"Sería una mala canciller si anunciara ahora una fecha concreta", dijo Angela Merkel este lunes (06.04.2020) en Berlín. Es decir que todo sigue igual: aún no está claro cuándo la gente en Alemania podrá volver a encontrarse con sus amigos y conocidos ni cuándo abrirán sus puertas los restaurantes y tiendas. En principio, las estrictas restricciones siguen en vigor. A diferencia de Austria, Merkel no presentó ningún plan gradual con una posible relajación de las medidas adoptadas.
El fin de semana pasado, Merkel ya intentó mentalizar a los alemanes sobre los difíciles días que están por venir: "Viviremos una Semana Santa más diferente que nunca". Esta fue una de las frases clave en el videopódcast de la canciller. Angela Merkel enumeró lo que está aún por venir: una Pascua sin misas, sin fuego de Pascua, sin visitas a familiares, sin caminatas en grupos y sin viajes a ningún otro lugar en Alemania, pero tampoco al extranjero. Y todo eso, a pesar de que, como admitió Merkel, las últimas cifras del Instituto Robert Koch arrojaron, debido al descenso de nuevos contagios, "una pequeña esperanza".
Sin embargo, el número absoluto de personas infectadas es ahora tan alto que continuará aumentando. Lo peor está aún por llegar, según aseguran expertos. El frenético comportamiento del Gobierno alemán a la hora de adquirir equipos de protección es muestra de la negligencia de los gobernantes en la crisis del coronavirus. Otros países han aumentado sus suministros con más rapidez. Austria, por ejemplo. Alemania tiene que ponerse al día ahora. Por otro lado, Alemania está muy bien equipada para atender a pacientes con coronavirus con camas en los hospitales. Es positivo el hecho de que la población aparentemente continúa apoyando las drásticas restricciones de movimiento. También durante el primer fin de semana soleado del año.
Equilibrio entre salud y economía
Hay otro detalle que pone de manifiesto lo difícil que es encontrar el equilibrio entre proteger la salud y cuidar de la economía nacional: las fronteras de algunos países europeos han permanecido para la mayoría de la gente cerradas durante más de tres semanas, por ejemplo, las de Austria, Francia, Suiza. Ahora, el ministro del Interior, Horst Seehofer, también propuso mantener las fronteras con Polonia, República Checa, Bélgica y los Países Bajos solo abiertas a los trabajadores transfronterizos y mercancías. Pero las regiones de Renania del Norte-Westfalia y Baja Sajonia se opusieron. La región fronteriza belga-holandesa-alemana está más estrechamente entrelazada que casi cualquier otra zona en Europa. De momento, solo habrá restricción de movimiento.
Otra decisión ha dejado patente que el Gobierno, en su conjunto, tiene la impresión de que puede evaluar cada vez mejor la situación del país: a partir del 10 de abril, quienes hayan estado en el extranjero durante un período de varios días, deben permanecer en cuarentena durante 14 días. El objetivo es no importar nuevas fuentes de infección del exterior.
La aprobación fortalece al Gobierno
Este día deja claro lo difícil que es gobernar el país con la pandemia: se deben mejorar ciertas medidas individuales y eliminar los puntos débiles. Las decisiones del Gobierno se están tomando a un ritmo vertiginoso. Los ministros de Finanzas y Economía están mejorando los préstamos rápidos para pequeñas y medianas empresas, el Estado asume la responsabilidad total de las tasas de interés ligeramente más altas. El ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, dijo que asume que la mayoría de los préstamos será reembolsada. La política de Berlín se basa actualmente en un gran anticipo de confianza.
Pero el mensaje crucial es que Alemania ha decidido, por ahora, seguir con el rumbo de las restricciones drásticas. El Gobierno también se ha visto estimulado por el alto nivel de aprobación entre la población, que además confirman las encuestas. La confianza del Gobierno en la gente parece ser lo suficientemente grande como para pedirle demasiado: que esta Semana Santa será muy diferente y menos hermosa. Solo esta vez.