiero y establecer sistemas financieros más seguros.
*Aplicar reformas que fomenten la productividad y el potencial de crecimiento.
El reequilibrio de la demanda mundial orientándola hacia los mercados dinámicos, incluidas las economías de mercados emergentes, también debería contribuir a complementar todos estos esfuerzos.
Estas son las cuestiones fundamentales de actualidad en las que nos centraremos. Pero nuestro programa de acción también debe incorporar varias cuestiones de largo plazo.
El mundo no basta
Hoy en día, algunos expertos miran el mundo tras la crisis financiera y pronostican un futuro de desglobalización. Lo más probable es que, así como el primitivo transporte en automóvil se adaptó a los accidentes, veamos que la globalización continúa, pero con el equivalente en el terreno económico de los límites de velocidad, los paragolpes y los cinturones de seguridad. En un mundo así, el aumento del nivel de vida dependerá de que las economías aprovechen su potencial al máximo, al tiempo que se integran a la economía mundial de forma ordenada.
En la próxima generación o en la siguiente, la mayor capacidad inexplotada para impulsar el crecimiento mundial provendrá de los países de mercados emergentes y en desarrollo. Si bien estamos acostumbrados a pensar en el reto del desarrollo, debemos pasar al concepto del reto de la convergencia. Un objetivo primordial será ayudar a los países de mercados emergentes y en desarrollo a obtener trayectorias de crecimiento que presenten una convergencia de los niveles de vida hacia los de los países ricos que sea perdurable. Esto significa modernizar las estructuras e instituciones económicas, así como las instituciones políticas en que se sustentan, que son fundamentales para fomentar el crecimiento y el empleo.
El proceso de globalización con convergencia no será fácil, ya que supondrá una continuación de los cambiantes patrones de producción y demanda que en la última generación aumentaron el nivel de vida en las economías de mercados emergentes pero causaron perturbaciones en las avanzadas. También significa que habrá que adaptarse a las nuevas tecnologías y a su dispersión mundial. Además es probable que la coordinación de políticas en todas sus formas, desde la regulación de los mercados financieros hasta el control de externalidades como las emisiones de carbono y la contaminación, se torne cada vez más compleja.
El mañana nunca muere
Sin embargo, es a ese futuro al que nos debemos adelantar y ante el que debemos prepararnos. A ese respecto, considero que hay tres cuestiones fundamentales que exigen prestar más atención y adoptar más medidas de las que actualmente son objeto:
*Alentar y ayudar a los países a modernizar las estructuras e instituciones económicas que son fundamentales para fomentar el crecimiento y el empleo.
*Aprovechar el nexo entre la tecnología y el crecimiento para que los países puedan seguir siendo competitivos y generar empleo, en lugar de destruirlo.
*Hacer frente a los retos que plantea el cambio climático. Dado que el calentamiento mundial continúa, si las emisiones no se reducen, es probable que los costos y dificultades que implican sean irreversibles.
Los responsables de las políticas deben modernizar y revitalizar sus economías emprendiendo reformas estructurales clave. Naturalmente, cada país es diferente. Pero algunos retos nos afectan a todos, ya sea que vivamos en países de economías avanzadas o en desarrollo.
Sabemos que el margen de maniobra política y la buena disposición de los gobiernos y la sociedad para atender estas cuestiones es muy variable. Estos retos son particularmente acuciantes en Oriente Medio y el Norte de África, donde los países deben emprender reformas difíciles dirigidas a fomentar el crecimiento en el mediano plazo y, a la vez, estabilizar sus economías en el corto plazo.
Entre otras reformas, es necesario lograr que los mercados laborales sean más sensibles a las necesidades de las empresas y, al mismo tiempo, más inclusivos para los empleados. También se deben adoptar políticas dirigidas a aumentar la competencia en los mercados de productos y servicios, en particular en Europa, pero también en el resto del mundo. Asimismo, en la zona del euro debe darse prioridad a aplicar todas las medidas necesarias para establecer una unión tanto fiscal como bancaria.
Los responsables de las políticas hacen frente al reto inmediato de encontrar el equilibrio justo entre satisfacer las elevadas expectativas de la gente y llevar a cabo decisiones difíciles para controlar las finanzas públicas y restablecer la solidez de los sistemas financieros debilitados.
El cambio tecnológico está afectando profundamente a la relación entre la gente y su contribución al crecimiento económico de un país. No podemos más que maravillarnos ante la difusión de la informática móvil y todo lo que puede lograrse lejos de un escritorio. Pero la tecnología también está generando modelos empresariales, al ampliar las posibilidades y orientar las decisiones sobre ahorros de costos y estrategias de inversión. Al observar lo que la difusión de la informática significa para nuestras economías y nuestras vidas, los países deben encontrar el equilibrio justo, invirtiendo en tecnología para conservar su competitividad pero ocupándose de las repercusiones que tiene en los salarios y el empleo.
La conclusión del análisis de los expertos es que el cambio climático y el calentamiento mundial plantean riesgos reales para el desempeño económico, especialmente para algunos países que tienen menos posibilidad de hacerles frente, entre otras formas, al aumentar el número y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos importantes.
Tales fenómenos suelen comportar un gran costo humano y económico. El huracán Sandy nos recuerda lo dañinos que pueden resultar: sus costos ascendieron a casi US$70.000 millones solo por concepto de los estragos causados en Nueva York y Nueva Jersey. Si los huracanes que provocan tal devastación se hacen comunes, hasta un país como Estados Unidos sería testigo de las serias repercusiones económicas y fiscales que se derivan de la Madre Naturaleza, lo que probablemente empeore más aún el panorama presupuestario, ya de por sí sombrío.
Entre las medidas importantes que deben adoptarse para hacer frente al cambio climático está finalizar la concesión de subvenciones a los combustibles fósiles en todos los países y aplicar un sistema de determinación de precios del carbón creíble para alentar la conservación y el uso de combustibles más limpios en todo el mundo (y hacer una contribución muy necesaria a la solidez de las finanzas públicas). Las tecnologías más novedosas también pueden resultar útiles. Los avances en esta esfera han sido demasiado lentos.
Un quántum de solaz
Es posible lograr un futuro brillante si todos, gobiernos, sociedad civil y sector privado, se ponen a trabajar ahora. Si bien, de cara al futuro, estas cuestiones de largo plazo tal vez supongan un panorama más inestable que complique una labor ya difícil, esto no es inevitable.
Juntos podemos aprovechar mejor nuestro potencial económico, inclusive a través de nuevas tecnologías, y coordinar la labor para lograr un crecimiento sostenido y equilibrado.
Al empezar un año nuevo, es hora de levantar la cabeza y mirar hacia el futuro.
*Esta columna fue publicada originalmente en el blog Diálogo a Fondo del FMI.