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China 3.0
Jue, 19/07/2012 - 15:59

Mauricio Gariazzo Arredondo

China 3.0
Mauricio Gariazzo Arredondo

Mauricio Gariazzo Arredondo es Abogado y empresario chileno. DSU en Derecho, Universidad Panthéon Assas, Paris II. Se ha especializado en relaciones comerciales entre Asia y Latinoamérica. Ex consultor internacional de Unesco y Onudi y ex asesor de Direcon en el Ministerio de Relaciones Exteriores (Chile). Actualmente radicado en Shanghai. China.

Con motivo de la reciente visita del Premier chino Wen Jiabao a América del Sur, vale la pena detenerse en la real motivación de la potencia- ya no tan emergente- que está demandando y absorbiendo los activos mundiales, a la vez que adquiere tan sutil como decididamente sus pasivos. ¿Es voraz imperialismo? ¿Una estrategia de debilitamiento de sus competidores u oponentes? Ciertamente la respuesta es bastante más simple: cerca de 1.400 millones de personas que deben vestirse, comer y transportarse día a día.

Un amigo chino me comentó que parte de la familia de sus abuelos, de la zona rural de Xian, murió literalmente de hambre en la década del 60. Su padre le transmitió su profunda fe en que la revolución les retribuiría los esfuerzos propios y heredados a su futura descendencia. Mi amigo es primera generación universitaria de su familia y me cuenta lleno de orgullo que su hijo de cinco años - shanghainés, a diferencia de toda su familia de origen campesino-, ya tiene su agenda hipercopada entre clases de inglés, piano y natación.

En esta nueva China -la de los 100 millones de personas que son técnicamente “millonarios”, centros megatecnológicos, marcas de lujo, luces de neón, rascacielos que desafían las leyes estructurales de la ingeniería, cientos de nuevos aeropuertos, puentes y carreteras- todo gira en torno a una aversión a la pobreza y la necesidad. Varios podrán decir que no dista mucho a lo que ocurre en Occidente, pero la diferencia está en que la transición se produjo en poco más de 30 años. Ello impacta y modela de manera determinante a cualquier sociedad.

Lo anterior, ciertamente, no es la realidad de toda China. Extensas zonas continúan sin acceso a las mismas facilidades y mantienen un desarrollo bastante limitado. Pero son precisamente en estas zonas donde esta aversión a la pobreza adquiere mayor sentido hoy. No hay que investigar mucho para darse cuenta que ese será el motor motivacional para los próximos 20 años de crecimiento económico.

Para quienes vivimos en China, queda bastante claro que esta disparidad de desarrollo será la real motivación del desarrollo a nivel país. Pero habrá que esperar unos años para ver cuál será la real motivación de la generación 3.0 de ciudadanos chinos. Es posible que a la generación del niño hiperagendado de mi amigo, la historia de precariedades de sus bisabuelos le será tan ajena como el uso del ábaco. Pero también es posible que ser ciudadano de la primera economía mundial le dé una perspectiva frente al pasado, presente y futuro que quienes hoy lo educan -sus padres y abuelos- puedan quizá intuir, pero no dimensionar.

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