Pocos lo hubieran imaginado, pero Carlos Alvarado llegará a Zapote montado sobre una ola de popularidad. Él debe saber que las altas expectativas son traicioneras: basta con ver cómo el actual inquilino de la Casa Presidencial dilapidó un capital político similar.
En aras de que no le ocurra lo mismo, he aquí algunos humildes consejos.
Sea jefe de gobierno: en nuestro sistema presidencialista, el mandatario ostenta al mismo tiempo los cargos de jefe de Estado y jefe de Gobierno. En las últimas administraciones, los presidentes han estado más interesados en ejercer las labores del primero –dar discursos, inaugurar obras, recibir delegaciones y viajar constantemente al extranjero– que en involucrarse de lleno en sacar adelante la agenda gubernamental. El país tiene muchos retos que necesitan la completa atención del presidente. Carlos debe ponerse la camiseta de jefe de Gobierno.
Liderazgo, estrategia y disciplina: como corolario de lo anterior, Johan Cruyff mencionó la combinación de estos tres factores como la clave del éxito en una organización. Alvarado debería ser una presencia constante en los ministerios y demás dependencias. Si los jerarcas de las distintas carteras se sienten respaldados por él y perciben su interés por cómo se hacen las cosas, estarán mejor posicionados para ejecutar sus planes.
Evite la desinformación: Tenemos serios problemas que no deben ser disimulados: pésima infraestructura, alto costo de vida, elevado desempleo, creciente criminalidad y finanzas públicas insostenibles. Lamentablemente, una vez en el poder, los presidentes son proclives a presentar todo como una maravilla. La oficina de prensa de la Casa Presidencial se ha convertido en una agencia de propaganda que desinforma a la población. Alvarado debe ser franco y reconocer las cosas que están mal en el país.
Preguntas al presidente: Uno de los actos democráticos más emblemáticos es la sesión semanal, en donde el primer ministro británico va al Parlamento a contestar preguntas –muchas veces hostiles– de los diputados. Es ideal para la rendición de cuentas y mantener al jefe de gobierno aterrizado. Sería positivo si Alvarado introdujera un ejercicio similar con cierta regularidad.
Por lo demás, esperemos que entregue en el 2022 un país en mejor estado que el que está por hacerse cargo.
*Esta columna fue publicada con anterioridad en el centro de estudios públicos ElCato.org.