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¿Cómo vaya viniendo?
Lun, 05/03/2012 - 11:06

Ibsen Martínez

¿Por qué salí de Twitter?
Ibsen Martínez

Ibsen Martínez es escritor y ensayista venezolano. Su trabajo puede leerse regularmente en publicaciones locales tales como los diarios “El Nacional”, “Tal Cual” , “El Mundo, economía y negocios”, y el semanario “Zeta”, todos de Caracas (Venezuela). Ha sido colaborador de medios extranjeros como “El País”, “ABC/abcd” (suplemento cultura del diario “ABC”) y “El  Mundo”, de Madrid (España). También de “El Espectador” de Bogotá (Colombia), así como de las revistas literarias y de ideas “Letras Libres” de España, y El Malpensante, de Bogotá (Colombia). Desde 2005 he escrito  ocasionalmente en inglés para “Foreign Policy”, “The Washington Post” y durante cinco años para la página estadounidense “Econlib.org”, especializada en temas económicos.

Cada jueves en la noche, poco antes de las ocho, mi amigo Franklin Vírgüez y yo sostenemos una reunión de comando político en un camerino del teatro Trasnocho, en el C.C. Paseo Las Mercedes.

Mientras la sala se va llenando de público, el confortable camerino se convierte en una especie de "sala situacional" en la que mi pana y yo sopesamos las noticias políticas de la semana. ¡Y también los rumores! Para ello pasamos revista, con deliberada premura, a los cables de último minuto que bajamos de la red con el iPad de Franklin.

No se trata de un pasatiempo, tampoco es un ritual de actores en la antesala de la función; es más bien, digámoslo así, un breve consejo editorial.

¿Qué tienen que ver las noticias del día con el trabajo de dos comediantes? Muy sencillo: reproducimos en el teatro el "método" que permitió a la telenovela "Como vaya viniendo" permanecer dos años y medio en el aire con altas cifras de audiencia, a principios de los años 90. El método se apoya en un breve ejercicio de análisis de prensa. Ha funcionado: nos acercamos vertiginosamente a las primeras 100 funciones.

La pieza, que en lo personal me ha permitido cumplir el anhelo de todo autor teatral de poder subirse al escenario en plan de actor alguna vez., discurre de acuerdo a un guión en el que, por unos minutos, Franklin deja de hacer de Eudomar Santos y se convierte -quizá convenga más decir que se revierte- en lo que poca gente sabe que es mi amigo: periodista. En efecto, Franklin es licenciado en comunicación social por la UCV.

Nada más natural, por cierto, que el pana haya estudiado comunicación si se piensa que en su juventud, mucho antes de hacerse actor, el negro fue durante años reportero gráfico de medios impresos que van desde El Impulso hasta Últimas Noticias, pasando por el precursor de este matutino.

Se trata, pues, de un cambalache, de un role trading en virtud del cual el columnista político se las echa de actor por un rato y, en venganza, el actor se hace pasar por comentarista político, también por un rato. Se adivinará que no podemos hacerlo bien si no leemos los periódicos ni vemos Globovisión y VTV.

El ejercicio requiere que, en cuestión de minutos, decidamos qué modificaciones hay que introducir en el texto y nos asignemos las respectivas "funciones editoriales", de acuerdo con las novedades que el cuadro político ofrezca. Después de siete meses en cartelera, la compenetración y la complicidad ya nos permiten concretar muy rápidamente con un "tú dices esta vaina y yo digo esta otra vaina".

Así, en el curso de estos largos meses, el filósofo Eudomar Santos ha abordado sucesivos momentos del devenir político. Ha ocurrido, a veces, que un tema nos resulta tan frondoso que, de jueves a jueves, Eudomar elabora paulatinamente datos con los que no contaba en la función anterior. Tal es el caso de la crisis carcelaria.

Cuando el año pasado estallaron sangrientos motines en los dantescos penales de Rodeo Uno y Rodeo Dos, Eudomar abordó el problema una noche. Pero se quedó corto: no bastaba con denunciar la deuda procesal que aviva desde hace décadas la infame industria del preso en nuestro país. La prensa ofrecía cada semana nuevas facetas de aquella crisis que exigían ser abordadas, tale como el papel de los llamados "pranes", el tráfico ilegal de armas alentado por el vínculo de oficiales de la fuerza armada nacional con la narcoguerrilla, la sumisión del poder Judicial a los designios del primer mandatario, los "criterios" ministeriales de Iris Varela, el señalamiento que del ministro de Defensa, general Rangel Silva, hace la Secretaría del Tesoro, etc.

Con lo que llego al punto que hoy quiero compartir y que no es otro que la velocidad cada vez más vertiginosa que han cobrado los acontecimientos sociales, económicos y políticos en nuestro país. Algo que nos ha llevado, a ambos comediantes, a modificar la "política editorial" de nuestro modesto espectáculo satírico-político.

Últimamente se han reportado, de nuevo, sanguinarios episodios de violencia carcelaria suscitados por la bárbara práctica de los llamados "coliseos".

La prisión de Uribana es ahora el teatro de la atrocidad. ¿Lo denunciaremos en escena? ¿O debemos optimizar el esfuerzo y el tiempo escénico denunciando, más bien, el abuso y la burla que entraña el secretismo del régimen a la hora de informar "oportuna y verazmente" sobre el cáncer del presidente y sus evoluciones? Las invasiones, ¿son espontáneas o instigadas? El crimen ecológico del río Guarapiche, ¿responderá la presidencia de Pdvsa, como es su deber, o escurrirá el bulto con el mismo absurdo secretismo del paciente habanero? Los acuerdos con China, ¿cuán ilegales son y cómo comprometen a las generaciones futuras?

Nunca antes había sido tan estimulante y peliagudo hacer teatro para mí. ¿Tendremos ya noticias del posoperatorio mañana jueves a un cuarto para las ocho, a tiempo para la función?

*Esta columna fue publicada originalmente en ElMundo.com.ve.

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