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Correa-Acosta: el primer round fue en la Base de Manta (I)
Lun, 10/09/2012 - 09:33

Hernán Ramos

Eduardo Castro-Wright: en la puerta del horno se le quemó el pan
Hernán Ramos

Hernán Ramos es economista, editor, escritor, docente universitario, consultor internacional en economía y medios latinoamericanos. Fue editor general del Diario El Comercio de Quito, Editor-Fundador del Semanario Económico Líderes. Colabora habitualmente con medios de Colombia, Argentina, México. Escribe sobre temas económicos, sociales, políticos que interesan a la región.

El 21 de septiembre de 2008 entrevisté a Alberto Acosta en su oficina de la Flacso, en Quito; él volvía a la academia. Tras su periplo político que incluyó la creación del Movimiento Alianza País (AP) trastrabilló abruptamente en la Base de Manta, cuando el ahora canciller Ricardo Patiño, según refiere Acosta, le pidió que deje la Presidencia de la Asamblea de Montecristi, cuando se elaboraba la nueva Constitución. Acosta, ideólogo de AP, cuestionó entonces, y también admiró, a Rafael Correa. Le incomodó la forma piramidal de gobernar del presidente, pero alabó su capacidad de trabajo, etc.

Visto el actual escenario político ecuatoriano -Correa pudiera prolongar su estadía en Carondelet; Acosta intentará sucederlo en la presidencia- reproduzco la entrevista publicada en b10.com.ec, portal independiente de análisis e información que fundé en agosto de 2008.

La primera parte de la entrevista se publicó el 25 de septiembre de 2008, con el título "Las 9 verdades de Alberto Acosta". Días después b10 divulgó la segunda parte. Esta entrega incluye la primera parte, luego pondré el resto. La historia política, cuando se lee con atención, educa a las masas; cuando se la ignora, castiga con fuerza. Saque cada quien su conclusión...

1. El parto de la nueva Constitución

Usted estuvo muy activo en la gestación y en la primera etapa del gobierno de Alianza País (AP). -¿Cómo califica la gestión de la Asamblea Constituyente (AC) durante su presidencia?
-El proceso de transformaciones que se planteó el 2006, que comenzó a construirse tiempo atrás, ha sido bastante exitoso. La idea de la AC no surge exclusivamente de AP, el movimiento indígena lo plasma a inicios de los 90, pero fracasa en 1997-98. A inicios del 2005 se reformula la idea y se cristaliza en la campaña de quien sería luego presidente, Rafael Correa. AP resolvió que pondría candidatos al Congreso y se buscaría el mecanismo para llegar a una AC. El objetivo se alcanzó; el camino fue complejo y difícil. Se llegó a la paralización del Congreso -porque no hubo disolución en términos estrictos- y luego comenzó a funcionar la AC.

-Una etapa compleja y difícil pero AP sacó un excelente rédito político, ¿o no?
-Sí, fue una etapa con resultados concretos, con un respaldo mayoritario del pueblo ecuatoriano.

-¿Dónde estuvo la complejidad de paralizar el viejo Congreso y dar vida a la nueva Asamblea?
-Acepto una cosa: en la Constitución anterior no había la posibilidad de una consulta popular que convoque a la AC. Forzamos la institucionalidad vieja para que nazca una nueva institucionalidad.

-¿Ud. estuvo políticamente de acuerdo en forzar la institucionalidad para dar vida a la Asamblea?
Sí. Yo no conocí los detalles -en ese momento, y hasta el 14 de junio de 2008, fui Ministro de Energía- y no quiero lavarme las manos ni decir que no avalo lo que se hizo; lo acepto aunque no conocí los detalles. Pero el hecho cierto es que se cristalizó la convocatoria a la AC.

-¿Llegar así a la AC, forzando las cosas, no menguó el valor político de la misma?
-Nosotros no llegamos a una AC como era tradicional en Ecuador, a través de un golpe de Estado. Se convocó al pueblo (15 de abril de 2007) para que elija la AC. El 30 de septiembre de 2007 hubo cambios sustantivos: AP obtuvo 80 de 130 asambleístas y se hizo realidad la Ley de Cuotas: hombres y mujeres en igualdad de condiciones, por eso, de los 130 asambleístas 45 fueron mujeres; nunca antes había ocurrido eso en el país. Se permitió la participación política de los compatriotas en el exterior y se eliminó la chequera interminable...

-¿La chequera interminable?
-Se eliminó la posibilidad que tenía, por ejemplo, Álvaro Noboa para copar los medios a través de campañas. Las franjas publicitarias las dio el Estado, lo que mejoró las condiciones de participación de los candidatos en igualdad de condiciones. Otro ejemplo: en 1997, cuando estuve de candidato a la Asamblea por Pachakutik, tuve 20 millones de sucres para la campaña, y se estima que Osvaldo Hurtado, en la misma campaña para asambleísta por Pichincha, directa o indirectamente, movilizó 4000 millones de sucres; fue una campaña multimillonaria apoyada desde el Municipio de Quito. En el 2007 las cosas cambiaron y hubo oportunidades para todos, no para pocos. Un extra: AP pudo insistir en que se mantenga el sistema de distribución de escaños -tipo Imperiali- y seguramente hubiera sacado no 80 sino 126 asambleístas.

-¿Por qué no lo hicieron?
-Menos mal, no lo hicimos; habríamos tenido una Asamblea aburridísima, complicadísima, intolerable para el Presidente de la Asamblea; habría sido peor tener una mayoría tan amplia. Siempre es bueno escuchar a la oposición y que otros grupos tengan espacios importantes para opinar, criticar, proponer... Ese proceso fue interesante, con fallas y todo.

Pero las fallas políticas no necesariamente se subsanan con buena voluntad...
Los detalles se hicieron en el camino. Otro dato interesante, bueno y malo a la vez. Bueno, en la medida en que la gente, en Alianza País, entraba sin mayores rigideces, y malo, porque algunos puntos importantes no fueron claramente discutidos y otros fueron definidos de manera vertical...

2. Las primeras grietas, desde el principio

-¿Puede dar ejemplos de decisiones verticales al inicio de la Asamblea Constituyente (AC)?
-En el discurso de instalación de la AC, el presidente Correa fijó límites en varios campos. Estableció un punto de conflicto que se reflejó una y otra vez en el manejo de la AC, y yo, como presidente de la Asamblea y como jefe de bloque, no tuve capacidad para darle una respuesta adecuada...

-¿Cuáles fueron esos temas discordantes?
-El matrimonio homosexual, el aborto y el tema de Dios en la Constitución. El presidente no permitió siquiera abrir el debate interno. Dijo que no aceptará una Constitución que permita el matrimonio gay, el aborto o que no conste el nombre de Dios en el preámbulo de la Constitución.

Correa marcó la cancha a la Asamblea y, de paso, al propio bloque de AP, ¿por qué lo permitió?

Marcó la cancha, incluso dijo que si se da paso a los temas anteriores él sería el primero en votar "no", recurriendo a una suerte de chantaje. Fue un discurso no adecuado y de mala calidad, desde mi perspectiva, porque en lugar de abrir la puerta al debate nacional nos puso límites estrechos.

-Insisto: ¿por qué no hubo una respuesta conceptual y orgánica ante esa acción presidencial?
-Nos quedamos fríos. Yo no tuve una respuesta suficiente. A cuenta de no poner en riesgo la unidad del bloque, no tuvimos la capacidad para debatir eso...

-¿Cuál es la responsabilidad de Alberto Acosta en ese punto de quiebre?
-Reconozco, yo -como presidente de la Asamblea y personalmente- no pude dar la salida adecuada a temas que merecían un gran debate. Ese baldazo de agua fría me limitó desde el inicio, porque en lugar de un discurso que nos convocara a soñar, a hacer un país diferente, el Presidente nos fijó algunas pautas provenientes de ese Ecuador profundo que hay que superar.

-¿Esos tres temas fueron los únicos puntos de quiebre con Rafael Correa?
-Otra marca que generó problemas fue el tema ambiental, cuando el Presidente dio muestras claras de que se jugaría por la minería metálica a gran escala y a cielo abierto. Fijó límites para quienes él definiría luego como "los ecologistas infantiles".

3. Pese a todo Montecristi funcionaba

-A pesar de la demarcación de la cancha, ¿qué reivindica usted como positivo de la Asamblea?
-Hicimos un ejercicio inédito: procuramos la más amplia participación ciudadana: más de 150 mil personas llegaron a Montecristi durante los siete meses que fui presidente de la Asamblea. Recibimos más de 3000 propuestas de cambios y modificaciones constitucionales, desde propuestas completas hasta textos específicos sobre uno u otro artículo. Hubo una altísima participación y un notable ambiente de involucramiento de la sociedad. Montecristi se convirtió en "la capital de la nueva democracia ecuatoriana". El debate y el diálogo ocurrieron también en las mesas constituyentes, algunas de ellas tuvieron un trabajo muy participativo; analizaron posiciones de derecha e izquierda con buen resultado.

-¿Cómo cuáles?
-El tema del agua, por ejemplo, se discutió intensamente. Hubo muchos aportes de campesinos y no campesinos, de indígenas y no indígenas, de las juntas de agua potable... La Constitución recoge elementos de una amplia discusión nacional. En ese punto el texto es excelente.

-¿Qué tanto de ese debate está recogido en la Constitución, tomando en cuenta las limitaciones por usted anotadas?
-Mucho en algunos campos, no en todos, porque tuvimos una discusión castrada desde el principio, pese a los intentos que hicieron algunos compañeros de AP para revertir eso; al final respetamos los consensos que habíamos logrado.

-Pese al "pecado original" en el plano conceptual, y al "pecado político" de ponerla en marcha por encima de un Congreso vigente. Ud. defiende la actual Constitución. ¿Por qué?
-Porque es un proyecto de vida en común; no es una constitución acuartelada, como la anterior que se hizo a puerta cerrada, sin participación ciudadana, en la Academia de Guerra del Ejército.

4. Alberto Acosta se baja del tren

-Pese a ser fundador de AP, uno de sus ideólogos, y presidente de la Asamblea, usted decidió hacerse al costado en la etapa final del proceso de gestación de la Constitución, ¿por qué?

-En primer lugar, nosotros no pusimos plazo para la discusión de elaboración de la nueva Constitución. Yo abrí las puertas -quizá ese fue un error porque nos demoró mucho y nos atrancó en los tiempos-, para que la Constitución sea no solo un cuerpo jurídico importante -que lo es- sino para que se convierta en un proyecto de vida en común, en donde los distintos sectores sociales vean plasmadas sus demandas, sus reclamos. Por eso el texto es largo.

Al tenor de lo que revela, se salida era inevitable: marcación de la cancha por parte de Correa; debate castrado; compromiso político que impedía revertir la situación; participación ciudadana entusiasta con reflejos puntuales en los textos de la Constitución que se iban aprobando... 

Renuncié a la presidencia de la Asamblea el 24 de junio de 2008 al no lograr convencer al presidente Correa y al Buró Político de AP de que era necesario ampliar los plazos para entregar la nueva Constitución.

Era cierto, el mandato del pueblo del 15 de abril decía que la AC debía durar máximo 8 meses (incluyendo los dos de prórroga). Como iban las cosas, dos meses antes concluí que no íbamos a poder cumplir con el plazo, dada la forma en que yo lideraba el proceso (amplia participación ciudadana y debate democrático en la Asamblea).

En ese contexto propuse sacrificar parte del mandato otorgado por el pueblo -sabía que nos costaría políticamente en el referendo del 28 de septiembre que se avecinaba- para alcanzar una Constitución de calidad. Esa fue mi tesis, incluso planteé una fecha: discutir hasta el 25 de julio, como reza el mandato, luego, el 10 de agosto de 2008, votar en la reunión final. Pedí tres semanas más para tener un texto mejor escrito, mejor elaborado. No se aceptó, luego se hicieron las cosas atropelladamente, al apuro...

-¿Está restándole validez a la Constitución actual?
-De ninguna manera. Lo que digo no quita validez, legitimidad ni calidad a la actual Constitución. Es de primera. Solo digo que ciertas cosas no debieron pasar. Por ejemplo, la redacción del artículo 408, que mezcla temas distintos y de naturaleza diferente: los recursos naturales y el espectro radioeléctrico. Luego hubo algunos temas que "se cayeron de la computadora"... No fueron actos de mala fe, fueron la consecuencia de hacer las cosas al apuro. No olvidemos que la Constitución se redactó en 9 días. Hablé con personas que estuvieron en la Comisión encargada de esa tarea y me contaron que llegaron a estar sentados 48 horas seguidas ante la computadora.

-¿Su salida, entonces, era no solo inevitable sino inexorable?
-Para evitar esos problemas dije que necesitaba un tiempo, no mucho. Pero se atropellaron los procedimientos, se acabó el debate con la ciudadanía, se redujeron los espacios de discusión, se redujeron los tiempos para redactar los textos... A eso, el Presidente llamó el fin de la democracia del bla, bla, bla. Rafael Correa me acusaba de ser demasiado demócrata.

-¿Cuál fue exactamente el argumento de Rafael Correa?
-Dijo: tenemos que cumplir el plazo; si nos vamos más allá, la oposición se nos va de la Asamblea, puede deslegitimarla; hará todo lo posible para decir que ya no estamos dentro del plazo que nos dio el pueblo ecuatoriano y la Constitución, por tanto, será espúrea. Ese fue su argumento.

-¿No era un argumento válido, visto desde la “real politik”?
-Era un argumento político que no deja de tener sentido, pues la Constitución debía aprobarla el pueblo en un plazo establecido (28 de septiembre de 2008) con la mitad más uno de los votos emitidos (no los válidos) y ese era un desafío grande para Alianza País.

Al final sacamos 64% de votos emitidos, es verdad, pero estoy convencido que si nos demorábamos un poco más en elaborar cuidadosamente el texto, igual, el pueblo nos hubiera dado su respaldo mayoritario, a pesar del costo político pasajero, pero se habría evitado el desgaste que vemos estos días, con denuncias que pretenden lesionar lo que se hizo entonces, de buena fe pero de forma atropellada.

-¿Entonces es falso el dato de que usted pidió que la Asamblea vaya hasta enero del 2009?
-Entiendo que esa versión se atribuye a Gustavo Larrea; eso es falso. Peor aún que yo habría pactado con la oposición para tales fines. Yo hice mucho por la unidad de AP, pero terminado el ciclo de discusión democrática y con una marcada de cancha drástica e inoportuna por parte del Presidente -reconociendo que no tuvimos "restricciones a", sino "falta de capacidad para"- el momento de soñar y desatar amarras quedó reducido, de alguna manera trunco.

5. Las fallas políticas de Alberto Acosta

-¿En qué falló Alberto Acosta frente a Rafael Correa?
-Reconozco, cometí un error grave: no tener un canal directo de comunicación con él. Eso me afectó. Reconozco, el Presidente me envió señales de respaldo, pero me habría gustado tener más apoyo. La distancia también afectó. Yo estuve siempre en Montecristi y cuando iba a las reuniones del Buró Político de AP a veces llegaba tarde, cansado, o no llegaba. Soy franco: fue agotador. Pero insisto, debí tener un canal directo con Rafael, debí almorzar con él todas las semanas, pero andaba tan concentrado en lo mío en Montecristi que descuidé algunas tareas estratégicas.

-¿Qué hizo el Presidente por usted en la Asamblea?
-Resolvió un problema serio que se fraguó al inicio de la Asamblea: aparecieron los "correístas", los que le conocieron en su cuna, los que fueron compañeros de universidad, los boys scouts... Por otro lado, comenzaron a aparecer los "acostistas", eso amenazaba la unidad de AP. En su discurso del 15 de enero del 2008, el Presidente dijo que no cree en correístas ni acostistas, y que si hubiera acostistas, él sería el primero en la fila. Ahí se zanjó ese problema...

-Pero los hechos son necios: parece que sí hay muchos correístas...
-Siempre hubo gente que terminaría siendo funcional al Presidente. Hubo asambleístas con línea directa con Rafael y llegaban, agenciosos, con el recado de que "el Presidente nos dice tal cosa".

-¿A quiénes se refiere?
-Rolando Panchana, César Rodríguez y otros. Recuerdo cuando Ricardo Patiño quiso dar órdenes por teléfono y le reclamé en público, indicándole que esa era una práctica de la partidocracia; le dije que no vuelva a hacerlo. Eso comenzó a cansarles, mientras, por otro lado, querían que se apruebe la Constitución a como dé lugar. Decían: "tenemos 80 votos, ¿por qué no se aprueba?". Yo les decía: "debemos discutir los temas, muchos de ellos son difíciles, complejos, hasta dolorosos". También incidió que AP no tenía una estructura sólida, partidista digamos. 

-¿Cuáles son sus errores político-personales que no volvería a repetir?
-En primer lugar, habría hecho más para tener una mejor relación con el Presidente; faltó un contacto más directo y sin intermediarios; los intermediarios terminaron complicando nuestra relación. A la postre, el no tener un vínculo más directo hizo que algunas cosas se vean de distinta manera, que se vean distorsionadas, a conveniencia de algunos interesados.

-¿No le faltó levantar un poco la voz cuando era necesario?

-Yo siempre expuse mis criterios con convicción y hubo temas en los que obtuve, incluso, mayoría en el Bloque de Alianza País. Fue el caso, por ejemplo, de Dayuma. Aunque en otros perdí: no obtuve la mayoría para el consentimiento previo.

*Esta columna fue publicada originalmente en el Blog Rienda Suelta.

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