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Cristina Fernández: del 22% al 54%
Lun, 24/10/2011 - 11:41

Roberto Pizarro y Andrés Pizarro

Lo que le molesta a la ortodoxia chilena del modelo argentino
Roberto Pizarro y Andrés Pizarro

Roberto Pizarro es economista de la Universidad de Chile, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economia, fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile,  ministro de Planificación y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile). Andrés Pizarro, en tanto, es ingeniero civil del Imperial College de Londres, y tiene maestrías en desarrollo regional y urbano de la Ecole Nationale des Ponts et Chaussees, y de economia de la universidad de Johns Hopkins de EE.UU. Ha sido funcionario del Banco Mundial durante ocho años, cuatro de los cuales basados en Buenos Aires, ejerciendo como especialista principal y gerente de proyectos. Durante sus 20 años de carrera profesional, ha trabajado en 35 países del mundo en temas ligados al desarrollo económico.

La victoria de Cristina Kirchner es notable. Por su magnitud y también por la distancia en que dejó a su adversario más cercano. El resultado sólo es comparable a la elección de Perón de 1973, cuando retornó del exilio. Incluso, el triunfo de Cristina tiene un rasgo inédito, ya que por primera vez un partido político argentino asume tres mandatos seguidos y con una  preferencia popular creciente: 22% en 2003, 45% en 2007 y ahora 54%.

La historia no comenzó con esta elección, sino con el esposo de Cristina, Néstor Kirchner. Éste, asume la presidencia en 2003, de la mano de una Argentina en bancarrota, con cesación de pagos, la pobreza más alta de su historia, una retracción del producto sin precedente, y filas de argentinos en las embajadas huyendo del país. De la Rúa, antecesor de Kirchner, había abandonado el país sin terminar su mandato, ante las protestas sociales y el colapso económico y moral. La población pedía a gritos que se fueran todos los políticos que habían conducido al país a una tragedia.

El proyecto de Kirchner provoca un giro radical en la economía, fundado en cuatro ejes: una macroeconomía ordenada, con radical reducción de la deuda del sector público; expansión económica, basada en la priorización del mercado interno; apoyo a la pequeña y mediana industria por sobre el gran capital, para generar más empleo; y, reducir la pobreza y desigualdades, con ampliación de las redes de protección social y haberes previsionales. La tarea persiste después de la muerte de Néstor.

Los resultados son incuestionables. Con Néstor y Cristina, Argentina vive su periodo de crecimiento económico más largo y sostenido de su historia. El aumento del PIB entre 2003 y 2010 ha sido de más del 8%, con excepción de 2009, explicable por la recesión mundial. Para molestia de neoliberales, el desarrollo industrial avanza gracias a una política cambiaria administrada, con dólar alto para favorecer exportaciones manufacturadas más competitivas: en 2010 las exportaciones de manufacturas de origen industrial (34%) superan las manufacturas de origen agropecuario (32%).

El proceso de reindustrialización se sustenta en una política decidida de ciencia y tecnología, impulsada por el Estado. Se crea un Ministerio de Ciencia y Tecnología y un programa de repatriación de científicos argentinos. A la fecha han retornado 850 científicos y el  presupuesto del sector se ha multiplicado varias veces.

En el plano social, se ha desplegado una política laboral consistente con el desarrollo del mercado interno. Desde el inicio del kirchnerismo se derogó la ley de flexibilización laboral y se reinstalaron las negociaciones colectivas de salarios (paritarias). Gracias a esta política el salario mínimo aumentó desde 200 pesos (2003) a 1.840 pesos (2010). Al mismo tiempo, si bien el trabajo no declarado (en negro) sigue siendo un desafío, éste se redujo de más del 50% en 2003 al 33% en 2010. Al contrario de la argumentación ortodoxa estas medidas no afectaron negativamente la tasa de desempleo, que en el periodo se redujo desde 24% al 7%.

En materia de jubilaciones, se recuperó su administración para el sector público, y se volvió al sistema de reparto. Al hacerlo se pudo agregar 2 millones de personas que el sistema de AFJP dejaba de lado, mientras se indexó el valor de la jubilación automáticamente al recaudo fiscal y al nivel salarial. Como resultado de estas medidas las jubilaciones han aumentado todos los años, alcanzando la pensión mínima 1.500 pesos mensuales (US$360).

La Asignación Universal por Hijo, implementada en 2009, beneficia a 3,5 millones de familias, con 220 pesos por niño. Se otorga directamente mediante una tarjeta de débito, sin pasar por intermediarios, lo que facilita su administración y evita el clientelismo. Gracias a ello la pobreza se ha reducido sustancialmente, favoreciendo además el aumentó la matricula escolar y la vacunación de los niños en 25%.

Por otra parte, en 2004 se aprobó la Ley de Financiamiento de la Educación, que comprometió un aumento paulatino de la inversión en educación desde 2% del PIB, vigente antes de Néstor Kirchner, para alcanzar hoy día el 6,5% del PIB, cifra incluso superior al promedio de la OCDE.

Una política económica y social heterodoxas han permitido disminuir la pobreza radicalmente, desde el 54% en 2003 al 9% en 2009 y, al mismo tiempo, mejorar la posición negociadora de los trabajadoras y la distribución del ingreso en la sociedad, reduciendo el coeficiente de Gini desde 55,1% a 44,3%.

Por otra parte, el kirchnerismo nunca se planteó la “medida de lo posible” en el tema de los derechos humanos, aún cuando su gobierno era minoritario en el Parlamento. Devolvió al país su memoria, juzgando a los culpables que aterrorizaron a los argentinos durante la dictadura de Videla, con reparación a las victimas. Se derogaron las leyes de impunidad y se reconoció la labor de las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo. Se exigió a las fuerzas armadas descolgar los retratos de los dictadores de todos los espacios públicos y se creó un museo de la memoria en la ex Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), antro del terrorismo de Estado. Hoy los dictadores y ejecutores de asesinatos y torturas perpetradas por el Estado están condenados o en procesos judiciales.

En materia de libertades individuales, el kirchnerismo muestra rasgos progresistas que han llamado la atención de la opinión pública internacional. En efecto, impulsó la ley de matrimonio igualitario, que permite que se casen personas del mismo sexo, la que después de una extenso debate público fue adoptada por una gran mayoría en el Congreso.

La oposición cerrada de los medios de comunicación a los gobiernos de Néstor y Cristina y una falta de liderazgo y solvencia de la oposición también han contribuido al amplio triunfo del peronismo. La oposición, con una política decididamente destructiva,  y el apoyo de los medios de comunicación, no advirtió el vínculo creciente que establecía Cristina con los sectores populares. Eso le jugó en contra. Su fracaso en las urnas así lo revela. Distinto ha sido el caso del socialista Binner, opositor propositivo y racional, quien obtuvo una buena votación. Su postura inteligente frente al gobierno, junto a su crítica al neoliberalismo de Menem y a la derecha argentina, le rindieron frutos.

En definitiva, el triunfo de Cristina, y también el 17% que obtuvo el socialista Binner, revelan que los argentinos apoyan una  estrategia de desarrollo comprometida con la mayoría nacional, y rechazan el neoliberalismo. Se identifican con una concepción económica y social que utiliza la política y el Estado para regular los mercados y colocarlos al servicio de los trabajadores y de pequeños empresarios. Apoyan también una política de derechos humanos y de libertades públicas que no renuncia al olvido y que restituye derechos a los ofendidos. Ello hizo posible el triunfo aplastante de Cristina Kirchner.

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