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Colombia y la crisis del bravo pueblo venezolano
Lun, 09/07/2018 - 14:09

José Roberto Concha

Dos años del TLC entre Colombia y Chile
José Roberto Concha

José Roberto Concha es el director del Consultorio de Comercio Exterior (Icecomex)  y jefe del departamento de mercadeo y negocios internacionales de la universidad Icesi (Colombia). Con un Master of Management y un Phd en Mercadeo de Tulane University en New Orleans, Estados Unidos. Trabajó durante 13 años como gerente de mercadeo en Miles Laboratorios y en Sucromiles, y por 16 años se desempeñó como gerente general de empresas del país y del exterior como Comolsa, Valores en Carvajal S.A., Offsetec en Quito, Ecuador y Zona franca Palmaseca. Dicta cátedras en negocios internacionales y mercadeo en la Universidad Icesi y dicta cursos en estas materias en Ecuador y Bolivia en los MBA de Espol y de la Universidad Católica, respectivamente.

El proceso de deterioro de la situación venezolana lleva casi dos décadas. Fue en 1999 cuando el "bravo pueblo", hastiado por el manejo político en su país, decidió votar en contra de los partidos tradicionales y en un acto de rebeldía en las urnas eligieron a Hugo Chavez como su presidente, en un afán de reformar un país que se preciaba en Latinoamérica de su riqueza, importancia e influencia en el mundo económico.

El potencial energético de Venezuela es casi inmensurable. Posee unas de las reservas de petróleo más grandes del mundo en la cuenca del Orinoco. Pero ha sido un país con unas instituciones débiles, con una sociedad que se acostumbró a vivir en la opulencia, una clase alta muy rica, una clase media con aspiraciones de crecer pero viendo siempre al norte, sin tener en cuenta a sus vecinos latinoamericanos y una clase marginada, igual a la de muchos de los otros países vecinos, olvidada y relegada a continuar viviendo en la pobreza. Esto lo supo explotar muy bien el presidente Chavez que alejó a los ricos, dividió la oposición de la clase política (divide y vencerás), ahuyentó a la clase media y se congració con los marginados con una abultada billetera, aprovechando los magistrales precios del barril de petróleo que superaron los US$100 por barril, a principios de este siglo.

El socialismo en nuestros países funciona bien si tienes exceso de dinero para repartir, como sucedió en Venezuela, Ecuador y Bolivia, en los primeros lustros del 2000. Pero cuando la billetera se desinfla, el socialismo no funciona y los inversionistas e industriales huyen. Triste final.

En Colombia, en cambio, la naturaleza nos regaló tupidas selvas y grandes montañas, pero pocos recursos naturales. Esto nos diferencia para bien o para mal de nuestro vecindario.

Hoy, 20 años después de ver cómo día a día se deteriora la economía venezolana, es necesario hacer un alto y ver cómo se puede reconstruir. Es un deber de todo el continente. Aunque no es fácil, porque la clase media venezolana, con capacidad de trabajo, inteligentes y bien educados, ya emigró de su país hace más de diez años, cuando presagiaron lo que hoy está ocurriendo. Esa clase media ya hizo su vida en el extranjero: en Miami, Panamá, Colombia, España, Chile, etc., y difícilmente van a volver. Para colmo, en los últimos años la emigración venezolana se ha extendido a la clase pobre que ya no soporta más la falta de educación, trabajo, transporte, medicinas y… ¡comida!

Volver a crear esta sociedad y reconstruir el tejido social demorará mucho tiempo: diez, 20 o quizás 50 años. Entonces, ¿cómo financiar esta resurrección con una industria petrolera arruinada, unas empresas manufactureras deterioradas o inexistentes, y lo peor, con una sociedad sin conocimiento, educación y experiencia?

Los regímenes socialistas llegan para quedarse, como sucedió en Cuba hace 60 años y como está sucediendo en Nicaragua, Bolivia, Venezuela, y estaba por ocurrir en Ecuador.

Solo un esfuerzo de todo el continente podría producir el milagro en Venezuela. Se requiere unificar la oposición, tener líderes promisorios y mover las instituciones mundiales para que promuevan un cambio que permita retomar el rumbo y corregir los errores. Creo que sola, Venezuela no va a surgir. Solo una voluntad de cambio mundial ayudará a que esto se dé, y nosotros en Colombia, los vecinos más cercanos y principales dolientes de su crisis, estamos obligados a liderar dicha transformación.