Que Argentina necesita efectivo para seguir financiando la fiesta permanente de su clase política no es novedad. En esta carrera por explotar y agotar todas las fuentes de efectivo posibles se encontró con Repsol-YPF, que tiene una capitalización de mercado cercana a los MMUS$10.000. La pregunta que debe haber rondado en Casa Rosada es ¿cómo le echamos mano a ese dinero?
Argentina con esta acción busca un comprador que esté dispuesto a pagarle a Repsol por la empresa y disponible a jugar al ritmo del gobierno argentino, es decir, aumentar las regalías que este pueda extraer de esa operación, por la vía de mayor recaudación de impuestos por incremento de utilidades, mayores impuestos adicionales tipo royalty, etc.
En una movida estratégica, donde Argentina encontró un candidato a comprador en la petrolera estatal China Sinopec, quienes es muy probable ya hayan dicho que está dispuestos a pagar unos MMUS$15.000 por YPF, solicitando “ilustrativamente” al gobierno argentino que cualquier baja en el valor de la transacción podría significar regalías adicionales.
Esto es muy similar a lo que hizo Codelco con Mitsui, en el sentido que éste último proveería la caja a Codelco, como Sinopec al gobierno argentino para comprar un porcentaje de Anglo American. En la práctica, esto significaba que Mitsui estaría “comprando” un porcentaje de Anglo a “precio Codelco”, menos un premio que pagaría a la estatal chilena en la forma de sobrepago de las acciones de la opción.
La diferencia, por supuesto, está en las tácticas aplicadas por la estatal Chilena y por el gobierno argentino en cuanto a la negociación del precio. Argentina tiene la misión de reducir el precio de venta para que Sinopec pague lo menos posible y entre al negocio dándole a gobierno toda la diferencia de pecio entre los MMUS$15.000 que está dispuesto a desembolsar la estatal China y lo que finalmente termine pagando a Repsol. ¿Qué mejor forma de generar una “amenaza creíble” que empujar una eventual estatización? Si podemos decir que hay algo en lo que Argentina es “creíble” es en su disposición a transgredir las reglas del juego en casi cualquier materia de negocios. Convengamos en que si el gobierno que amenazara con estatizar fuera Chile, esa amenaza sería “menos creíble”.
En una negociación las amenazas suelen ser poco efectivas. Lo más efectivo son las acciones sorpresivas y contundentes, esas que “queman las naves”, por ejemplo, enviar el proyecto de ley al Senado.
Con el objeto de anclar el prospecto de la estatización, Argentina simplemente está ejecutando todas las acciones que debería ejecutar si realmente fuera a estatizar YPF. Está jugando una mano de poker. Lo que Repsol tiene que hacer es “probar” si Argentina está blufeando (para bajar el precio) o si de verdad está dispuesta a recorrer el camino de la estatización y convertirse una vez más en la oveja negra en el plano global. La ventaja para Argentina (que hace que su amenaza sea “creíble”) es que ha sido muchas veces la oveja negra y nunca ha tenido una consecuencia negativa demasiado fuerte (su tamaño le permite darse el lujo).
Por otro lado, Repsol está jugando la mano de vamos a ir a las últimas consecuencias para probar hasta qué punto llega Argentina. Y Sinopec está sentada esperando hasta que el precio llegue lo más bajo posible; es la misión encomendada al gobierno argentino, por la que será “justamente” remunerado.
El resultado final debería ser que Repsol venda a algo menos que la capitalización de mercado (Argentina es demasiado “creíble” en la amenaza de estatizar), Sinopec provea de los fondos a Argentina para comprar, luego Argentina hace una “venta” de acciones a Sinopec contra garantías de mayor explotación, pago de impuestos adicionales (royalty) y por supuesto, el pago de las “comisiones” correspondientes por el servicio de “negociación” con Repsol.