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Colombia: aumento del salario mínimo e inflación para ingresos bajos
Mar, 12/01/2016 - 08:53

Julio César Alonso

Colombia: ¿tres ceros menos en los billetes?
Julio César Alonso

Julio Cesar Alonso es director del Centro en Economía y Finanzas (Cienfi) y profesor de tiempo completo del departamento de Economía de la Universidad Icesi (Colombia). Julio Cesar tiene un Doctorado en Economía, Maestría en Economía y Maestría en Estadística, en la Universidad de Iowa State. Es economista de la Universidad del Valle, en Cali, Colombia.

Faltándole un día para cumplirse la fecha limite para establecer el aumento del salario mínimo y tras no llegar a un consenso entre empresarios y sindicados, el gobierno estableció por decreto un aumento del 7%. Y el 5 de enero de 2016, el DANE dio a conocer la cifra de inflación para 2015: 6,77%. Esta incongruencia ha generado una gran discusión en Colombia.

Para entender un poco la discusión, es importante aclarar cómo calcula la inflación el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). La inflación para un año corresponde a la variación porcentual en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para el total nacional. Y el IPC total nacional no es más que un gran promedio que se calcula a partir de IPC para las 24 principales ciudades.

Para cada una de estas 24 ciudades, el DANE calcula tres índices de precios: uno para familias de ingresos bajos, otro para ingresos medios y uno para ingresos altos. Cada uno de estos tres índices refleja una canasta "típica" para familias de esa ciudad con ingresos bajos, medios o altos. Estas canastas contiene 181 productos o categorías de productos para cada uno de esos niveles de ingresos para cada ciudad. Así, el índice monitorea para cada nivel de ingresos y ciudad cómo cambia el valor de la canasta. Es decir, es algo así como una "lista de mercado" construida para cada ciudad y para tres niveles de ingresos. Esa lista de mercado contiene las cantidades que típicamente consume una familia de esa ciudad y de ese nivel de ingresos durante un mes. Así que el DANE observa cómo cambia mes a mes el valor de esa "lista de mercado".

Ponderando el peso que tienen las familias de ingresos bajos, medios y altos en cada ciudad se construye el IPC de cada localidad y después el total nacional. Es decir, en últimas el cálculo del DANE de inflación refleja cómo está cambiando el valor de una canasta promedio para todo el país.

Regresando a la discusión del aumento del salario mínimo, los resultados de la inflación muestran varios resultados que alimentan la discusión. Primero, la inflación para familias de ingresos bajos, durante el 2015, fue de 7,26%. Esto es 0,26 puntos porcentuales más de lo que aumento el salario mínimo. Supongamos por un momento que todos estamos de acuerdo que el aumento del salario mínimo garantice por lo menos que quien lo recibe debería mantener su poder adquisitivo. O sea poder comprar lo mismo que antes del aumento de los precios. Si eso es así, es fácil argumentar que son las familias de ingresos bajos las que en su gran mayoría ganan un salario mínimo y verán con mayor proporción afectados sus ingresos con la decisión del aumento del salario mínimo. Así, es evidente que al emplear la inflación total (6,77%) y no la inflación de ingresos bajos (7,26%) el resultado es que estas familias no recuperaron su poder adquisitivo con el aumento de salario mínimo.

Segundo, al mirar la variación del índice de precios para familias de ingresos bajos por ciudades se encuentra que para 19 de las 24 ciudades la inflación de ingresos bajos fue mayor que el aumento del 7% en el salario mínimo. Solo existiría una reposición del poder adquisitivo en las familias de ingresos bajos en las ciudades de Medellín (inflación de ingresos bajos de 6,72%), Tunja (inflación de ingresos bajos de 6,48%), Santa Marta (inflación de ingresos bajos de 6,84%), Cúcuta (inflación de ingresos bajos de 6,33%) y Bucaramanga (inflación de ingresos bajos de 6,86%).

Tercero, para el caso de las familias de ingresos medios y altos se encuentra que sólo para cinco ciudades (en ambos casos) la canasta subió más que el 7%. Es decir, en 19 ciudades el aumento del 7% en los ingresos podría compensar el aumento de los precios de la respectiva ciudad y nivel de ingresos, si se consideran ingresos medios y altos.

Cuarto, de los datos es evidente que el problema de no compensar el poder adquisitivo se agrava cuando la inflación es relativamente alta. Por ejemplo, en 2014 el aumento en el salario mínimo fue de 4,5% y la inflación para ingresos bajos de 2013 fue de 1,55%. En ese año el aumento del salario mínimo permitido a las familias de ingresos bajos, de las 24 ciudade, compensó la pérdida del poder adquisitivo. En 2015, ocurrió algo similar, el aumento del salario mínimo fue del 4,6% y la inflación de 2014 para ingresos bajos fue de 3,78%. Sólo en Bucaramanga e Ibagué el aumento del salario mínimo no compensó la perdida de poder adquisitivo.  

Cada lector podrá sacar sus propias conclusiones de estos números. Sólo quiero llamar la atención sobre el efecto diferencial que tiene el aumento de los precios en los distintos niveles de ingresos y ciudades. Así, de pronto ha llegado el momento de revisar cómo se define el salario mínimo y cuál es el índice de precios que se emplea como referencia para la negociación.

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