La crisis europea no deja de deparar sorpresas. Un día es Grecia, el otro Italia, España o Portugal; y cuando nadie lo imaginaba estalla Chipre donde eligieron un presidente conservador hace menos de un mes. Lo imprevisible en realidad ya no sorprende, porque todo es posible, incluso que el ministro de economía francés, Pierre Moscovici, diga que Chipre es “una economía de casino”, o sea, una timba financiera.
Claro que en Europa lo sabía todo el mundo, no era ningún secreto. Lo extraño es que ahora quieran castigar a los chipriotas por llevar adelante un modelo que fue incentivado desde la misma Unión Europea.
A fines de la década del 90 la economista británica Susan Strange publicó el libro Dinero loco -una continuación de su conocido Capitalismo de Casino de 1986-, donde describía la timba financiera que se había apoderado de los mercados. Mientras millones de personas perdían sus puestos de trabajo en algunos países asiáticos por los golpes de mercado, los operadores de Wall Street festejaban con botellas de champán las suculentas primas que habían recibido. Para esa época surgió la iniciativa de regular el movimiento de capitales especulativos que ya se había tornado varias veces millonario utilizando la fórmula del premio nobel de economía James Tobin, de aplicar un impuesto de apenas el 0,5% por cada dólar que volaba sin fronteras en busca de dinero fácil. Muchos de los que ahora toman la decisión de castigar a Chipre por el descontrol de la isla no sólo se oponían a cualquier tipo de regulación, protegían a los llamados paraísos fiscales.
En el caso de Chipre sabían perfectamente que muchos de los capitales rusos que llegaban a la isla eran de orígen –por lo menos- dudoso. La parte griega de la isla parecía florecer por el flujo de inversiones y su incorporación a la zona euro, en 2008, auguraba un futuro maravilloso, especialmente para los bancos.
Sin embargo, Chipre, que apenas representa el 0,2% del PBI de la Unión Europea, es parte de un entramado geopolítico mucho más complejo que la “economía de casino”. Su ubicación geográfica la convirtió durante la llamada “guerra fría” en un nido de espías de toda calaña. Ahora, como descubrieron en sus costas ricos yacimientos de gas, son los empresarios de las multinacionales los que pasean por la capital Nicosia o por sus hermosas costas.
La situación de Chipre hoy se asemeja a un complicado laberinto griego, aunque es muy probable que los más poderosos, poseedores de grandes fortunas, encuentren la forma de salir. Seguramente quedarán atrapados los más pequeños, a los que les quitarán sus ahorros mientras buscan una salida.
*Esta columna fue publicada originalmente en agencia Télam.