El déficit de infraestructura en el Perú es grave. La Cámara Peruana de la Construcción (Capeco) y otras organizaciones estiman que este supera los US$40.000 millones, y si se ejecutaran los proyectos a tiempo, en 2016 esta brecha se reduciría en solo 50%.
Un informe de Apoyo Consultoría para Capeco, sobre el cierre de brechas de infraestructura a 2016, estima ciertos avances: 90% en riesgo, 77% en salud y 68% carreteras. Sin embargo, habrá ámbitos en los que la reducción de la brecha de cobertura será menor: educación 38% y ferrocarriles 34%; y otros donde el avance en el cierre de brechas de la coberturas será alarmantemente bajo: cárceles 23%, saneamiento 11%, aeropuertos 11%, electricidad 7%, puertos 0,1%.
Hoy lo que las inversiones públicas están intentando hacer es cerrar la brecha existente, pero es aún más grande el reto si analizamos lo adicional que se requiere, a fin de que el Perú pueda alcanzar su potencial. Según la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN), hacía el 2021 la actual brecha de infraestructura prácticamente se duplicaría -estimándose que será de US$88.000 millones-, por lo que se requeriría invertir anualmente US$8.800 millones, equivalentes a cerca del 5% del PIB actual. En estas circunstancias no cabe ´hacer camino al andar´, hay que apurar el paso, correr. El riesgo es que ya no podremos andar, literalmente.
La OECD señala que la infraestructura es el mejor medio para que los bienes y servicios lleguen a donde deben llegar, y para que ayuden a generar prosperidad y crecimiento, y resolver necesidades en educación, salud, seguridad y medio ambiente. No apurar el cierre de la brecha significará que millones de peruanos no vean el beneficio del modelo económico, de las inversiones y de la enorme posibilidad de generación de empleo. Desarrollar infraestructura es la manera más eficiente de hacer inclusión social.
El Foro Económico Mundial (WEF) –del que ya no repetiremos los bajos índices en infraestructura que nos asigna- señala que un dólar invertido en infraestructura genera un retorno económico que va de 5% a 25%. Si el Estado tiene ese dólar pero no tiene capacidad de gestión, entonces debe recurrir al sector privado a través de las asociaciones público-privadas (APP) y obras por impuestos. No hacerlo significa que todos pierden, mientras que al hacerlo con voluntad real, el Estado cumplirá con las expectativas de la población, y asegurará sostenibilidad al modelo económico, donde al final del día todos ganan, especialmente los pobladores de las zonas más alejadas, y por supuestos esa clase media emergente, fundamental para reforzar el motor de la economía.
A fin de agilizar la ejecución de los proyectos, el Centro de Investigación de la Universidad del Pacifico (CIUP) sugiere seleccionar diez proyectos importantes, y realizar los estudios de preinversión simultáneamente, y poner un plazo máximo de dos años para su inicio como medida de emergencia. El Estado cuenta con una importante cartera de proyectos de infraestructura, sin embargo, no se ejecutan.
La CIUP resalta tres aspectos en que el Estado puede mejorar sustancialmente para eliminar las causas de deficiencias de ejecución: (a) inyectar dinamismo y profesionalismo en la identificación y formulación de proyectos a nivel de los gobiernos subnacionales y nacional; (b) mejorar la capacidad de gestión de recursos en los diferentes niveles de gobiernos; y (c) filtrar mejor los proyectos, pues los que se desarrollan no necesariamente son los que ayudan a cerrar las brechas de infraestructura.
Las expectativas de crecimiento de la economía peruana en tasas alrededor de 6% para los próximos años se pueden truncar, paradójicamente en un entorno en que la economía global estaría entrando a un proceso de recuperación. Si no aceleramos el cierre de la brecha de infraestructura, y no nos preparamos para soportar una mayor actividad económica e inversiones, una vez que la economía mundial mejore, perderemos no solamente la oportunidad de haber hecho un buen uso de los recursos y liquidez con las que contamos hoy, sino que también perderemos el tren de la historia del desarrollo económico, y nuevamente tendremos que esperar que el destino nos presente una nueva oportunidad, quedándonos con una brecha más grande que cerrar, en una situación inédita en que no se está pidiendo recursos financieros, sino solamente liderazgo y decisión.