Raúl Castro ha dejado su puesto como el presidente de Cuba. Su reemplazo —Miguel Díaz Canel— no es sólo un hombre mucho más joven que Raúl (57), sino que es un civil. La imagen del dictador cubano de edad avanzada portando un uniforme verde olivo pronto pasará a ser cosa del pasado. ¿Será que estemos a punto de presenciar las versiones tropicales del glasnost y de la perestroika?
No debemos esperanzarnos.
Tal como ha dicho Antonio Rodiles, disidente del régimen cubano y activista de derechos humanos, creer que una transición democrática emanará del régimen es dejar que los sentimientos les ganen a los hechos. Para empezar, Raúl aún no se retira. Seguirá siendo el Secretario General del Partido Comunista hasta el 2021. Este es el bastión del poder en la isla. Eso no es todo, Raúl también permanecerá como el jefe de las fuerzas armadas. Al parecer, Diaz-Canel será sólo un maniquí de la dictadura.
En segundo lugar, Raúl ha estado arreglando todo para que su hijo, Alejandro Castro Espín, sea su remplazo como el Secretario General del Partido Comunista en 2021. Castro Espín es ya una de las figuras más poderosas y, sobretodo, temidas en Cuba. A su vez, el yerno de Raúl, Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, es el director del Grupo Administración Empresarial Sociedad Anónima (GAESA), el conglomerado militar que controla el 60 por ciento de la economía isleña. La familia Castro seguirá tomando todas las decisiones.
Para terminar, en los años recientes los dirigentes cubanos, entre ellos Díaz-Canel, han dejado muy en claro que el modelo estalinista que gobierna sobre la política y la economía cubana no es negociable. Aquellos que esperen que el nuevo presidente sea el Gorbachev caribeño se quedarán muy decepcionados.
Si hay un grupo que puede dar fe de la naturaleza brutal del régimen cubano -y de cómo la represión en contra de los disidentes ha ido en aumento estos últimos años- es el de las Damas de Blanco, quienes por una década y media han sido golpeadas y acosadas por rufianes del gobierno debido a sus demandas de que se liberen a los prisioneros políticos y a su lucha para obtener más libertades políticas y civiles. Estoy encantado que sea dentro del contexto de esta transición artificial en Cuba, que el Instituto Cato le haya otorgado a las Damas de Blanco el Premio Milton Friedman por la Libertad 2018.
Desafortunadamente, no existen razones para creer que la lucha por la libertad de las Damas de Blanco vaya a culminar con éxito pronto. La dictadura cubana permanecerá en su lugar, sólo que con un rostro más joven como máscara.
*Esta columna fue publicada originalmente en el centro de estudios públicos ElCato.org.