Alemania es un país que en los últimos años se ha vuelto más colorido. Ningún político serio negaría que la Alemania de hoy es un país de inmigrantes. Al menos, la política y la industria están de acuerdo en esto. Solo que la pregunta ahora es cuáles inmigrantes necesita el país. Y urge un debate sobre ello.
La competencia internacional por los más aptos e inteligentes divide al mundo entre ganadores y perdedores: los países más pobres pierden a los más talentosos. Debido a la fuga de cerebros estos países tienen cada vez menos oportunidades para generar su propio bienestar. Los países ricos, por su parte, pueden escoger de un ejército de mano de obra relativamente mal pagado pero muy motivado para trabajar.
Hace poco circulaba en los medios una singular historia, según la cual, en la ciudad británica de Manchester hay más médicos de Malawi que en el mismo Malawi. Sea cierto o no, el problema existe. Irónicamente, médicos de organizaciones humanitarias europeas compensan en algo la carencia en África.
Vale la pena una reflexión. La disparidad entre los estados se acentúa en Europa. ¿Cómo puede un país como Grecia, por ejemplo, volver a levantar cabeza si sus jóvenes más capaces han emigrado hacia el norte? Si bien esto no puede ser un argumento para evitar la movilidad laboral, si vale la pena una reflexión.
Por último, hay que considerar un factor que es el más importante en esta discusión: el de la aceptación de los inmigrantes por parte de la sociedad. Cuando los empresarios alemanes se quejan de la escasez de trabajadores calificados, detrás de eso se esconden, a menudo, sus intereses económicos y no tienen, en principio, nada que ver con el bien común.
Las bases del futuro. Y si realmente el objetivo es reemplazar la carencia de mano de obra en el mercado de trabajo, se necesitarán varios millones de inmigrantes en los próximos años. ¿Quién garantiza que la sociedad alemana puede facilitar su integración? Aparte de eso, no está en absoluto claro que las economías desarrolladas necesiten en el futuro tantos trabajadores como ahora. ¿Y qué pasará entonces? Las personas no se pueden remover como las cosas cuando ya no son necesarias.
Todo esto demuestra que en Alemania necesitamos un debate serio sobre la inmigración. Se trata de construir las bases para la sociedad del futuro.
*Esta columna fue publicada originalmente en DW.