Hace algunas semanas, el Banco Interamericano del Desarrollo (BID) dio a conocer los resultados del estudio “De la escuela al trabajo: ¿qué habilidades importan?”. La investigación -que buscaba analizar si existe una brecha entre las habilidades que los jóvenes reciben en las escuelas y aquellas que demandan los empleadores- concluyó que el 50% de los empresarios opina que se demandan habilidades laborales diferentes a las que poseen los recién egresados de las universidades, mientras que el 40% opina que se demandan más habilidades.
Este nada auspicioso resultado lo que hace es transparentar con cifras la incomunicación que existe entre el mundo académico y el mundo empresarial, algo similar a lo que ocurre en España, donde por el contrario hay una “sobrecalificación”: el 19% de los licenciados de ese país con edades comprendidas entre 19 y 25 años está cesante y un 44% de los que trabajan lo hacen en un empleo para el que requerirían una menor formación de la que poseen.
Es, por lo tanto, un imperativo para remediar este “divorcio” entre ambos mundos que desde el ámbito educativo exista capacidad de ajustar los currículos a las reales necesidades del mundo laboral, lo que se puede subsanar promoviendo iniciativas en las casas de estudios superiores y convocando a participar en ellas a diversos actores para compartir e intercambiar información, de tal forma que los contenidos a enseñar respondan a las exigencias que demanda el mercado.
Hoy, con el diagnóstico en la mano, se podrán profundizar y ajustar las iniciativas que ya se habían comenzado a adoptar en esta dirección a nivel nacional, especialmente los estudios cuyo objetivo es definir lo que buscan los empleadores y -a partir de ello- definir cuáles son las especialidades con mayor futuro.
Tal como señala el trabajo del BID, existen deficiencias en la formación de habilidades de conocimiento en nuestro país y en América Latina. Pero tanto o más preocupante es la escasez aún mayor en el dominio de habilidades socio emocionales, las que son clave para desenvolverse y poder desarrollarse profesionalmente en el mundo laboral actual.
Se hace urgente, por lo tanto, propiciar y crear las instancias para generar un efectivo diálogo para lograr a la brevedad un ajuste entre oferta y demanda.