En 2019, las remesas de divisas que recibió Colombia superaron los US$6.700 millones, que equivalen a cerca de COLP 23 billones.
Las remesas son dinero que los colombianos en el exterior envían a su país, para gastos de sus familias, cuotas por inversiones en activos fijos y otras necesidades. Esta cifra ha venido aumentado a través de los años gracias a la devaluación del peso colombiano que valoriza la recepción de divisas extranjeras, así como por las mayores oportunidades de empleo en países como Estados Unidos, España, Chile, etc.. donde vive la diáspora colombiana.
India es el país que más ingresos tiene por remesas del mundo, su cifra supera los US$65.000 millones. México, por su parte, lidera en Latinoamérica estos ingresos con US$35.000 millones, seguido por Guatemala con US$8.000 millones, ocupando Colombia el tercer lugar en este reglón en América Latina.
Del total de remesas recibidas por Colombia, el 25% llegan al Valle del Cauca, departamento que recibe alrededor de US$1.700 millones para ser convertidos en pesos colombianos y utilizarse en inversión y gasto en esa región.
La cifra no es nada despreciable si consideramos que las exportaciones del Valle del Cauca en el 2019 fueron también de US$1.700 millones. Es decir, que los emigrantes del territorio valluno están enviando divisas extranjeras por una suma muy similar a lo que exportamos en azúcar, dulces, café, papel, cables eléctricos, etc.
A nivel nacional, las cifras son también contundentes. Las remesas constituyen el segundo ingreso de dólares del país después del petróleo; superamos las ventas de carbón y en casi tres veces las exportaciones de café, nuestro orgullo nacional en el mundo.
¿Es esto bueno o malo? Definitivamente el ingreso de estas divisas es un bálsamo para las economías familiares y ayuda a mitigar el déficit comercial de la balanza colombiana que, en 2019, supera los US$9.000 millones.
Pero también debe ser un llamado de atención para el gobierno nacional, por los pobres resultados que venimos teniendo en nuestro comportamiento exportador que, en 2019, disminuyó en 6%, lo que muestra una incompetencia internacional, una falta de interés de nuestro empresariado en el comercio exterior y/o una logística de exportaciones difícil y costosa, que hace huir a las empresa de someterse a procesos arcaicos y destructores de valor.
Bienvenidas las reservas internacionales, pero estas no pueden ser superiores al esfuerzo exportador de un país como Colombia, que se quiere integrar al moderno mundo del desarrollo y al activo comercio internacional.