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Brasil y el claro triunfo del gobierno de Dilma a mitad de su mandato
Lun, 08/10/2012 - 02:24

Carlos Monge

China se apresta para el cambio de mando
Carlos Monge

Carlos Monge Arístegui es Licenciado en Ciencias de la Información (Universidad de La Plata, Argentina) y Magíster en Comunicación y Ciencia Política (Universidad Mayor, Chile). Analista internacional. Ex Agregado Cultural y de Prensa de la Embajada de Chile en Brasil. Ex Editor General del diario electrónico El Mostrador.cl. Reside en Santiago de Chile.

Más de 130 millones de brasileños acudieron a las urnas el domingo 7 de octubre, en la primera vuelta de las elecciones municipales de ese país, que se constituyeron en un verdadero “test de esfuerzo” para el gobierno de Dilma Rousseff, casi en el medio término de su mandato, a 21 meses de iniciado. 

Los resultados, en un primer análisis hecho a vuela pluma, son satisfactorios, a nivel general, para los ocupantes actuales del Planalto, si se consideran dos factores de mucho peso: por un lado, el impacto mediático, en términos de imagen pública, del caso del mensãlao (o “gran mesada”), que tiene a importantes dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT), sentados en el banquillo de los acusados. 

Y, por el otro, la desaceleración de la economía, que tras haber vivido un ciclo virtuoso durante el gobierno de Lula, en el que el crecimiento promedio fue de un 4,3% anual en el quinquenio 2005-2009, y alcanzó un peak de 7,5% en 2010, experimentó un brusco frenazo para caer a un 2,7 % en 2011, con proyecciones que se conformarían con repetir ese modesta performance este año.

Aun así, y para sorpresa de muchos analistas que preveían un castigo particularmente duro para el “lulismo” –ya que fue en 2005, en mitad del primer gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, cuando estalló la denuncia que hablaba de una “caja dos” que, al amparo presuntamente de las autoridades, contribuía a financiar a partidos de la base aliada del PT-, en estas elecciones. Y, sin embargo, ello no ocurrió, dándole la razón al ex dirigente metalúrgico que ha dicho en reiteradas ocasiones que el mensãlao no inquieta demasiado al pueblo brasileño.

Pero, vayamos a los números y a la justificación empírica del por qué de la victoria oficialista.

Dato 1: De los 5.564 municipios en disputa en todo el país, el sistema electoral prevé que sólo hay segunda vuelta para definir al ganador de entre las dos primeras mayorías, si es que ninguna supera el 50% de los votos, en las ciudades de más de 200 mil habitantes. Es decir, en las capitales más importantes de los 27 estados brasileños y en algunas urbes, que sin ser capitales, están densamente pobladas. Pues bien: de las nueve ciudades capitales que eligieron su prefecto (alcalde), en primera ronda, sólo dos quedaron en manos de la oposición: Maceió (Rui Palmeira, PSDB) y Aracajú (João Alves Filho, DEM). Todo el resto fue a dar a partidos oficialistas (en algunos casos, enfrentados entre ellos, como ocurrió en Belo Horizonte, donde Marcio Lacerda, PSB, venció a Patrus Ananias, del PT). Para completar el cuadro, conviene saber que del conjunto de 83 ciudades en las que era factible que se produjera un segundo turno, 50 deberán afrontar un ballotage el próximo día 28 de octubre.

Dato 2: Una de estas ciudades será São Paulo, la que, con razón, ha sido y será el escenario de la denominada “madre de todas las batallas”, puesto que este mega-distrito reúne a un universo de potenciales votantes que alcanza a los nueve millones de personas. Como ya se dijo antes, en nueve capitales la contienda ya quedó dirimida, pero sigue abierta en otras 18, y de ellas la que más acapara la atención es ésta, que es el corazón de un estado con un PIB superior al de Argentina y 40 millones de almas

La elección aquí fue marcada por dramáticos cambios en las preferencias y los sondeos. En una encuesta del 20 de septiembre, Celso Russomanno, del PRB, y con el apoyo de importantes iglesias evangélicas, punteaba con el 35% de la intención de voto, seguido por José Serra (PSDB), con 21, y Fernando Haddad (PT), con 17. Escoltados, a su vez, por ocho candidatos menores. El 2 de octubre, a cinco días del comicio, Russomanno cayó a 27%, mientras Serra y Haddad, estaban en empate técnico, según Ibope, con 19 y 18%. 

Resultado final, en la única encuesta que vale, la de los votos escrutados: Serra, 30,7; Haddad, 28,9; y Russomanno, 21,6. Conclusión: el candidato de la Iglesia Universal del Reino de Dios se desinfló cuando el elector percibió que, salvo la crítica acerba al binomio PT-PSDB, su difuso programa populista no parecía tener mayor sustento. Y también cuando Lula apareció con toda su peso en la campaña electoral, pidiendo el voto para Haddad, quien fue su ministro de Educación. 

Con todo, Russomanno, con su nada despreciable caudal de votos, va a ser factor decisivo para inclinar la balanza en la segunda vuelta. Aunque todo hace prever que anunciaría finalmente su apoyo a Haddad, tras las negociaciones correspondientes, si se toma en cuenta que el PRB, a nivel nacional, está aliado al gobierno y no a la oposición encabezada por el Partido Social Demócrata Brasileño, de Serra y Fernando Henrique Cardoso. 

Dato 3: Los que suben y los que bajan. Aquí el análisis muestra realineamientos interesantes, que necesariamente tendrán proyecciones con vistas a las próximas presidenciales de fines del 2014. El partido que más creció es el Partido Socialista Brasileño, liderado por Eduardo Campos, gobernador de Pernambuco (nordeste), quien no oculta sus intenciones de ser el compañero de fórmula del o la candidata del PT en los comicios que tendrán lugar en dos años más.

El PSB eligió 120 alcaldes más que en 2008 y tuvo el mayor avance entre todos los partidos.
El PT, por su parte, obtuvo 621 prefecturas contra 550 que ganó en 2008. A su vez, disputará 21 ballotages contra los 15 de hace cuatro años. El PSDB también fue al alza: 787 prefectos contra 683, de la confrontación anterior. Y tendrá candidatos en 16 segundos turnos contra 10 del choque previo. Otro partido que salió con los músculos fortalecidos de la pulseada es el PSD, fundado por el saliente prefecto de San Pablo, Gilberto Kassab (ex DEM, derecha liberal), que salió de la pugna con 500 prefecturas, y se transformó así en el cuarto mayor partido del país, a la zaga del PMDB, el PSDB y el PT, en el plano de los gobiernos locales. 

La sigla que fue a la baja, en tanto, fue el PMDB, un sucedáneo del Movimiento Democrático Brasileño (la oposición legal tolerada en la época de la dictadura militar, 1964-1985), que se caracteriza por su fuerte implantación territorial. El PMDB, sigla a la que pertenece el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, bajó de 1093 prefecturas a 1005. Como sea, en los grandes estados, su revancha la tuvo en Rio de Janeiro, donde Eduardo Paes fue reelecto para un segundo mandato con un 64,6%, imponiéndose ante Marcelo Freixo, del PSOL (una escisión de izquierda del PT, el cual optó por no presentar candidato propio en la cidade maravilhosa).

Dato 4. Los partidos nanicos (enanos, en portugués) crecieron en forma general, lo que muestra una saludable dispersión del voto, que favorece a una pluralidad de expresiones que no quedan de este modo prisioneras de un binominalismo estrecho. En Porto Alegre, por ejemplo, José Fortunati, del PDT, una de las ramas del laborismo varguista, venció, con más de un 65% de los votos, a Manuela D’Ávila, una joven promesa del PC do B, que logró un 17,7%. Fortunati, un ex petista y ex sindicalista, sucederá a José Fogaca, del PMDB, quien competirá por el cargo de gobernador del estado de Rio Grande do Sul. 

Eso no impide, claro, que en la segunda vuelta se produzca un efecto de polarización importante, en el que nuevamente el paradigma PT versus PSDB se transformará en el clivaje ordenador de la política brasileña, en su sentido más amplio. Y cabe aquí, de nuevo, hacer una digresión en relación a las nueve capitales que eligieron o reeligieron prefectos. En el oficialismo, los destaques fueron para el PSB con un electo (Gerardo Julio, en Recife), y uno reelecto (Lacerda, en Minas Gerais); el PMDB, con dos: Eduardo Paes (RJ) y Teresa Surita (Boa Vista); y el PT, con uno (Paulo García, en Goiãnia). 

Por su parte, si se amplía el foco a las 83 ciudades, de más de 200 mil habitantes, el que obtuvo la mejor cosecha fue el PT, que se quedó con ocho prefecturas, consolidando así su estrategia de apuntar a la crema de la torta. Vale decir, a los grandes distritos que pueden asegurar en el futuro una ampliación de su bancada parlamentaria. Y con ello, la reducción de su dependencia del PMDB, que suele cobrar caros sus favores en este ámbito.

Mirado desde el punto de vista geográfico, la región sudeste de Brasil fue la que más petistas eligió el domingo 7. A saber: Carapicuíba (SP), Osasco (SP), São Bernardo do Campo (SP), São José dos Campos y Uberlândia (MG). Mientras que el PSB reafirmó su tradicional poderío en el nordeste, su cuna política, donde se hizo de la prefectura de Recife.
Aunque el conteo final de vencedores y vencidos tendrá que esperar hasta el 28 de este mes, cuando el electorado vuelva a ser citado para definir los 50 distritos que aún siguen sin ganadores. Y en esa ocasión se verá un nuevo choque de los dos grandes campeones, el PT y el PSDB, en una cerrada lucha que tendrá como escenarios principales a São Paulo, João Pessoa (PB), Rio Branco (AC), Pelotas (RS), Guarulhos (SP) y Taubaté (SP). 

Una batalla que, a no dudarlo, dará señales ciertas de lo que ocurrirá de aquí a dos años, cuando Dilma Rousseff intente revalidar su mandato de cuatro años, tal como lo hizo Lula en 2006. Lo único claro, por ahora, en todo caso, es que no se cumplieron las predicciones agoreras que hablaban de un eventual desastre del PT, que le pondría las cosas muy cuesta arriba tanto a Dilma como a Lula. 

Sin ir más lejos, en La Nación de Buenos Aires del 23/9/12, un artículo de su corresponsal, Alberto Armendáriz, reflejaba ya en su título esta percepción apocalíptica: “La debacle del PT en Brasil, una pesadilla para Dilma y Lula”, refiriéndose, por cierto, a estos comicios. A la luz de las cifras ya conocidas, uno podría decir –como afirmaba Mark Twain, con su sardónico humor- que los rumores sobre su muerte habían sido un tanto prematuros y exagerados…

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